Padre de Ríos: "Con un servicio como el de Jarry, Marcelo habría ganado grand slams, seguro"

jorge rios
Foto: Pedro Rodríguez

Jorge Ríos no tiene una buena opinión del periodismo y, por lo mismo, desconfía de las entrevistas. Sin esconder su recelo, el progenitor del tenista chileno, un exitoso empresario del sector inmobiliario, accede a recibir a La Tercera con motivo del 20º aniversario de la gran hazaña.



Cuenta Jorge Ríos (72 años) que una casualidad hizo que su hijo Marcelo se dedicara al tenis, a los ocho años: "Viví un tiempo en Ecuador y comencé a jugar golf. Allá aprendí que vivir cerca de una cancha era lo ideal. Cuando volví, nos fuimos a vivir al vecindario del Club de Golf Sport Francés. Traté de que Marcelo jugara golf. Pero para ir a las canchas de golf, o a la piscina, tenía que pasar por la canchas de tenis. Y quedó obnubilado. Sin que nadie le dijera, tomó la raqueta". Luego, con el apoyo de su madre, Alicia, y del profesor Felipe Puelma, dio sus primeros pasos en el deporte que lo elevaría a número uno mundial. "Por supuesto que no se me pasó por la cabeza que iba a llegar tan lejos", dice.

Si usted no se hubiera ido a vivir entonces a Vitacura, ¿qué habría sido Marcelo?

Antes del tenis jugó al fútbol, al arco, hizo bicicross... Tenía habilidades para los deportes. Lo más similar era el ping pong y jugaba muy bien. No sé qué habría pasado. Seguramente habría tenido una vida normal. Habría estudiado, obtenido un título, ejercido una profesión. Lo que todos los padres quieren para sus hijos.

¿Qué habría estudiado? ¿Era bueno para los números?

No, nada. Nunca le gustó demasiado el colegio.

Usted es el máximo referente de su hijo. Incluso ahora de adulto.

Es la tendencia humana. Yo diría que hasta que cumplió 40 años, mi influencia, mi cercanía y mi ayuda ha sido mucha. Pero una vez que cumplió los 40, no me pesca ni en bajada. Ya maduró, tiene su vida. Mi influencia ya no existe.

Sin embargo, nunca se involucró en su carrera. ¿Se arrepiente?

No, para nada. No lo hice por casualidad, sino ex profeso. Tenía mi profesión, mi trabajo y mis deberes. Y además sabía de otras familias que se habían entusiasmado y vendido todo, que se habían mandado a cambiar al extranjero con la ilusión y la esperanza de que la apuesta funcionara. Pero jamás se me pasó por la cabeza que ese era el destino que iba a tener Marcelo. Solo me di cuenta de que la pasión que demostraba por ese deporte era tan grande, que estaba dispuesto a hacer muchos sacrificios por hacerlo bien. Y yo no tenía posibilidades de decirle que no o que primero tienes que estudiar y después te dedicas al tenis. Ahí ya se pasó el minuto. Al revés, si le iba mal en el tenis, era posible decir "ahora vuelve y estudia". A Marcelo le pareció razonable. Hicimos un acuerdo en que lo iba a apoyar, siempre y cuando el primer año se metiera dentro de los 300; el segundo año, dentro de los 200 y el tercero dentro de los 100. Para mí era un desarrollo tenístico exitoso, porque entre los 100 ya tenía acceso a los torneos y facilidades. Si eso no se cumplía, Marcelo estaba de acuerdo en olvidarse del tenis profesional y volver a los estudios. La verdad es que cumplió mucho más allá de eso. Según las estadísticas, el primer año estuvo 107, el segundo 25 y el tercero, 11. Cumplió con creces y siguió. Mi señora igual quería que terminara cuarto medio. Y en un colegio especial para talentos, mediante exámenes libres, logró terminar el colegio.

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Foto: AP.[/caption]

¿Un número uno sin ganar un grand slam rebaja la conquista?

Si me dieran a elegir entre ganar un grand slam o ser número uno, no tengo dónde perderme en decir que prefiero el número uno. Claro, me habría gustado que ganara no un grand slam, sino varios. Y creo que la razón principal fue por su servicio. Si hubiera tenido un servicio como el de Jarry o como el del mismo Federer o Sampras... O si la ATP, como pensé en un momento, hubiera eliminado el segundo servicio, para hacer más rápido, más entretenido y más justo el juego... ¿Por qué el primero lo juegan a todo y el segundo con cuidado? No tiene lógica. Si no hubiera habido esa regla, Marcelo habría llegado muchísimo más lejos. No habría tenido tanto desgaste y habría ganado grand slams, seguro. Marcelo ya debió quedar número uno en enero del 98, ganando el grand slam que perdió en forma totalmente inesperada y jugando, parece, muy mal tenis. Yo sólo vi pedazos por televisión. Esa era la oportunidad clara.

¿La vida fuera de la cancha le pasó la cuenta a su hijo?

Para nada. El trabajo que desplegó para lograr sus metas fue grande. Sus pares lo reconocían como uno de los jugadores que entrenaba con mayor seriedad y profesionalismo. Las cosas a las que tuvo que renunciar en su vida: estudios, fiestas, relaciones con los amigos, fueron muy grandes. En general, demostró hacer las cosas bien. Que puntualmente hizo tonteras que fueron cubiertas con intensidad por los medios, es otra cosa. Pero no creo que el comportamiento fuera de la cancha le haya afectado. Para mí fue el servicio.

¿Y las groserías? ¿Cómo se defiende del episodio que protagonizó su hijo hace un par de semanas frente a los periodistas?

Me pareció tremendamente malo. No me gustó lo que ocurrió, no fue el momento. A favor de él, sí tengo que decir que no lo hizo porque se volvió loco o tuvo una inspiración extraña. Tenía razones que había ido acumulando. Y en esa semana del desgraciado evento le había sucedido una situación incómoda con los compañeros de la Davis. Tenían un grupo de WhatsApp, como la gente común, y se intercambiaban chistes, información, bromas, se citaban a reuniones, lo que fuera. En general, estos grupos se crean con un fin y después se transforman en un divertimento. En este caso, alguien del grupo filtró algunos mensajes, seguramente chistosos. O alguien lo hackeó. Y La Cuarta lo publicó en el sentido negativo de ir tomando frases de Marcelo en contra de algunos jugadores. Eso lo tenía a punto de explotar de un momento a otro. Y explotó. Quizás no fue el momento adecuado, pero esa es una de las razones. De hecho, después hubo otra filtración, en la que hablaba de Jarry. Y La Cuarta volvió a publicar que estaba perjudicando a nuestro gran valor. Y no había para nada eso.

¿Y cuál es la segunda?

Que él, como experiencia de vida, cree que los periodistas mienten. Es su experiencia desde los inicios. Yo no estoy de acuerdo. Yo creo que los periodistas no mienten; faltan a la verdad. ¿Cuál es la diferencia? Pareciera un juego de palabras, muy sutil, pero es una diferencia importante. Porque cuando uno miente sabe que está diciendo algo que es falso. Miente, a sabiendas. Y cuando uno, sin verificar si es verdadero o falso, publica algo que no corresponde a la verdad, está faltando a la verdad. Y eso, desgraciadamente, ocurre mucho. No estoy metiendo a todos los periodistas en una sola bolsa, hay excepciones. En general, los periodistas se respaldan en sus fuentes. Y si la fuente se equivocó, le echan la culpa. Pero el daño está hecho. Para Marcelo es una experiencia de vida que lo lleva adentro y que le hace reaccionar en mala forma. En este caso particular, vio a uno o dos periodistas que le habían hecho daño, que, según él, habían publicado una mentira, y no pudo resistir. Reaccionó mal con algo que le pareció atingente. Pero no era el momento.

¿Tan maltratado se siente?

No es que lo estén atacando. Pero lo han acosado más allá de lo normal, no ha tenido esa vida privada a la que tiene derecho cualquiera. En el caso de Marcelo no se han respetado los derechos humanos. Y quiero terminar con un ejemplo puntual. Marcelo tiene una experiencia desagradable con un periodista en particular, que no sé qué tiene contra él. Se llama Cristóbal Guarello, que durante años lo ha hostigado, ha hablado mal de él. Cuando a Marcelo se le ocurrió opinar de política en la víspera de las últimas elecciones, habló tremendamente mal de él; en forma desdeñosa. Que no sabía nada, que no tenía derecho a hablar… Y seguramente lo hizo porque la posición de Marcelo atentaba contra sus ideas políticas. Dijo que Marcelo no tenía derecho a opinar por diferentes razones. Una era que tenía toda su plata fuera de Chile. Y lo dijo como una verdad que escuchó, que él creía, y que no es cierta. En otra ocasión dijo que Marcelo no pagaba impuestos en Chile. Son cosas graves, delitos. Es una mentira que le afecta, es delicado. Entonces, tengo que ser cuidadoso: no es que sea una mentira, pero está faltando a la verdad. Porque alguien le dijo, lo escuchó.... Yo te hago, como periodista responsable, un reto. Sugiero que investigues esas dos aseveraciones que dice este señor en contra de Marcelo y que se puede demostrar con facilidad que son falsas. Y yo, que tengo la información, te ayudo con la documentación que prueba lo contrario. Y luego lo publicas. ¿Qué te parece?

Interesante, pero no salgamos del incidente del que hablábamos. ¿Usted fue al hotel a recriminar a su hijo?

No es que fuera a eso. Fui a su hotel en dos oportunidades. En una, con mi señora, porque quedamos con Marcelo de comer en la noche. Y en otra, le llevé unos documentos que tenía que firmar. No fui porque ocurrió eso.

¿Pero hablaron del tema?

Sí, seguramente.

Como padre, ¿siente algún grado de responsabilidad?

Ya partí diciendo que no me gustó para nada. Todo lo demás, ya no es necesario hablarlo...

¿Cómo se ha visto afectada la salud de su hijo en el último tiempo?

Antes me decías que Marcelo me veía como su referente. Y omití, porque no me acordé, que él tiene una opinión clara al respecto, de que ha heredado muchos genes míos. Y no estaba muy equivocado, porque resulta que el estudio de la genética demuestra que los genes se heredan. Si no todos, la mayoría. Y considera que recibió genes míos que lo ayudaron mucho en lo que hizo y logró, y recibió algunos que lo perjudicaron en cosas en la vida. Y a lo mejor en una de las que lo perjudicaron fue en la manera de ser. Pero con claridad, lo que me echa en cara son los genes malos que le he entregado para no ser saludable cien por ciento como le gustaría. Puede ser cierto. Aunque el problema en la espalda, que también lo sufro, lo empezó a acusar antes que yo. Ha tenido dos cuadros preocupantes de salud en los últimos años. Uno es el tema de la espalda. Afortunadamente se hizo un bloqueo facetario el año pasado y no le ha dolido más. El segundo tema, que fue alarmante, fue una vasoconstricción reversible en alguna arteria del cerebro. En dos oportunidades tuvo que ir a la clínica para ver qué era lo que pasaba. Le dieron reposo y unos medicamentos. Y ese cuadro en los últimos dos años no se ha repetido y está bastante bien.

¿Y se ha cuidado? Se le ha visto fumando.

De repente fuma. No bebe nada y hace ejercicio todos los días. Quizás, para mi gusto, levanta muchas pesas. Más de lo que debiera, lo que seguramente le puede afectar la espalda. Pero no le duele.

¿Fue complejo para Marcelo verse con 28 años en la disyuntiva sobre qué hacer tras el retiro de una carrera corta?

Quizás la despedida fue a los 28 años. Dejó de jugar tenis en forma continua mucho antes. De acuerdo a los registros de la ATP, sólo tiene ocho años de profesionalismo. Una carrera tremendamente corta comparada con cualquier otro tenista. Federer ya lleva jugando el doble y no tiene para cuándo parar. Marcelo paró porque el cuerpo no le daba más, esa fue la razón precisa. A lo mejor estaba aburrido de los viajes o ya no le iba tan bien. Pero cuando fue número uno, viajó a Buenos Aires a la Copa Davis y se tuvo que retirar por una lesión en el codo. Desde ese momento no pararon las lesiones. Que la rodilla, que el tobillo, que la pubalgia, que la espalda. Y la espalda finalmente lo terminó liquidando. Lo operaron tres veces en Estados Unidos y no quedó bien. Tuvo que darse a la razón y retirarse.

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Foto: Agencia Uno.[/caption]

¿Cuándo volverá de Estados Unidos? Se iba sólo por un tiempo.

Se fue por un año. El año sabático de irse y olvidarse de Chile. Estar tranquilo. En Sarasota, que queda al lado de Bradenton, donde estaba la academia de Nick Bollettieri, tenía un departamento y vivió algún tiempo. La ciudad les encanta a él y a su familia. Ahora decidieron irse por un año, lo que significa sacar a los niños del colegio, cambiarles totalmente el esquema educativo y de amigos... Es un cambio importante y un año pasa volando. No sé exactamente cuánto tiempo llevan, pero los niños ya están aclimatados en el colegio, tienen nuevas amistades, y pensar que al año tienen que volver, ya tienen claro que no. Entonces, el plazo se extendió por dos años. A lo mejor, si están cómodos, si están bien, si están tranquilos y les gusta, se van a quedar más. Él no lo sabe y eso el tiempo lo dirá.

¿Sabe de algún homenaje por el aniversario del número uno?

No sé, no estoy a cargo. He escuchado que hay algo. Por 20 años no tendría por qué ser algo obligatorio. Cuando fueron 10, se hicieron publicaciones, homenajes. Pero no tiene por qué haber algo, un partido con Agassi... En algún momento pensé, y habría sido bonito, haber jugado con Agassi allá, en el mismo lugar. Jugar acá con Agassi, que ya vino una vez, no le encuentro mucho atractivo y no sé qué se va a hacer. Respecto a la palabra "homenaje", me hace mucha fuerza una declaración de la ministra del Deporte, que dice que Marcelo se merece un homenaje por los 20 años, pero que el gobierno no tiene nada que ver con hacer un evento de exhibición, que es privado y que no le corresponde. Pero sí considera que se merece algo. Por lo cual, desmiente que el gobierno estaba detrás de este evento que se iba a hacer frente a La Moneda. Eso nunca fue cierto. Por tanto, el gobierno actual no le estaba quitando el apoyo. No sé si se va a hacer algo o no. Para mí basta con que la gente lo recuerde.

¿Le parece bien que Marcelo haya expresado por redes sociales su postura política?

Estamos en una democracia. Y que la gente opine de sus tendencias políticas es totalmente aceptable. Para mí fue una novedad, pero no me molestó. Es libre. Al revés, que ya tuviera más de 40 años y no hubiera participado nunca en el proceso republicano del país, que nunca se hubiera manifestado, ni siquiera con el voto, me preocupaba. Que de repente haya expresado algunas opiniones es parte de lo que todos los ciudadanos tenemos el derecho a hacer.

A usted no le gusta que su hijo entre a las redes sociales.

Es un riesgo muy grande de las personas que participan en ellas. Se exponen innecesariamente a que la gente diga lo que se le ocurra, a que se produzcan controversias que no se tienen por qué producir. Yo no soy asiduo a las redes sociales, no participo en las redes sociales, pero sigo pensando lo mismo.

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