Un día dentro del equipo de moda

Unión La Calera2

En la semana del regreso a la competición, a horas del cruce ante Colo Colo, La Tercera vivió un día junto al plantel de La Calera. Desde el desayuno colectivo, pagado y servido esta vez por el delantero Monreal, hasta las bromas de Ángel Rodríguez y los retos del DT en la práctica. Una jornada en el corazón de un conjunto obligado a reinventarse tras la venta de sus figuras.



"Ordena un poco los jugos. Van a pensar que esto es un chiquero. ¿Ahí está bien para la foto?", pregunta Matías Febre, preparador de arqueros de Unión La Calera, mientras le da la bienvenida a La Tercera. Son las 10.15 de la mañana y el plantel cementero acaba de desayunar en el quincho del centro deportivo de Mantagua. Se alista para su debut en el segundo semestre ante Colo Colo. Pan integral, galletas de arroz, y jugos en botella componen el menú que se reparte sobre las mesas de madera, que están un poco mojadas por lo frío de la mañana. Los alimentos llegaron en el vehículo del refuerzo Josepablo Monreal, a quien por turno le tocó servir a sus compañeros. La tradición se viene repitiendo desde que se inició el torneo: "Vamos por número de camiseta. Hoy le toca a Monreal, y él se encarga de traer todo. No todos se ponen. Los juveniles pasan de estos gastos por un tema lógico, pero sí tienen que ayudar a ordenar después de comer", explica Carlos Contreras, coordinador del club.

Es miércoles, y pese a la lluvia pronosticada, un frío sol acompaña la práctica que comanda Víctor Rivero. Sobran petos. Ya no están en el plantel dos de sus grandes figuras: Bryan Fernández y Gabriel Arias. "Duele la partida. Bryan es un excelente jugador. Los partidos que jugó fue goleador del campeonato, y eso que, a veces, no estando al 100 por ciento, marcó diferencias. Se va a sentir su ausencia, igual que la de Gabriel Arias. Pero la unión del grupo es lo que nos hace más fuerte", dice Ángel Rodríguez, el dueño del mediocampo.

El equipo realiza el calentamiento a unos 50 metros del DT, quien con una pizarra en mano, toma nota. Juegan al tontito. Las risas abundan en el equipo sensación de la primera rueda, que se prepara para sorprender al Cacique en Sausalito. "Ya estamos muchachos. Vengan acá", grita Rivero, con un tono que retumba por todo el complejo. Silencio, que Sebastián Prado (ayudante) les quiere decir algo. "Muchachos, les quería decir...". Un murmullo de los jugadores interrumpe por un momento el discurso. "Silencio, muchachos. Es un tema serio. ¿Cómo entienden?", corta en seco el DT. Prado continúa: "Estaré con lentes por un buen tiempo. No es porque quiera, sino porque tengo un problema a la vista, a la córnea. Ahora todos se ponen los petos de GPS", explica la mano derecha del DT. "No usa lentes para verse más feo de lo que es, por si acaso", agrega Rivero, distendiendo el ambiente.

Los ejercicios transcurren de manera normal. "¿Cuándo llega el mate que pedimos? ¿Llegará antes del 18 de diciembre?", lanza Ángel Rodríguez.

Rivero pide concentración, quiere más intensidad. A tal punto, que llega a generar un roce entre dos de sus refuerzos: el juvenil ecuatoriano Santiago Micolta y el delantero Josepablo Monreal, quien disputan el uno a uno con una fuerza digna de un partido oficial. El chileno, en el último ejercicio antes de comenzar los trabajos con once jugadores en cancha, le quita el balón con una fuerte barrida que no deja a nadie indiferente: "Upaaaa. Eso es. Esto es en serio", grita Rivero.

En las instrucciones en el juego en cancha, Víctor Rivero demuestra su personalidad. No le tiembla la mano. Ordena, grita, a ratos se muestra disconforme. Le pide a Ángel Rodríguez que no se salte el mediocampo con pases en profundidad. Luego increpa a uno de sus dirigidos: "Manzo, no puedes marcar así. No te pueden sacar de la posición de esa manera, casi que moviéndote un ojo. Si no eres agresivo no me sirve en esa posición", grita el estratega. El futbolista sólo asiente con la cabeza, como intentando pasar rápido el momento.

En las graderías, Carlos Contreras graba cada movimiento. A los segundos, el DT se desespera por una cinta marcada en el suelo de la cancha que se corre: "¡Tarro! (ayudante de utilería), arregla eso. ¿Estás corriendo porque sabes que van a pagar los premios?", comenta con carcajadas.

La delantera escogida para los ejercicios es comandada por Gianluca Simeone, Micolta y Monreal. Este último corre con el balón desde la mitad de la cancha y saca un fuerte zapatazo que pasa cerca del vertical: "Eso es. Pero Paredes no hará eso en Colo Colo. Le tienen que salir antes, hay que ahogarlo", grita el DT.

A cinco minutos del final, Martín Iribarne, gerente general, llega para motivar. Espera a que finalice la práctica, mientras los futbolistas se retiran al camarín. Recogen plátanos y toman jugo, que están sobre una mesa ordenada por el utilero. Dejan su vestimenta para meterse a baños de hielo. Lucas Giovinni, arquero histórico del club, recoge el parlante y pone una fuerte cumbia que saca aplausos espontáneos.

La Calera sigue soñando. Saben que el objetivo cambió. Ya no pelean por descender,. "El objetivo cambió. Ahora el objetivo es clasificar a una copa internacional. Eso sería espectacular e histórico para el club", declara Iribarne.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.