Planes en estado de shock

Esteban Carvajal

Wanderers mastica el descenso y la directiva asume culpas, con la única certeza de que, de cara a la B y la Libertadores, la renovación del plantel será profunda.



Pasan las horas, pero la frustración no se va. En Valparaíso cuesta asumir que, en 2018, Santiago Wanderers jugará en la Primera B. Y es que uno de los equipos de mayor tradición del fútbol chileno pagó el alto precio de sus errores y su pobre nivel de juego y, tras caer ante Unión La Calera en la promoción, deberá bregar en el ascenso a partir del próximo año para volver al fútbol grande.

No hay conclusiones. Tampoco ánimo para proyectar el futuro. En la directiva del cuadro caturro todavía mastican la situación, intentando asimilar su nuevo e ineludible presente. "Es muy pronto para hacer un balance general de todo lo que ha pasado. Creo que sería muy fácil quedar atrapado en las palabras en una situación tan complicada como esta", expresó ayer Miguel Bejide, vicepresidente del club. "No tengo nada más que agregar. Me quedo con lo que dijo nuestro presidente (Jorge Lafrentz) después del partido. Todavía estamos golpeados y shockeados con lo que pasó", dijo.

Y es que el mandamás del club porteño fue enfático. Asumió responsabilidades y no tuvo complicaciones en reconocer cuáles fueron los pecados que terminaron con el equipo perdiendo la categoría. "Acá todos tenemos un grado de responsabilidad. Hemos cometido errores, de eso no hay ninguna duda. No pudimos volcar el ponderado (N. de la R. coeficiente de rendimiento) en base a dos torneos muy malos que tuvimos el segundo semestre de 2016 y el primer semestre de 2017", explicó el mandamás tras la caída ante los caleranos. "Son muchas lecciones las que tenemos que aprender. Jamás me imaginé esto. Sabemos que Santiago Wanderers es una institución de primera división y vamos a hacer todos los esfuerzos para llevar al club a recuperar la categoría lo más rápido posible", prometió.

Pero no hay definiciones por ahora. Sí una reunión pactada para la próxima semana, con la finalidad de empezar a trazar los próximos desafíos. Porque, a pesar de la angustia que genera saber que se viene un torneo duro en la B, también tendrán la Copa Libertadores (premio por el título de la Copa Chile), que también los moviliza y obliga a conformar seriamente el plantel.

El tema no es menor, sobre todo considerando que el propio Lafrentz y Nicolás Córdova apuntaron a los jugadores como responsables de la calamidad. "Nunca lograron sacarse la presión", se excusó el entrenador. "Llegaron jugadores que no eran de primera", dijo, a su vez, la máxima autoridad del club.

De momento, la única certeza es que la renovación será total. Sin cifras ni nada realmente muy claro, los directivos sí saben que es necesaria la incorporación de nuevos elementos.

El futuro de Córdova tampoco es claro. Su contrato expira en 2019 y Lafrentz cree que "tiene un compromiso absoluto con el club". Su responsabilidad, eso sí, tampoco es menor. Así lo entiende el directorio, que revisará la situación del estratega antes de definir su continuidad.

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