Oneto: "La de Italia era gente mentirosa; dicen que es el estilo siciliano"

Marco Oneto

De vuelta tras 19 años en Europa, el viñamarino repasa su carrera, los logros y los errores del último tiempo. También habla sobre la Selección y cómo los grandes jugadores la levantaron y la dejaron caer al renunciar.



Una sola camiseta, desde ahora, vestirá Marco Oneto, el mejor handbolista chileno de la historia: la de la Selección. La semana pasada el ex Barcelona y Veszprem anunció que, a los 35 años, se retira de Europa, del profesionalismo y sólo defenderá a Chile en dos torneos este año, si es que alcanza a recuperarse de las lesiones sufridas en Italia. No es lo único, pues se vino también por una situación familiar. "La meta que tengo es llegar recuperado al Odesur y el Panamericano. Y ahí ver qué sigue", señala.

¿Lo pasó mal en Italia?

Italia fue un engaño, una muy mala decisión, me debería haber quedado en Portugal. Italia me lo pintaron fabuloso, pero era un problema tras otro. Las personas que trabajan ahí, los directivos y sobre todo el cuerpo médico era terrible.

¿Eran poco profesionales?

Se buscaban problemas por todo, hacían las cosas siempre a espaldas y, sabes, eso siempre genera problemas. Y la parte médica... el quiropráctico y el médico no trabajaban de acuerdo. El doctor se iba y nos dejaba semanas sin atención. Terminé vendándome la rodilla o vendando a un compañero.

Antes, en Polonia, también tuvo problemas.

Pero ahí fue un tema diferente. Allí el médico no me puso en aviso de una lesión.

¿Mala intención, para hacerlo jugar?

Nunca pude saberlo. Me pasó lo mismo en Veszprem, en Hungría, donde estuve jugando dos meses con un dolor terrible en la pierna. El doctor me decía insistentemente que era muscular y terminó siendo una fisura. El tema es que te hacen jugar nomás. En Italia estuve cinco meses sin terapia, porque el doctor no creía en terapias. Ni le gustaba que nos masajearan. Era gente mentirosa, dicen que es el estilo siciliano.

¿Cuál fue su mejor momento en Europa? ¿Con Barcelona campeón de Europa?

Efectivamente, el tramo de 2010 a 2015, esos años fueron años muy buenos, tanto con los clubes como con la selección.

Usted llegó inmediatamente a un equipo grande, al Barcelona, ¿el aprendizaje comenzó en ese mismo momento?

Sí, pero no me di cuenta hasta ahora. Siempre pensé que esto de estar en el Barça o jugando la Champions era lo que me había tocado vivir. Nunca fui de ver hándbol, de saber el nombre de los jugadores, la tabla de posiciones. A mí me gustaba jugar, me esforcé, me autoexigí, pero nunca fue mi meta llegar al Barça, ser campeón de Europa, de Liga o capitán de la Selección. Llegué al Barça y tenía compañeros campeones olímpicos y campeones mundiales y no tenía idea quiénes eran.

Bueno, no sería fácil buscar.

No, ni tampoco la buscaba, ni hoy. Cuando chico tenía un compañero de San Felipe que tenía muchos videos VHS, con partidos de Europa, sabía los nombres de todos los jugadores y yo no tenía idea de lo que hablaba, me sentía inadaptado. Lo mío siempre ha sido jugar, no interesarme por lo que está afuera de la pista, yo tengo otros hobbies.

Entonces, asumo que no le gustaría ser técnico.

Sí me gustaría, pero sobre todo en las inferiores, me gusta la formación. Hay varias líneas de técnicos. La que me gusta dice que tenemos que tener claro dos o tres cosas del otro equipo, pero lo que más tenemos que preocuparnos es de hacer lo nuestro bien.

¿Por qué eligió el balonmano? Siendo alto pudo dedicarse al básquetbol o al vóleibol.

Siempre me llamaban para básquetbol, pero nunca me llamó la atención, lo encontraba muy suave, fome y con poco contacto, poco movimiento. El hándbol es mucho más dinámico. Cuando me metieron a hándbol, por la altura, qué sé yo, me encantó, pero no aprendí altiro, me tardé un año.

¿Y vóleibol?

Era otra época. Mi colegio no hacía vóleibol. Teníamos una multicancha de cemento y la hora de educación física era la hora de sacar la vuelta, lamentablemente.

¿Qué lo sedujo del hándbol?

El contacto, la fuerza del juego, el dinamismo, la pasión... El hándbol es más de piel, de lucha cuerpo a cuerpo, más fricción y es muy táctico también. Me atrajo eso, que se podía poner toda la fuerza, las ganas. En el básquetbol me tenía que controlar, no ir tan fuerte. En el hándbol mientras más fuerte iba, mejor.

¿Qué ha cambiado para que ahora Chile clasifique con regularidad a Mundiales?

Sinceramente, nuestra generación lo cambió, la que fue adulta en esos años de 2014 o 2015. Puede sonar un poco fuerte o pesado, pero fue así. Aquí no hubo un trabajo por parte del Estado o sección del Estado de formación...

¿Ni de la federación?

Menos. Si a mí me echaron de la federación. Tenía 15 años cuando me rompí el brazo jugando, en tiempos en que uno pagaba todo por jugar por la Selección. Me dijeron si no pagas, no vuelves, y no volví. Hasta que me fui a España y me llamaron cuando estaba allá.

¿A quiénes incluye en aquella generación?

Emil Feuchtmann, Felipe Maurin, Felipe Barrientos, Guillermo Araya, René Oliva, Rodrigo Salinas, Alfredo Valenzuela, Rodolfo Cornejo.

¿Entonces, el alza se dio por los resultados de esa Selección?

Se dio porque hubo dos o tres locos que nos fuimos y subimos el nivel de la selección. Siendo sincero, el equipo era corto, teníamos el siete inicial y complicaba hacer cambios. Ese siete tuvo mucho desgaste, jugó muchos partidos, muchos minutos. Si no hubiésemos salido medalla en los Panamericanos o no nos estuviéramos clasificando a los Mundiales, el hándbol en Chile habría tenido un mejora, pero más lenta.

¿También por la mayor ayuda que reciben los deportes colectivos en los últimos años?

Relativamente, tras Guadalajara, Gabriel Ruiz Tagle, que era ministro del Deporte, nos prometió el Proddar y tardaron un año y medio en pagarlo y sin retroactividad. Eso es una falta muy grave, nos tuvimos que callar.

Todas las divisiones y renuncias en la Selección, ¿afectaron negativamente?

Por supuesto, esos tres años siguen afectando. Lamentablemente, la decisión desacertada de esos chicos de retirarse de esa manera, contando un tema público, paulatinamente, atacando a la federación, a jugadores, incluso a mí, dividió al hándbol. Nos posicionó como un deporte conflictivo a ojos de todos, lo que también complica a los auspiciadores. Nos frenó el envión que llevábamos. Si hacemos la raya a la suma salimos para atrás en tema deportivo, de imagen, de cohesión, en amistades, en todo. No hubo un ganador. Fue una estupidez, un error, por una lucha de egos entre algún jugador y el cuerpo técnico que había.

¿Hoy, además de jugar, cómo pretender ayudar a la Selección?

El tema dirigencial me gusta, pero no me agrada cómo se lleva en Chile. Por lo tanto lo descarto. Sí me veo como un formador. Me gusta, me divierte entrenar y tal vez podría ayudar. Junto al ex presidente de la federación, Fernando Montalva, que es mi socio en la empresa y en la fundación, vemos que hacemos más desde ahí que dentro de una directiva. La ayuda es más directa, no nos perdemos en la burocracia del deporte en Chile.

¿Como ve la llegada de Mateo Garralda?

Es la sangre que necesitaba este grupo, un apasionado. La forma de trabajo era algo que estábamos necesitando ya, estábamos estancados. Con Fernando Capurro crecimos mucho, pero llegamos a nuestro límite. Así que el recambio fue bueno.

¿Cree que su deporte es menos reconocido en Chile?

Sí, aunque ha cambiado mucho. Hace 20 años nadie sabía qué era. Pero hay crecimiento, sobre todo después de los Juegos Panamericanos de Guadalajara 2011. Siempre lo nombro como el momento del break de nuestra popularidad, de nuestra alza.

¿Por qué?

Fue bronce, el primero. Incluso se transmitió por televisión la semifinal ante Argentina en vivo. Hubo declaraciones que nos hicieron estar en el ojo del huracán en algún momento. Hubo muchas cosas que nos hicieron destacar poco a poco y de ahí pudimos mantener los logros y mejorarlos en muchos casos. Y eso ha hecho crecer mucho, incluso la presencia de sudamericanos en Europa ha crecido.

Como la de los chilenos.

Es que el grueso de nuestros jugadores no está en primer nivel. Ahí nos caemos un poco.

Al menos para usted, ¿fue posible vivir del balonmano?

Sinceramente, tanto me gasté como ahorré. Gracias a Dios, teniendo en cuenta que en la posición que juego no es la mejor pagada, llegué a tener uno de los mejores sueldos en Europa dentro de mi posición (pívot). A pesar de que con la juventud gastas más plata de la debida, me permito ahora construir mi casa, tener un departamento y dinero ahorrado. Mira, mi empresa fue iniciada sin ningún crédito, todo con mi bolsillo, al igual que la Fundación.

¿Los otros chilenos, los que están en la B en España o en otros países, también pueden vivir del hándbol?

No sé la economía de todos, pero sabiendo lo que cobra un jugador promedio en esas divisiones, puedo decir que pueden sobrevivir. Pero hoy hasta en Primera División de España, los jugadores tienen que trabajar también en otra cosa.

¿Su empresa, qué hace?

Productos deportivos y organizamos giras deportivas. Los últimos dos o tres años, hicimos todas las giras que han hecho las selecciones, en Francia, España, Georgia, Dinamarca, Brasil, Argentina.

La fundación es distinta, lleva muchachos a Europa.

Nos hemos centrado los últimos tres años en eso, pero ese debería ser el final de mi proceso. Ahora voy a poder por fin crear lo que tenía pendiente, un club deportivo. Ahí quiero desarrollar el proyecto completo. Quiero tener un lugar propio, estoy luchando para eso.

¿Cuál es su balance de esos chicos en Europa?

Ya hemos hecho cuatro, dos en España, una en Polonia y una en Alemania, y al principio nos costó, este año por fin creo que podría lograrse que los chicos consigan un contrato deportivo. Mucha gente cree que soy el representante, que cobro, pero no es así.

¿El mejor jugador joven hoy?

Me pone en un compromiso, hay varios niños de la fundación...

¿Pero tiene un nombre, para sí?

Ya, voy a dar un nombre. Le tengo mucha fe a José López y está lesionado. Capaz que esto le venga muy bien.

¿Cuál es la principal característica de José?

El mejor punto de Jose es él. Es una persona humilde, trabajadora, que se sacrifica, que lucha por lo que quiere y que tiene los pies en la tierra. Él va a ser mi suplente natural en la Selección.

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