Parece que no entienden

ANFP


Cabeza dura, muy requete dura. O lisa y llanamente desfachatez, desparpajo extremo. Es imposible concebir otra explicación para entender al caso omiso que sigue haciendo el Consejo de Clubes a las clarísimas señales externas, a la deteriorada imagen pública que hasta hoy los sigue con la fidelidad de un perro.

Hagamos un pequeño recuento: aunque les duela, aunque en muchos casos sea injusto, aunque parezca un exceso, para la mayoría de la gente los dirigentes del fútbol son una tropa de tránsfugas. Malos bichos. Mentirosos, corruptos, deshonestos. O, al menos, pésimos profesionales. Descuidados, pavos, irresponsables. Un lote de mediocres como pocos. Y vaya que se han ganado esa fama. Con creces. Es más: pareciera que cada día hacen más esfuerzos por alimentar el mito.

Materia para la cual, convengamos, ha ayudado bastante la situación externa, la gran certeza jurídica de los últimos años: hace rato que las principales caras del fútbol mundial se pasean por los tribunales del mundo acusados de los más variados delitos. Poco han servido también, en materia de imagen, que el feroz desfalco de la ANFP por parte de Sergio Jadue y sus bribones no haya generado hasta aquí castigos reales, detenciones o al menos una autocrítica brutal. Al revés: la basura sigue bajo la alfombra. Y a veces hasta encima.

Digo: el escenario es malo. Dantesco. Ser dirigente del fútbol hoy resulta, seamos francos, algo muy cercano al total descrédito social. Una contra, un estigma. Y eso debiera, piensa uno, apurar transformaciones, cambios. Preocupación. Vergüenza, más que sea. Pero no es así. A ratos pareciera que los involucrados ni se enteraran de lo que piensa de ellos el común de la gente ¿Cómo entender, si no, la estupidez mayúscula de seguir sosteniendo ese discurso añejo y bobo del "somos entidades privadas y no tenemos por qué rendirle cuentas a nadie"? Por Dios. No entendieron nada. Hoy la transparencia casi total es el DESDE, el mínimo. De ahí partimos. No basta con cumplir la ley. Hay imperativos éticos mayores si se quiere recuperar la fe perdida...algo que aún no consiguen internalizar abogados y asesores.

Hoy, el Consejo de Clubes está en el ojo del huracán. Entero. Todos. Los más pomposos y los más penquitas. Vigilado desde todos los frentes. Mal querido. Los dirigentes del fútbol son sinónimo de problema legal, de potencial trampa, de seguir sacando las castañas con la mano del gato. Existen legítimas y naturales dudas, por ejemplo, respecto de cómo se está llevando a cabo la venta del CDF. Poco transparente, enredada, con lobbys descarados, con filtraciones extrañas y convenientes, con métodos peligrosos (como hacer ofertas sin notarios presentes, vía mail). Mucha gente piensa, de hecho, que se van a saltar las leyes autoimpuestas y, en vez de invertir esa porrada de plata en infraestructura, en las divisiones inferiores, en crecimiento, se la van a meter al bolsillo y van a salir arrancando o van a gastársela en forma irresponsable. ¿Quién podría negar que, siguiendo la línea histórica, probablemente vaya por ahí la mano? Se han ganado, con creces, el que ya nadie confíe en ustedes, muchachos.

¿O creen que todos nos quedamos tranquilos, por ejemplo, con la forma cómo se solucionó el tema de la violencia en los estadios? ¿Creen que pensamos que ganaron la pelea cuando muchos clubes siguen sin invertir el mínimo en seguridad o los partidos más importantes se juegan con medio estadio vacío, cerrado para evitar gastos y riesgos? ¿De verdad creen que eso es un avance? ¿Cerrar el estadio para no gastar en guardias? ¿Achicar los aforos en vez de ampliarlos? ¿Jugar sin público visitante para evitar conflictos?

¿También creen que no sabemos que vulneran todos los días las reglas al tener, varios integrantes del Consejo, la propiedad de más de un club? (al menos en esto el Congreso parece estar tomando medidas en estos días). ¿Y creen que nadie se dio cuenta de que las garras de varios representantes de jugadores y dueños de factorings ya están hace rato sobre la propiedad de los clubes, con todo lo insano y peligroso que eso es?

Muchachos: los estamos mirando. Desde la calle, desde Valparaíso, desde las fiscalías, desde Impuestos Internos. Todo el día, todos los días. Y se han seguido portando mal. Hasta aquí no han entendido la lección. No han generado fórmulas reales, concretas, eficientes, para auto vigilarse y auto castigarse. No han cambiado su discurso de verdad, desde el alma. Han avanzado muy poco en materia de transparencia ¿No será hora de que le pongan freno al descrédito? ¿Que los pocos buenos que hay adentro expulsen de una vez por todas a los malos? ¿Que se den cuenta de que el problema mayor sigue estando adentro? Ya pues. Se acaba el tiempo.

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