Cristian Achondo, 65 años, permanece tranquilo en el gimnasio que estos días ocupa en el Centro de Entrenamiento Olímpico de Ñuñoa. Tres niñas y dos jóvenes, entre ellas Franchesca Santi, se alternan entre sus órdenes y las de su hija, Bárbara. Con un tono parsimonioso, enfrenta las duras acusaciones que Paula Carvajal y antiguos deportistas plantean en su contra.

La Federación tiene una acusación de una gimnasta en su contra por abuso físico y sicológico.

La gimnasia es una caca. Es una chacra de gente malintencionada que trata de fregar a los entrenadores más exitosos. La gente es muy mala. De mí han enviado cartas anónimas al COCh buscando hacer daño y eliminarme. Llevo 35 años en la gimnasia y nunca había tenido un problema, nunca. La gimnasia es mala.

¿Pero qué dice de la denuncia?

Paula mandó una carta diciendo que la había agredido en los Bolivarianos, lo que es falso. Tengo pruebas. Sí la reté, como tengo que hacerlo. Si estamos en un campeonato internacional representando al país, gastando mucha plata, tenía que hacerlo. Se portó muy mal, no quería entrenar, no me hacía caso, hizo un grupo en contra mía… Como que le dio un pánico escénico.

¿De qué forma la retó?

Le dije que estaba representando al país. No puedes estar llorando y no subirte a los aparatos, porque retrasas el trabajo de los demás. Existen fotos en que estoy abrazado con Paula y después sale con la carta diciendo que la agredí. Nunca en mi vida he agredido a una gimnasta. Lo único que sí he hecho es exigir. La gimnasia es un deporte de riesgo; si le das inseguridad, se vuelve insegura. Cuando la persona tiene indisciplina, lógico que viene un reto. Paula estuvo diez años conmigo, pero además entrené a sus hermanos.

¿Cómo es su metodología de entrenamiento?

Trabajo con las niñas del alto rendimiento, no de la escuela. No van al colegio, hacen exámenes libres y estoy seis horas entrenando con ellas. Formo gimnastas para que lleguen a la selección. Soy exigente, les pido el máximo y por eso tengo los logros que tengo. Soy el único que ha conseguido oros en copas del mundo, el único. Debo tener unas noventa medallas internacionales.

¿Por qué lo acusan?

Antes de competir, le dije a Paula que llegando a Santiago tenía que buscarse otro entrenador. El problema fue ése, que le dije que con su manera de ser en la gimnasia no iba a llegar a ningún lado, que mejor se dedicara a estudiar.

Hay ex alumnos que dicen haber visto o padecido tratos similares.

¿Quiénes? Es muy extraño que un ex alumno haya dicho cosas malas de mí. Yo me vine a trabajar a Santiago en 2012, con mi hija, Franchesca Santi y Melany Cabrera. No tenía niños y cerré mi gimnasio por la muerte de mi señora.

Marcela Álvarez, Francisco Hernández, Katherin Soto...

A Marcela la despedí de mi gimnasio. La llevé porque estaba mal anímicamente y la volví a retomar pese a que mi señora me dijo que no. Marcela es conflictiva, en el CAR la echaron por un montón de cosas. Trabajé diez años con ella. Después se vino a trabajar con Isabel Lazo y la hizo mierda; pasó por seis entrenadores. Está mentalmente enferma, por eso la eché.

¿Por mentalmente enferma?

Porque fuimos a un Mundial, en el que se portó pésimo e hizo un salto nulo. Le dije lo mismo: no vamos a seguir juntos. Estaba preparada para un salto buenísimo, pero no lo hizo. De Marcela te podría hablar muchas cosas. ¿Sabes por qué la eché de mi gimnasio? Esto es fuerte: se produjo un aborto, mató a un niño. No tenía pocos meses de embarazo... y con la mamá tomaron unas pastillas para abortar. Le dije que eso para mí era un asesinato. No la quise fregar más. Por eso es que ahora habla mal de mí. [Marcela niega tajantemente haber abortado].

¿Y Felipe Hernández?

Se fue del gimnasio por una acusación que hizo su mamá en mi contra. Me enfrenté a su tío: me acusaron de abusar de una gimnasta. Convenció a su mamá para que me denunciara, por supuestamente estar abusando de ella. Yo entregué mi celular a la PDI y no encontraron nada. Le hizo muy mal a mi gimnasio. Su tío me vino a decir que yo era un mierda, un degenerado. Obvio que lo eché. Llamé a la policía, porque si no nos hubiésemos agarrado a combos.

¿Fue por el caso de C.L.?

Sí. ¿Quién te dio el nombre? Si yo hubiera abusado de una gimnasta, ¿cree que seguiría entrenando?

El informe le acusa de enviar mensajes de amor a la menor.

No. Si es por eso yo me mando mensajes con todas mis gimnastas, entonces. No hay ninguna prueba, ella misma dijo que me estimaba como a un papá, no hay nada más. A esta niña se le hizo mucho daño por eso, por culpa de Felipe. Es un niño con muchos problemas: era promiscuo, pololeaba con todas las gimnastas y me armó un revuelo gigante en el gimnasio porque quería que lo entrenara sólo a él. Ahí fue cuando inventó que yo estaba abusando de la gimnasta.

¿Intimó con una menor?

Lo dice la justicia, los detectives, todos, como corresponde. Salí absuelto, libre de polvo y paja. Si fuese así, yo estaría preso. Él se ponía celoso porque la ayudaba mucho y me preocupaba de ella. Él, como no tiene papá, veía una figura paterna en mí. Tenía un odio salvaje hacia esa niña; le escribía que la odiaba en su cuaderno y esa clase de cosas. El cabro tenía problemas sicológicos, se subía al techo y decía que se iba a matar. Estaba mal porque su papá no lo reconocía. Me llama la atención que nombra a gimnastas con los que sí tuve problemas.

¿Por qué no siguió usted en la academia de Tomás González?

Llegamos a un límite. Por culpa de Paula se armó todo este problema. Tras su carta me llamaron, planteé toda mi defensa, les dije que las cosas no se hacían de esa forma, que había un comité de disciplina, y que no estaba de acuerdo con lo que se me estaba haciendo. Así terminó nuestra relación. La Federación me dijo que Paula o yo nos teníamos que bajar del Sudamericano, que fue una semana después de los Bolivarianos. Decidí bajarme y Franchesca también.

¿No maltrató a Paula?

A ver, yo nunca le pegué. Eso es el maltrato para mí.

¿Y el maltrato sicológico?

No, para mí eso no es un maltrato. Si haces un análisis de todos los entrenadores, en todos te vas a encontrar un trabajo sicológico. Por ejemplo, si estoy con una gimnasta en la viga y no se quiere tirar, le empiezas a aplicar una carga sicológica grande para que se tire y con eso lo logra, porque le das una seguridad. Pero si esto lo ve una persona ajena a la gimnasia, va a decir que es un maltrato sicológico y no es así. Ella dice que yo la golpeé, pero estaba hasta la vicepresidenta de la Federación presenciando todo.

¿A cuántos gimnastas ha echado de su gimnasio?

A muchos. Por indisciplina y por falta de lealtad. En Chile, las gimnastas son muy desleales. Cuando no cumples con llevarla a la selección nacional, pasas a ser el más malo.

"Mediocre", "cabra de mierda", o "todo lo que ha conseguido es gracias a mí" ¿Son ésas las formas en que trata a sus deportistas?

A Marcela, cuando la eché, claro que le dije así. Que era floja. Ella tuvo seis entrenadoras. A Isabel Lazo también la hizo mierda, a Emilio Cubillos… Y así. A ella la castigaron en el CAR, hasta la encontraron vendiendo droga. A ella sí le dije que todo lo logrado era gracias a mí; pero de ahí a que le diga a mis deportistas que son una mierda, no. Felipe es un cabro que sicológicamente estaba cagado en ese momento. Katherin Soto es una gimnasta que le hice clases apenas tres meses.

¿Es una persona violenta?

No. Mi trabajo me avala. Sí reacciono ante ataques. Es obvio que si alguien habla mal de mí, reaccionaré. Pero todo lo que te han dicho de mí estas personas es mentira. Nunca he sido castigado por la Federación, ni por nadie. Falta que digan que soy maricón. Hubo gente que incluso me acuso de ser pedófilo, aprovechándose de la situación con C.L. de forma anónima, enviando correos personales míos, hackeados, a gente de la Federación y el Comité Olímpico. Averigüé con los detectives y fue un entrenador.

¿Y usted no lo denunció?

No, porque los detectives me dijeron que era muy difícil comprobarlo. Él hizo un montaje a esas fotos, las trucó. El daño que quieren hacer a los entrenadores top es muy fuerte. No hay nadie que tenga mi conocimiento y eso genera envidia.