La verdadera imagen

BEAUSEJOUR


Los que creen que el fútbol es un deporte de contacto, están muy equivocados. Este deporte es un juego de emociones, de mucha adrenalina y ansiedad latente, de gestionar las incertidumbres y en el que pestañe, pierde. Desde el lunes se prepara el cuerpo, el alma y el espíritu para transformarse con el cuidado de pisar el pasto, a veces tan seco que a la menor chispa enciende todo.

El fútbol es un juego de errores y no hay más. Los sabemos bien quienes hemos jugado verdaderos clásicos, como los de antes, bajo una rivalidad bien entendida, y no los Superclásicos enardecidos por esta sociedad exitista, abrumada por el peso del odio y la intolerancia.

La deshumanización del fútbol se ha globalizado. Convive entre grandezas y calamidades.

Admiro a Jean Beausejour, pero me sorprendió su hiperventilación contra Colo Colo. Ese muchacho cuerdo y mesurado en sus declaraciones y que domina más de 200 palabras frente a los micrófonos y cámaras de TV, claro para hablar de temas contingentes alejados de una cancha de fútbol, tuvo sus minutos de ira y ofuscación. Me recordó a King Kong en la cúspide del Empire State Building, dando manotazos a diestra y siniestra para derribar esos avioncitos que pululaban sobre su cabeza. Varios sintieron la envergadura y embestidas de ese tórax inflado de impotencia.

Pero tras 24 horas de meditación, envió una potente señal. Una señal de grandeza. Y apareció el hombre templado, honesto y avergonzado de decirle a todos que no es un ser impecable. Pedir perdón ante el error es de hombre o mujer de bien. Un mensaje esperanzador ante tanta artimaña, complicidades tóxicas y justificaciones pueriles que enlodan el fútbol. No transita por atajos ni acaricia las trampas por la vida, pues habla desde la reflexión. Eso, el fútbol lo agradece. Con sus palabras de arrepentimiento borró el calamitoso cartel de la soberbia y burla colocolina.

El Bose de origen mapuche y haitiano es de otra estirpe. Hasta en la contrición es un ejemplo a imitar. El de la iracunda imagen... no es él. Para los niños de Chile, tarea para la casa.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.