Francisco Brugnoli, director del Museo de Arte Contemporáneo: "Este es el año en que dejo la dirección del Museo"

FRANCISCO BRUGNOLI
El artista y académico de la Universidad de Chile asumió en 1998 la dirección del museo. Foto: Sebastián Brogca

Luego de dos décadas a la cabeza del Museo de Arte Contemporáneo de la Universidad de Chile, el artista y académico se prepara para su retiro antes de septiembre.


Logró subsanar los graves deterioros que dejaron los terremotos de 1985 y 2010 en la sede central del Museo de Arte Contemporáneo (MAC) de Parque Forestal. No solo eso: también construyó una nueva sala en el zócalo y recuperó las mansardas que se habían perdido en un incendio de 1969, las mismas por donde él transitó tantas veces: primero como alumno y luego como profesor de la antigua Escuela de Bellas Artes. Posteriormente, en 2005, inauguró una nueva sede del museo en el Parque Quinta Normal, y 10 años después, logró reabrir la histórica puerta interna que comunica a la institución con su par vecino: el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA).

Una de sus últimas ambiciones es lograr enrejar un perímetro del parque para resguardar al museo de los constantes rayados a su fachada y deterioro de su entorno. "Por suerte ya se ha convencido a las autoridades de que es algo necesario e inevitable, y se hará en un futuro", adelanta.

Francisco Brugnoli (1935), artista líder del grupo Los Diablos -ligado al pop art de los 60-, cumple este año dos décadas a cargo de la dirección del MAC, y el recuento de su gestión es difícil de abarcar. No ha sido fácil: asumió la dirección del museo en 1998 con un presupuesto anual de $ 22 millones , y sigue siendo complejo: hoy recibe $300 millones, una cifra elocuentemente inferior en comparación a otras instituciones.

"La Galería Gabriela Mistral tiene un presupuesto de $ 350 millones, el Centro Matucana 100 recibe $ 650 millones y el Museo de la Memoria $ 1.500 millones", comenta sentado en su oficina del tercer piso del museo. "La institucionalidad tiene que hacerse cargo y atender de mejor forma la razón presupuestaria. Esto solo se ha subsanado gracias a que tenemos un equipo de una eficiencia extraordinaria, que cree en el proyecto instaurado. Imagínate que cuando llegué el equipo lo componían cinco personas, incluyendo al director; hoy somos cerca de 20", dice.

Es jueves 1 de marzo, el primer día de trabajo en el museo luego de un receso por vacaciones, y Brugnoli se prepara para comenzar el que será el último año de su dirección. Ya había anunciado su retiro en 2016, pero otras ocupaciones fueron postergando su decisión. "Desgraciadamente no alcancé a hacerlo en julio del año pasado como esperaba, pero este sí es el año en que dejo el museo", enfatiza quien es hoy el director con más años a la cabeza de un museo en Chile, luego de la gestión por 18 años de Milan Ivelic en el MNBA. Después, aclara riendo: "No voy a alcanzar a cumplir 20 años eso sí, porque los cumpliría en septiembre y pienso irme antes. No quiero cumplirlos: ¡encuentro que es demasiado!".

¿Se proyectó alguna vez 20 años en el cargo?

Jamás, nunca me propuse cantidad de años, sino un plan: el plan de la recuperación del edificio, el plan de la creación de un nuevo edificio para el museo, el plan de hacer crecer la colección. Y sobre todo el plan de ser capaz de estar recibiendo obras de artistas jóvenes, que sean muy críticos de las tendencias artísticas y tengan cierta hegemonía en su tiempo.

Uno de los legados de su dirección es el incremento de obras del acervo, que desde 2016 es repasada a través de exhibiciones, en el marco del aniversario número 70 del museo. La última muestra de este fondo será inaugurada en marzo bajo el título Colección MAC: Post 90 II, y reúne algunas de las donaciones que la institución ha recibido en las últimas décadas. "Existe un orgullo tremendo en eso, porque todas son donaciones de artistas que reconocen el relieve del museo actual. Cuando asumí no llegábamos a las dos mil piezas y ahora tenemos más de tres mil. La mayoría de artistas chilenos", acota.

Una de las acciones de su administración ha sido la incorporación de obras de los 70 y 80 al acervo, ¿cómo evalúa esa gestión?

Eso era una deuda que tenía el museo y logramos hacer una muy buena muestra de ello, con un catálogo que creo es bastante suficiente. Faltaron algunas obras que no pudimos conseguir, pero me voy satisfecho, y ahora sí podemos decir que hay una continuidad histórica en nuestra colección, porque incluso hay obras muy actuales. Hay muchos artistas jóvenes en Chile de nivel constantemente progresivo y eso hay que apreciarlo. Artistas como Andrés Durán, Carolina Illanes, Sebastián Riffo, Pilar Quinteros, Sebastián Preece, Manuel Peralta, Claudia del Fierro, Marcela Moraga. En fin, son muchos.

En ese sentido, ¿queda pendiente instaurar un depósito más grande acorde a la colección?

No tenemos un depósito totalmente adecuado, aunque cuando vinieron expertos de la Tate Modern nos felicitaron, pero no son los depósitos que debemos tener. Creo que en este momento a nivel museal el mejor depósito, aunque aun no está terminado, es el que está instalando el Museo de la Solidaridad Salvador Allende, una institución que por lo demás también recibe un presupuesto muy bajo. Eso deberíamos tener nosotros mínimamente.

¿Cree que la dependencia del museo de la Universidad de Chile ha jugado en contra de un mejor financiamiento?

Creo que el Estado ha entendido mal esa relación. Este es un museo nacional que pertenece a todos los chilenos: nuestras obras son del Estado y la universidad también pertenece al Estado y no florece de dinero. Todas esas cosas hay que resolverlas. El tema del presupuesto es vital. Cuando asumí la dirección hablé de la necesidad de recuperar este edificio, pero también de crear un nuevo gran edificio para el museo. Personalmente creo que es indudable que esta institución tiene que pasar a ser parte del Museo de Bellas Artes, pero no es una decisión mía.

¿Cuál es el perfil que debería tener el nuevo director?

Indudablemente lo ideal sería que fuera una persona de la universidad, y que tuviera un antecedente académico importante, ojalá mixto: tanto en su trayectoria como artista como en su conocimiento de la historia del arte.

Se habla de la artista Nury González como una de las candidatas.

Hay algunos nombres. Ella ha hecho un muy buen papel y creo que debería continuar en el mapa, pero no soy yo quien tiene que decidir. Son las autoridades de la universidad las que designan.

¿Cómo planea su vida después de su retiro?

Voy a seguir haciendo clases mientras no sienta vergüenza de mis neuronas (ríe). Por lo menos me planifico dos o tres años de profesor, tengo un taller de arte experimental en la universidad que me entretiene muchísimo. Y desde luego seguir escribiendo y recobrar un poco de tiempo con mi propia producción como artista, no he dejado nunca de hacerlo, pero siendo director del museo he tratado de no ser muy público.

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