Dos hombres, dos milagros

Rueda


Con sumo respeto y guardando las distancias hago esta comparación. Se fue el Papa de los Pobres y llega el Entrenador de los Ricos. El Papa Francisco dejó mensajes de norte a sur para la urgente reflexión. Para un país que requiere de cambios, cuya sociedad practica la violencia hasta en los estadios de fútbol, ignorando su pandemia de intolerancias. Así y todo le expresaron además y con sumisión que en Chile se encarcela la pobreza. Vaya donde vaya le exigirán milagros y la palabra precisa para dejar contentos a moros y cristianos. Buen viaje Papa Francisco.

Y este viernes presentan al Entrenador de los ricos. Bienvenido Reinaldo Rueda. De él no se conocen mensajes. Sabemos sólo de sus obligaciones, desafíos y responsabilidades. La ANFP le exige sí o sí que debe clasificarnos para el Mundial de Qatar, mejorar el nivel futbolístico y controlar un camarín de jugadores ricos. Debe devolvernos la alegría. Si lo logra será un milagro. Santos hay, no sé si habrán sacerdotes o monaguillos para el cambio de sotanas.

Hoy lo presentan a la curia futbolística chilena. Si logra resultados sentirá cómo quieren en Chile al amigo cuando es forastero.

¿Cuál es el autorretrato de Reinaldo Rueda?

Es decente, sereno, mesurado y equilibrado. Su seriedad se convertirá en una muletilla molesta para algunos. Tal como lo enfrenté en Medellín desde sus inicios en el año 1994 como entrenador de la sub 20 de Colombia. Su equipo poseía orden táctico, físico y futbolístico, ganándonos 1 por 0. De aquella época ya destacaba la escuela de entrenadores colombianos. Alternando conocimientos con ellos supe que en esos años ya incorporaban los métodos modernos de fútbol con la realización de viajes, seminarios y charlas por el mundo entero. Se prepararon con el pragmatismo del Viejo Continente y uno de sus maestros, Pacho Maturana, seguía con unción el sistema 4-4-2 del italiano Arrigo Sacchi del Milán.

Sr. Rueda, cuando mastique la derrota, no pierda los estribos y con rienda firme como dicen en el campo, a jugársela; huaso pobre o huaso rico.

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