Propuestas indecentes

Iquique


Pobres y poco trascendentes. Pencas y mezquinos. Así son los proyectos futbolísticos presentados por los técnicos en este torneo. A diferencia de la proposición de Robert Redford en esa recordada película, aquí el cuestionamiento no es valórico sino estético, aunque el fin buscado como premio puede ser parecido. Hacer cualquier cosa por dinero, en este caso un título, que en el fútbol de hoy es más o menos lo mismo.

Lograr un campeonato es sinónimo de nuevos contratos y posibles ofertas en otros medios más competitivos. Tal vez por eso, los estrategas de nuestro campeonato han decidido despreciar el juego y buscar el resultado como máxima finalidad, obviando el hecho de que un profesional de real jerarquía une a ambos. Entiende a uno como herramienta del otro. En este torneo corto donde se puede dar la vuelta olímpica sólo con una buena racha, quienes dirigen han elegido acentuar en lo defensivo y descansar en sus individualidades.

Lo hace la U, que puede ser bicampeona sin mostrar un funcionamiento atractivo. Colo Colo sí revela una identidad de juego, pero muy lejana a lo que uno hubiese esperado de Guede. Como analista uno podría, incluso, ir al Sernac y establecer una demanda por publicidad engañosa. Reagruparse defensivamente y salir de contra no representa ninguna revolución táctica ni menos una búsqueda de trascendencia.

Guede podrá decir que eso no le importa y que lo busca es el título. Podrá tener razón. Pero la búsqueda de ese logro pudo haber transitado por otro camino que no sólo le hubiera dado una estrella, también cierta valoración en un medio donde aquello no es tan difícil. El planteamiento de la UC tampoco escapa a esta crítica y sus resultados, menos. El liderato de Unión Española y la dirección de Palermo son una muestra más. Los rojos pelean arriba, lo cual es meritorio en razón de sus posibilidades, pero tampoco su funcionamiento genera admiración. Más de lo mismo.

Incluso, Nicolás Córdova, que ilusionaba en el comienzo, no ha podido con Wanderers desarrollar todo ese potencial. Tal vez sí el Everton de Pablo Sánchez, en esa propuesta ofensiva y vertical, alcance para alguna valoración extra. Tal vez. Lo demás no pasará a la historia y será parte de lo olvidable. Este Torneo de transición está lejos de ofrecer algún funcionamiento para recordar, como alguna vez lo fue la revolución de Jozic, el orden de Acosta, la belleza del juego de Borghi y la verticalidad de Sampaoli. Qué lejos se está.

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