Colectivismo

La Calera
Foto: Photosport.


Cualquier continuidad en los proyectos competitivos del fútbol terminan pasando por los resultados, pues la cultura de la inmediatez ha terminado posicionándolos por sobre los estético. Salvo honrosas excepciones, cada vez ganan más terreno los equipos que en sus estrategias incluyen las fortalezas y debilidades del contrario.

Pareciera que aquellas arengas de "no me importa contra quién nos enfrentamos", "juego igual de local que de visita" o " vamos a atacar los 90 minutos" han ido perdiendo terreno al escasear los entrenadores capacitados para desarrollar este modelo.

Los tres punteros, dirigidos por Beñat San José, Francisco Bozán y Víctor Rivero, se comportan futbolísticamente sobre la base del colectivismo. Ninguno posee grandes figuras y sobre la cancha se observa un apego absoluto a su formato. Caracterizados por el orden y el acercamiento a las obligaciones territoriales, cada jugador se desenvuelve con instrucciones para cuando tenga o no la pelota su equipo, lo que exhibe parte del perfil de sus entrenadores.

Esta UC no es tacaña para jugar, es disciplinada. La edificación del proyecto sienta sus bases en el requisito y compromiso de los jugadores para aceptar un sistema de juego que se encontraba desprestigiado en nuestra competencia, donde el equipo que supuestamente no jugaba con tres atacantes era tildado de ratón. Beñat se aleja de lo estéticamente establecido como fútbol ofensivo y abraza la doctrina del equipo sólido y eficiente. Defensa siempre bien parada, bloques de jugadores dispuestos a seguir a rajatabla la ruta y hasta cierta tendencia y disposición a sacrificar a Buonanotte en una posición de nueve falso que incomoda al pequeño diez clásico.

Bozán, obligado a recorrer el camino de la aceptación en un medio que no lo vio jugar, arremete de manera impetuosa en un campeonato que no lo tenía como protagonista y hoy lo analiza como uno de los mejores de la primera rueda. Un mediocampo de alta dinámica, donde Manríquez, Camargo, Benítez y Meneses son de ida y vuelta, más el talento de Droguett y el arco del Tigre Muñoz. La UdeC se visualiza desde la galería como un solo cuerpo en movimiento. De reagrupación defensiva muy rápida y hermanada con las salidas explosivas hacia el arco contrario, su posesión no es lenta ni cadenciosa. Sabe a lo que juega.

La Calera es una sorpresa que obliga a observar a Fernández, Abán y Arias en un panorama cuyo timbre sitúa lo colectivo un peldaño arriba de las individualidades. Rivero estructura un equipo robusto tácticamente, con pocas fisuras y grietas. Dinámico en desplazamientos, liviano para moverse y la certeza de que en cualquier momento los de arriba liquidan.

Sus entrenadores son cautos a la hora de declarar, ninguno se monta sobre discursos grandilocuentes de estrategias, pero han roto el molde refrescando tácticamente el actual torneo. Los tres han sido valientes al intentar que sus equipos jueguen un fútbol a ratos poco vistoso, pero efectivo. Variaron desde la lateralización para jugar hacia adelante, pero no con delanteros que se encuentren parados arriba, si no con aquellos que llegan a la zona de definición.

Cuando defienden lo hacen hasta con el centro delantero. No ponen el bus cruzado en el arco propio, se defienden en bloque igual como lo harán Liverpool y Madrid en la final de la Champions.

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