Jorge Baradit: "Hay escritores que se creen pequeños dioses, pero yo no soy ningún iluminado"

JORGE BARADIT
En un café de Providencia, el autor de Ygdrasil habla de sus nuevos proyectos literarios y su trabajo junto a la productora Fábula para la pantalla chica. Foto: Laura Campos

El autor de la Historia Secreta de Chile, trilogía que ha vendido 260 mil ejemplares, vuelve a librerías con la nueva edición de Synco, su segunda novela de ficción publicada en 2008 en la que reescribe la historia del Golpe militar en 1973. Además, planea publicar dos libros de no ficción y llegar a las pantallas de CHV durante mayo próximo.


Tres mil ejemplares con el rostro de Arturo Prat salieron de las bodegas de Penguin Random House a principios de junio en 2015. Tres semanas después se preparaba su tercera edición. No hubo ninguna ingeniería ni planes maestros. Fue solo una propuesta por parte de la editorial y "pura guata", explica el escritor Jorge Baradit (1969) sobre el éxito de ventas que alcanzó la trilogía Historia secreta de Chile, que publicó su tercera parte a fines de 2017 y que a la fecha ha vendido 260 mil ejemplares. "Fue un fenómeno demente y absolutamente incomprensible", dice el autor bestseller medio acostado sobre la mesa de un café en Providencia, y agrega: "Después de estos tres años, estoy explotado y hecho basura".

A pesar del esfuerzo que significó trabajar en esta saga que escarba en la historia B del país, y el éxito económico que le brindó, Baradit tenía otros proyectos literarios entre manos. Uno fue la publicación de relatos con La guerra interior (2017). El otro, que comenzó a lustrar en 2016 y llega hoy a librerías, es la reedición de Synco a una década de su primera aparición. "Esta es la versión definitiva después de 10 años de oficio", cuenta entusiasmado sobre la nueva edición de su ucronía. Novela donde reinventa el Chile de los 70 y prolonga la vida de Synco, programa diseñado por el británico Stadffor Beer.

¿Es una edición conmemorativa?

Son varias cosas. El décimo aniversario de un libro que para mí es súper importante y, aunque venga de cerca, también lo fue para la literatura fantástica chilena. Y está el factor que tiene que ver con la Historia... hay un público importante que empezó a leer mis libros y llegó el momento para decirles 'oye, también tengo estas otras cosas locas'.

Es 10 de septiembre de 1973 y Augusto Pinochet Ugarte frustra el Golpe militar que se preparaba para derrocar al presidente Salvador Allende. Así, Pinochet se convierte en aliado y héroe del éxito chileno, especialmente a los ojos de Martina Aguablanca, hija de militar chileno que creció en Venezuela. En 1979 Martina retorna para los actos por la reelección de Allende. En el país, es testigo del omnipresente Synco, el espíritu mecánico del Chile socialista. Proyecto que fortalece las comunicaciones y los sistemas de vigilancia a través de una red cibernética que optimiza el manejo del Estado y la economía. Chile es ejemplo para el resto de los países sumidos en la Guerra Fría, pero su funcionamiento, kilómetros bajo tierra, esconde una realidad misteriosa y oscura.

¿Por qué tomó este hecho histórico en particular para ficcionarlo?

Responde a una pregunta sencilla, la que cualquier traumado se hace: ¿Qué hubiera pasado si? Es una fantasía que muchos hacen, pero como me encanta la locura espacio temporal tecnológica, Synco es la excusa. Qué hubiera pasado con este sistema de telecomunicaciones si continuaba, si Pinochet apoyaba a Allende. Pero lo que se abre es sólo una pesadilla distinta. Además, la palabra que más me interesa es identidad. Si quiero escribir de algo, tiene que ver con historia y con tecnologías que tienen que ver con ella, más que con el futuro. No soy futurólogo.

"Agarrar Synco fue un ejercicio para darme cuenta que en esa novela hay muchas de las obsesiones que me han seguido hasta ahora", cuenta el autor de Kalfukura (2009), que presentará la nueva edición el miércoles 14 en el GAM.

Desde que su carrera despegó en 2005 y explotó como escritor superventas en 2015, nunca puso marcha atrás. "Estás en la necesidad de recorrer un camino con mucha velocidad, hay cosas que tienes que decir y no te detienes a ver qué. Después de un rato te cansas, quieres reposar y miras atrás", explica, mientras sus manos inquietas reúnen migas sobre la mesa. "Han sido tres años sin parar y ha habido repercusiones físicas, pero creo que van a cambiar algunas cosas", apunta.

Pero Baradit no desacelera. Su rutina se mantiene intensa. De lunes a viernes cumple su rol como jefe de área de diseño en la empresa P.O.P, donde trabaja hace más de 20 años. En la tarde se reúne con un equipo de la productora Fábula, con quienes llevará a las pantallas de Chilevisión el programa Historia secreta de Chile -segunda temporada de Chile Oculto- que espera estrenar en mayo. En la productora de los hermanos Larraín también colabora con el guionista Ernesto Videla (Prófugos) con dos ideas de ficción que podrían llegar a la pantalla. Cuando todo eso termina, regresa a su casa en Nuñoa y se viste de escritor. Traje que ocupa incluso sábados y domingos para dos nuevos libros de no ficción que saldrán durante el año.

¿Podría dejar de trabajar en diseño gracias a las ganancias que percibió con Historia secreta?

Hay pocas personas que pueden hacerlo, pero yo creo que sí. Pero quiero hacer hartas cosas. Mi problema es que si me presentan un proyecto interesante me cuesta decir que no.

¿No quiere ser solo Baradit escritor?

No, para nada. A mí me gusta contar historias y puedo hacerlo como narrador audiovisual, diseñador, conductor o guionista . No me gusta sentirme amarrado entre las dos tapas de un libro.

¿No se ha planteado un cuarto tomo de Historia secreta?

Siempre hablé de trilogía y uno se cansa. No quiero ser una máquina de hacer churros. Ahora vamos a otras cosas. A lo mejor sí en no ficción, a lo mejor sí relacionadas con historia, pero no con la historia secreta de Chile.

¿Cómo enfrenta haberse convertido en un escritor bestseller?

Tengo 48 años, si esto me agarra a los 20 a lo mejor me vuelvo loco, pero a los 48 ya me he sacado la cresta demasiadas veces como para creerme algo. Mantengo mi trabajo como diseñador medio día, pero lo hago porque es un cable a tierra. El trabajo del escritor es súper ombliguista, estás solo y terminas perdiendo perspectiva. Hay gallos que terminan creyéndose pequeños dioses, pero no soy ningún iluminado y en el diseño cualquier puede decir que mi trabajo es una porquería y que debo hacerlo de nuevo. Yo no estoy administrando una carrera literaria porque no sé qué es lo que se hace.

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