No basta con ganar

Universidad Católica
Foto: Agencia Uno.


Para comer pescado y analizar apenas por el resultado, hay que tener mucho cuidado. Me explico: si entrenadores, jugadores, comentaristas, periodistas e hinchas locales siguen haciendo el ejercicio simplón de deducir que un equipo es bueno porque gana, más o menos porque empata y malo porque pierde, seguiremos estando en la B por un buen rato.

En el afán cobardón y triste de quedar bien con todos, supongo, de no fallar jamás, intuyo, esta malísima costumbre ya ha pasado a ser una suerte de tradición en nuestra comarca. Revisemos algunos ejemplos. "Unión Española juega bien, ordenadito, por algo va puntero", decían algunos en las primeras fechas del semestre pasado. "No, la verdad es que juega mal. Es muy defensiva y sin embargo no marca bien. Le cuesta mucho llegar al gol. No es protagonista y depende demasiado de Pinares. Cuando necesite tener más posesión no va a saber cómo", dijeron otros. Y usted vio como le fue finalmente al equipo de Palermo en el torneo. Y en la Copa Libertadores.

Pasó lo mismo, pero al revés, cuando llegó a Chile Marcelo Bielsa. Derrotas antes Paraguay y Brasil y la mitad de los "conocedores" certificaron su fracaso. Porque perdía. Pocos vieron, por encima de los resultados, lo que ya era notorio: se jugaba distinto y mejor, se estaba cambiando la piel, el sistema, la cultura de un medio entero y de un grupo de jugadores que, si seguían así, llegarían lejos. Como finalmente pasó. ¿Con Sampaoli? Lo mismo. En la U y en la Roja. "Le está saliendo mal, no sirve, está perdiendo". Mala lectura del medio, nuevamente. Por atarantarse. Por quedarse con lo inmediato y no ver lo trascendente.

¿Borghi? Tuvo de las dos. Lo reventaron cuando llegó a Colo Colo y perdió por goleada ante las Chivas en México, sin notar que debajo de la pintura se notaba un cambio positivo para los albos. Un cambio que luego se haría evidente. En la Selección le pasó al revés. Partió ganando, pero era muy notorio que tenía problemas para conducir una epopeya de ese tonelaje y que, tarde o temprano, vendría la debacle. Así no más fue. Igual que con Pizzi. Ahora, recién ahora, tras el fracaso feroz que implica ver el Mundial por la tele, muchos dicen que trabajaba poco, que era muy permisivo, que preparaba mal los partidos, que dejaba al plantel abandonado a su suerte (o a sus caprichos) en los días y meses libres. Pero cuando el equipo ganaba, casi nadie lo notó. Aunque las falencias eran igual de evidentes.

Para qué decir lo que pasó recién con Guede. Si perdía, no jugaba a nada. Aunque estaba clarito que Colo Colo era el equipo que mejor jugaba en Chile. Dijeron que el plantel estaba destruido, que dependía Valdivia y Valdés, que sólo ganaba por Paredes, que era defensivo, que jugaba al contragolpe. Puras tonteras. Errores de análisis sostenidos por una que otra derrota guacha. ¿El río que corría por abajo? Ni lo vieron. Hasta que los títulos de la Copa Chile, la Supercopa y el Torneo Nacional vinieron a desmentir tanta brutalidad.

Ejemplos hay miles. El tema es que todos tienen que ver con lo mismo: si vas por la vida de conocedor, el mínimo exigible es que el argumento y el análisis vaya un poco más allá de los límites del jefe de barra, la señora Juanita o el colega de oficina.

Pasa hoy con la UC de Beñat. El otro día escuchaba a alguien decir: "¿pero qué le pueden decir a la UC si ha ganado cinco partidos?". Uf. Por supuesto que se le pueden decir muchas cosas al actual puntero.

Desde luego, que al menos hasta aquí es un equipo desequilibrado. Sólido en lo defensivo (ante equipos menores) pero de escasísimo volumen ofensivo. Un equipo que llega muy poco, lo que nunca será sano y sólo augura malos ratos ¿La posesión y el protagonismo no implican nada? Puede ser... salvo porque, según los estudios de la FIFA en las distintas ligas del mundo, los equipos que son protagonistas ganan "apenas" el 88% de las veces. ¿Si te hacen pocos goles no pierdes? A veces. Lo único realmente cierto es que el que hace más goles, siempre gana.

¿Mejorará el puntero? No sabemos. Pero lo necesita. Por ahora no convence. Es un equipo digno, desde luego. Ligado a una inversión más bien escasa, obvio. Pero ante todo es fome. Y eso nunca es una buena noticia sino un problema, una carencia. Y una pequeña estafa. Porque el fútbol profesional no se trata solamente de ganar, sino también, desde el momento en que se cobra entrada, de dar espectáculo. Existe la obligación de divertir, de entretener. La obligación, que eso nunca se le olvide. ¿Depende de los jugadores que tengas? Tampoco. Un buen técnico mantiene su sistema, su ética profesional y su discurso más allá de la mano de obra y la masilla. Y si no la tiene (como hicieron Bielsa y Sampaoli), la crea, la moldea. El resto es verso.

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