¿Cómo enfrenta un jugador el retiro? El fútbol después del fútbol

Entender la lógica de los cracks del balompié una vez jubilados no es tarea sencilla. Depresión, abandono y rabia son los principales síntomas que sufren. En Chile no hay programas de reinserción para ellos.



Álvaro Palma (35 años) carga con ese recuerdo todos los días; lo mantiene intacto. Era uno de los amigos incondicionales de Mauricio Villanueva, ex volante que brilló en la B como protagonista del Ñublense que, en 2006, alcanzó el histórico ascenso a Primera División, pero que tras una silenciosa depresión decidió quitarse la vida. Así narra aquel 15 de junio pasado, en que todo terminó en nada: "Me llamaron para decirme que el Mauricio falleció, pero no lo podía creer. Había conversado hace dos días con él y no noté ningún indicio de depresión o algo así. Hablamos de su familia, de sus hijas, pero se oía bien".

La trágica historia de Villanueva no es distinta a la que muchos futbolistas enfrentan, precisamente, en el momento más crudo de sus carreras, cuando todo se acaba. Casos hay por montón, tanto en Chile como en el mundo. Pasar de vivir una vida de ensueño, donde se es reconocido en todos lados, se disfruta de privilegios como no hacer filas o no pagar cenas en restoranes, a ser nuevamente ese cadete que soñaba con jugar profesionalmente, pero ahora con 25 años de más, es un efecto obligatorio. "Ese proceso es traumático para el ochenta u ochenta y cinco por ciento de los futbolistas profesionales, porque pasan de vivir en una especie de élite a ser personas comunes y corrientes". Quien habla es Marco Cubillos, sociólogo que ha estudiado de muy cerca este fenómeno, con una trayectoria de más de 17 años en distintos clubes del fútbol nacional, donde destacan la UC de Mario Salas o la U. de Chile que se alzó campeona el torneo pasado.

Y es que en verdad el cliché que dice que la carrera de los deportistas es corta es una máxima más que aprendida por todos los profesionales de esta industria. Sin embargo, pese a todo ello, pararse frente a esta realidad y prepararse para mantener el status de vida único que entrega el fútbol es un ejercicio forzoso y extremadamente doloroso.

Rodrigo Goldberg, que hoy brilla como comentarista en Fox Sports y El Deportivo, se abre al diálogo para revivir su experiencia. En su caso, malas inversiones, estafas y una crisis matrimonial, hicieron que el momento de su adiós fuese un verdadero calvario. "Cuando me retiré, a los 34 años, lo que menos quería era estar relacionado con el fútbol. Básicamente, porque me daba pena. Me dediqué a otras cosas, quise incursionar en el ámbito empresarial y me fue muy mal, horrible. Hasta que en un momento uno de mis mejores amigos me dijo que me preparara para lo que mejor sé hacer y ahí estudié Ingeniería Industrial y a la vez desarrollé esta veta en las comunicaciones. Pero todo ese proceso no fue fácil", rememora el ex delantero.

El Polaco, al igual que la mayoría de los futbolistas, se enfrentó a un radical vacío emocional al final de su carrera. La vida entera como la entendía hasta ese momento se desmoronó de un golpe, y tras ese terremoto, también llegaron las réplicas… Duraron meses. Meses en que se recluyó en solitario en su hogar. "Viví un proceso de depresión un poco porque yo lo quise. Sufrí la pérdida de mi hermano cuando aún era deportista activo (en un trágico accidente vehicular) y ese proceso del luto lo evité hasta mi retiro. Fui súper irresponsable porque no viví el duelo. Fue muy doloroso, pero sí me di mi par de meses encerrado en la casa llorando y pataleando, para que no me encontrara mal después. Lo pasé pésimo", confiesa. Hoy, la historia de Goldberg es totalmente opuesta, por suerte.

Pero no todos los casos suelen ser alentadores. Reconocida es la historia de Hernán Castro, ex puntero izquierdo de Audax Italiano, quien el año pasado fue encontrado viviendo en un basural de Cerro Navia, tras años de depresión y excesos. "Estuve como un año en esta situación, no quería saber nada de nadie, fue una depresión heavy", aseguró el Indio en una entrevista a La Tercera, en 2016. Sobre sus actividades posteriores al retiro, ninguna fue ligada al fútbol: "Trabajé en la construcción, y yo ni sabía tomar un chuzo o una carretilla. No fui jornal sólo porque había un respeto hacia mí, por ser exfutbolista". Otros casos de profesionales que no han logrado salir del hoyo del retiro son los de Mauro Meléndez, Leonel Contreras, Pedro Pablo Díaz o Juan Carlos Peralta, todos marcados por malas decisiones, vicios y excesos.

Juan Carlos Peralta en su casa. Foto: Archivo.

Aunque no hay cifras oficiales respecto a las tasas de futbolistas profesionales que continúan ligados al fútbol después de su retiro, estimaciones extraoficiales hablan de entre un 30% y 50%. "El futbolista sufre dos etapas. Al principio, hay un período en que busca estar ligado a esto, ya sea como scouting, participando con el club o de cualquier otra manera. Luego, viene la etapa de desencantamiento, en la que se alejan de toda actividad relacionada con esto", explica Cubillos. El sociólogo profundiza: "Hay una doble depresión, porque por una parte dejan la actividad, y por otra sufren inmediatamente de abandono por parte del club en el que se retiraron".

Franz Arancibia, otro histórico puntero, pasó prácticamente por lo mismo. Tras una exitosa carrera en Chile, el fin de su etapa profesional -pese a que la preparó- también fue traumática. "Al principio no fue tan chocante, pero a medida que pasaron los meses recién vine a reaccionar y a entender que ya no era un futbolista activo, sino un exfutbolista. Fue crudo", cuenta el Hijo del Viento. Su retiro lo planificó, pensado para 2001, cuando cumplía 34 años. Fue todo tranquilo durante las primeras semanas, pero una consecución de desafortunadas situaciones lo hizo desear nunca haberse retirado. "Tuve mucha mala suerte. Apenas me retiré, fui a jugar un partido de beneficio por la Teletón al sur y se me cortó el tendón de Aquiles. Estuve un año parado, sin trabajo: cuatro meses con yeso y después en terapia, fue horrible".

El mayor del clan Arancibia también apela a un tema no menor: los amigos. Para él, la situación fue clara: "Cuando estás en el fútbol, los amigos están contigo las 24 horas, pero una vez que lo dejas, con suerte hay uno que te pesca. Cuando estaba de vacaciones, con mis hermanos invitábamos a todos los amigos a los pubs de Bellavista, nosotros pagándoles todo. Después, ya retirado, intentamos hacer lo mismo, pero cada uno pagando una cuota… No duró nada esa idea; de los 20 que eran, se fueron casi todos".

Cubillos entiende a la perfección esta situación. Y su visión respecto a cómo enfrentan los futbolistas sus redes sociales apela, a diferencia de lo que se podría pensar, a un profesional solitario y refugiado en su núcleo familiar. "Cuando eres futbolista todo se pospone y se retarda, en términos familiares y de contexto. El régimen que en Chile te implica ser un futbolista profesional, parece ser que podría tener muchos amigos que lo bancarían cuando no todo está bien, pero lo cierto es que el futbolista es una persona bastante sola. Sus redes sociales, en realidad, son redes familiares". Por eso, si un amigo queda, es considerado parte de la familia.

Franz Arancibia, ttrabajando en la Escuela de Fútbol que formó en el retiro. Foto: mario Tellez.

Después, el olvido

Lo que más extrañan todos los futbolistas consultados para este artículo no son los lujos, los autos último modelo o las garantías que entrega ser miembro de un plantel profesional. Lo que en realidad se añora es, para todos, el vestuario. Polaco Goldberg dice: "El camarín, las concentraciones, el olor a pasto mojado, el café de la mañana, el chiste con los compañeros, que tu trabajo sea al aire libre y con short… ufff, son esas cosas las que se extrañan". Iván Álvarez, hoy comentarista de CDF y El Deportivo, concuerda con su camarada: "Me pasaba que veía los goles el domingo y me daba un poco de pena por no estar yo ahí. Es cierto, no hice muchos goles durante mi carrera, pero al menos me veía y con eso bastaba".

Arancibia concuerda: "Después de los dos años me daba pena. Veía fútbol, veía las canchas, los goles, los compañeros, y ahí sí me sentí deprimido. Quería sentir ese olor a camarín, al pasto. Cuando me invitan a jugar showbol y vivo un poco eso del camarín, me pasa que vuelvo a sentirme como el cabro chico que era, pero después vuelves a la realidad".

En el fútbol, muchas veces el retiro es anónimo. A diferencia del común de los trabajos, donde está el sello del retiro, marcado por una jubilación, una cena o distintas condecoraciones, en las canchas no existe mucho más. La historia es similar en casi todos los casos: el final llega abruptamente y en silencio. Contadas son las ocasiones en que los clubes organizan partidos de despedida por jugadores que se entregaron para defender sus colores. A menos que se trate de un emblemático, el retiro se enfrenta en soledad. Pero olvidarse de la profesión que se abrazó durante toda una vida no es tarea fácil.

"El retiro, en muchos casos, genera varios años de complejidad familiar. Son muchos los casos que conozco en que los ex jugadores durante varias semanas después de dejar de jugar continúan colocando el despertador a las 7 u 8 de la mañana. O en la tarde continúan merendando", dice Marco Cubillos. Incluso el profesional revela otro síntoma común, el de creer que hay un sitio para un retirado. "En general, el futbolista siente que se ganó un espacio (en el club), pero ese espacio es irreal, o más bien simbólico. En lo concreto no existe. Yo creo que incluso a Marcelo Salas o Iván Zamorano le pueden pedir perfectamente una entrada para entrar a un estadio. Eso genera pena, decepción y rabia".

"Los clubes no se preocupan de nada cuando ya te retiras", asegura Arancibia, y agrega: "Los dirigentes están preocupados de ti cuando andas bien, pero después no te pescan. Tienes que aprovechar cuando estás bien". Goldberg apunta directo a ellos: "A diferencia de otros países, en Chile los clubes no tienen un programa para reinsertar a los deportistas. Es algo muy necesario, porque muchos no saben qué hacer a los 34 años, cuando es ahí donde recién se comienza a vivir".

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