Nicolás López, director y productor: "En Chile faltan productores capaces de guiar a los directores"

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Nicolás Lopez, cineasta.

El rey de la taquilla chilena (Sin filtro) piensa que su modelo es irrepetible, pero dice: "Para llevar público hay que hacer películas que funcionen e identifiquen".


Lleva 10 millones de espectadores si se suma la respuesta a sus películas estrenadas en América Latina, Estados Unidos y España desde 2016. En Chile, un año con Nicolás López significa un año de buena asistencia a salas y todos se pueden frotar las manos. Básicamente, sus comedias Sin filtro y No estoy loca han sido grandes hits, con 1.284.000 y 595.000 espectadores, respectivamente.

Guionista, productor y director, Nicolás López (1983) mantiene junto a su socio español Miguel Asensio la productora Sobras, un modelo de negocios que hasta hoy funciona como una máquina. No tiene premios de festivales ni pretensiones de entrar al club selecto de Cannes o Sundance, pero en rigor da lo mismo. Sus películas, esencialmente comedias, se mueven en otra dimensión.

¿Hay desconexión entre el cine chileno y la audiencia?

No. Creo que gran parte del cine producido en Chile es cine de especialidad que funciona muy bien en festivales. Por lo tanto, anda igual en espectadores que películas del mismo "género", de cualquier nacionalidad. Una película francesa ganadora de premios funciona igual que una chilena en la cartelera. Y como la mayoría de las producciones locales son de ese estilo, obtiene esos resultados.

El director Alejandro Fernández Almendras (Aquí no ha pasado nada ) plantea que hay un problema con el "cine comercial chileno" y que faltan más realizadores como usted. ¿Qué opina?

Lo que pasa es que mis películas son profundamente autorales y han tenido la suerte de contar con una conexión con el público que ha ido creciendo a medida de los años. Esto es el resultado de una carrera de dirigir 10 largometrajes y de producir junto a mi socio Miguel Asensio más de 30. Y siempre peleando por hacer lo que queremos, de forma absolutamente independiente. Entonces, el caso de nuestra productora Sobras no es algo repetible. Se trata de hacer cine personal, con punto de vista, pero que tenga la posibilidad de conectar con el público.

En Argentina, la asistencia a películas locales fue del 13% en el 2017. Chile tuvo 0,96% el año pasado. En 2016 hubo 6,3% (con Sin filtro, que llevó sobre un millón) y el récord es de 2012 con un 12,6% (con Stefan vs. Kramer, que llevó más de dos millones). ¿Se puede aspirar a más público en Chile?

Cada mercado tiene un techo. Una película chilena exitosa debería hacer 200.000 espectadores. Un fenómeno es sobre el medio millón y un hito pasa el millón. Claramente, depende del género y de la conexión. Hay un público dispuesto a ver películas de todo tipo. No estoy loca es una "dramedia" y conectó muy bien con el público, aunque era mucho más femenina que Sin filtro, que llevó el doble de público. Las Que pena sólo funcionaron con el público joven y su tope eran 200.000 espectadores. Para mí, el asunto no es hablar de cine chileno, sino de películas que puedan funcionar y lograr identificación. Básicamente, la comedia y el terror son los dos géneros con los que uno podría competir de igual a igual con el cine norteamericano

¿Qué valor le otorga a la producción en el cine?

En Chile las dos productoras que han tenido continuidad son Fábula y Sobras. Eso tiene que ver con otra cosa más importante que los directores: los productores. El trabajo de Juan de Dios Larraín en Fábula y de Miguel Asensio en Sobras es el que hace posible que se puedan hacer múltiples proyectos y que haya continuidad. No faltan directores, faltan productores sólidos y capaces de guiar a los directores a sacar lo mejor de sí mismos, con proyectos coherentes con su ambición. Por otro lado, creo que el mayor problema que tiene Latinoamérica es que hay pocos directores haciendo cine que conecte con el público masivo. Son autores que le hablan a un tipo de público más de nicho. Por eso hay esos resultados de público. Eso se relaciona con la sinceridad de las ambiciones. Yo hago las películas que me gustan, de los géneros que me atraen. No hago algo "para que sea un éxito". Si sucede, es maravilloso, pero uno no puede saber qué va a funcionar.

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