Jean Cocteau: póetica de la novela y del cine

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Jean Cocteau (1889-1963) fue poeta, novelista, dramaturgo, pintor y cineasta.

El trabajo del multifacético francés, se recupera en una de sus más importantes novelas tempranas, así como en una serie de escritos sobre el séptimo arte.


En algún momento de una de las primeras y más celebradas novelas de Jean Cocteau, Thomas el impostor (1923), cuando le leen las manos al protagonista, la quiromante señala nunca haber visto una mano así: no tiene una línea de la vida, sino varias. Lo mismo podría decirse del propio Cocteau, y así lo hace Claude Arnaud, su más importante biógrafo reciente. Artista multiforme y contradictorio, Cocteau (1889-1963) fue poeta, dramaturgo, escenógrafo, director de teatro, novelista, cineasta, escritor de viajes, libretista, joyero y actor. En una famosa fotografía trucada de Philippe Halsman se le ve con seis brazos, sosteniendo un libro, un lápiz, unas tijeras, un cigarrillo. La recuperación en castellano de aquella novela temprana, así como una serie de escritos recopilados en Poética del cine, permiten atisbar el impulso de su labor inagotable.

Hijo de una familia de la alta burguesía francesa, Cocteau quedó huérfano de padre (suicida), con apenas 9 años; de ahí la estrecha relación de dependencia con su madre. Muy joven, su brillantez y las relaciones familiares lo llevaron a formar parte del mundo cultural y social parisino. Debido a su mala salud no luchó en la Primera Guerra Mundial, pero fue conductor para la Cruz Roja, acompañando a Misia Sert, musa de artistas, a quien conoció en 1909.

El gran acontecimiento tras la guerra fue el encuentro con el joven escritor Raymond Radiguet, en 1919. Con él emprendió una suerte de colaboración de la cual resultó El diablo en el cuerpo (1923) de Radiguet y su Thomas el impostor, basada en parte en sus experiencias como voluntario a comienzos de la guerra. Los personajes centrales se inspiran en Misia Sert y el propio Cocteau, encarnados en la princesa Clémence de Bormes y el protagonsita, Guillaume Thomas. Ella es una aristócrata que permance en París durante la guerra y conoce a un jovencito de 16 años que encontró en la mentira la aventura: mintió sobre su edad, se consiguió un uniforme de disfraz, lo toman por sobrino de un famoso general. Ella lo proteje al tiempo que lo utiliza para su proyecto de ir al frente. La valentía de él venía del infantilismo y la de ella, de la inconsciencia.

En los años de entreguerras, Cocteau prosigue su labor de escritor, se vincula a las artes plásticas y al cine. Su primera película La sangre de un poeta (1930) tiene una impronta surrealista. Célebre es La bella y la bestia (1946) en que actúa Jean Marais, con quien haría otras películas como El águila de dos cabezas, Los padres terribles y Orfeo.

Incluso si Cocteau se hubiera limitado a su labor cinematográfica, tendría un lugar importante en el arte. Orfeo (1950) es una muestra de los logros de la imaginación con modestos recursos.

En los textos reunidos en Poética del cine se recogen desde pasajes tomados de artículos en revistas hasta transcripciones de conferencias; hay, además, entrevistas que mantuvo con André Fraigneau.

Allí se refiere al "cinematógrafo" para distinguirlo del "cine": el primero, como medio de expresión personal, y el segundo como una musa sospechosa o un divertimento de masas. Insiste varias veces en que él es un ebanista, alguien que hace una mesa, por lo que quienes la hacen girar y hablar son otros: los espiritistas. Comenta sobre otros cineastas, elogia a Buñuel o a Chaplin. Pide que los cineastas "escriban" con sus cámaras "sin temor a las faltas de ortografía". Habla de los adelantos técnicos: en cierto momento ve en las cámaras más livianas (de 16 mm.) la posibilidad de un futuro para los cineastas jóvenes y una liberación de las restricciones de la industria (otra idea en la que insiste: el dinero que cuesta hacer una película y la prisa por recuperarlo), aunque después se arrepiente.

Cocteau mantuvo a través de los años una serie de amistades, algunas durables, otras rotas: Picasso, Stravinsky, Maurice Sachs, Apollinaire, Jean Genet... Pasó incólume por la ocupación alemana de Francia aunque tras la guerra lo siguió una sombra injustificada de colaboracionismo. En 1955, entró en la Academia. Murió en 1963, pocas horas después que su amiga Édith Piaff.

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