Márquez contra los elementos

Marc Márquez
Foto: EFE.

Envuelto en la polémica y penalizado en la salida, el español vence de nuevo en su pista fetiche.



La semana más compleja de Marc Márquez desde su llegada a la categoría reina del motociclismo terminó con un triunfo incontestable, apabullante, en su Gran Premio, el de las Américas. Ése que no conoce otro piloto en el primer cajón del podio. Ése en el que nadie puede hacerle sombra.

Y eso que esta vez el Sheriff español no lo tuvo tan fácil. Apenas dos semanas después de su alocada y largamente señalada performance en Termas de Río Hondo, donde una temeraria maniobra suya terminó con Rossi en el suelo, ganándose el repudio de buena parte del mundo del motor y de más de media grilla, el tetracampeón planetario logró quedarse con la pole en Austin. Pero entonces regresaron los fantasmas, y una penalización de tres puestos por obstaculizar a Viñales en la qualy terminó por retrasar su posición en la salida. Y por situarlo, irónicamente , en la segunda línea, justo por delante de Valentino, como si el cruce de declaraciones mantenido entre ambos desde el episodio de Argentina no le hubiera agregado ya un morbo añadido al GP texano.

Fue entonces, cuando se supo, una vez más, en el punto de mira de todos, que apareció la versión más autoritaria del defensor del título. Apenas una vuelta tardó Márquez en tomar la delantera. Viñales falló en la salida y Iannone se las ingenió durante los primeros giros para evitar lo inevitable, que el de Honda terminase rebasándolo y pusiera la directa hacia el triunfo. Porque una vez que logró ponerse por delante, la carrera sencillamente se terminó. Por temor, tal vez, a sufrir nuevas penalizaciones por su manejo temerario, Márquez voló esta vez en solitario hasta divisar la bandera de cuadros. La vio el primero; por sexta vez consecutiva en Austin; por sexta vez en seis carreras.

Detrás del ganador, que se sitúa en el Mundial a un punto del líder Dovizioso (5°), llegó Viñales, que logró mantener a raya a Iannone; y tras ellos un impotente Rossi, que tuvo que presenciar como el hombre que lo había tirado al suelo en Argentina volvía a tocar con los dedos el cielo de Texas. Márquez se llama. Y es el mejor.

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