La herida abierta de los campamentos

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El sector del manzano era un sitio eriazo, donde se instaló uno de los campamentos más grandes de la región.

Abusos de poder, derechos de las mujeres, entre otras materias, requieren dedicación, seriedad y profundidad en la respuesta. Pero en ese camino y trayectoria, muchas veces se olvidan o postergan urgencias y dolores básicos que viven los chilenos. Y, por eso mismo, quedan relegados a un segundo plano temas urgentes que muchos asumían como resueltos. En nuestro país aún existe pobreza, vulnerabilidad y vivienda indigna


En momentos en que la sociedad chilena enfrenta temas dramáticos como los abusos en la Iglesia Católica y desafíos emergentes como el movimiento feminista, los medios de comunicación nos recordaron la semana pasada que la cantidad de familias viviendo en campamentos ha aumentado a lo largo de los años y llega a niveles muy lamentables.

El año 2011 se había estimado en 27.000 la cantidad de familias viviendo en campamentos. Un informe reciente de Techo determinó que el número llegaba a 40.000, mientras que el Ejecutivo ha señalado que la cifra podría ser aún mayor.

Los campamentos son uno de los ejemplos más concretos del dolor y vulnerabilidad con que viven muchas familias chilenas y migrantes. Se trata de un entorno sin la infraestructura de servicios básicos, muchas veces sin las condiciones de salubridad necesarias para la vida y desarrollo de los niños. Es una herida silenciosa, sin manifestaciones ni protestas.

Es urgente actuar y ofrecer soluciones definitivas y dignas.

La noticia del aumento de las familias en campamentos fue una sorpresa para muchos. Como señalaba anteriormente, Chile está enfrentando desafíos muy complejos en su transición hacia una sociedad más moderna y desarrollada. Abusos de poder, derechos de las mujeres, entre otras materias, requieren dedicación, seriedad y profundidad en la respuesta. Pero en ese camino y trayectoria, muchas veces se olvidan o postergan urgencias y dolores básicos que viven los chilenos. Y, por eso mismo, quedan relegados a un segundo plano temas urgentes que muchos asumían como resueltos.

En nuestro país aún existe pobreza, vulnerabilidad y vivienda indigna. El combate a la pobreza y a la vulnerabilidad de las familias debe ser una prioridad de la sociedad chilena, que debe reflejarse en la asignación de recursos, en la destinación de talento, y en el sentido de urgencia con que se aborda.

El gobierno actual señaló en su programa de gobierno que gran parte de su política social sería canalizada a través de la rearticulación del Ministerio de Desarrollo Social en torno a la familia, dado que desde ese núcleo se construyen las bases para la vida en comunidad.

Por ello, el trabajo coordinado entre el Ministerio de Vivienda y el Ministerio de Desarrollo Social representa una oportunidad interesante para abordar desde nuevas perspectivas el problema de las familias que viven en campamentos.

Chile se ha transformado en un país de clase media, que avanza gradualmente hacia constituirse en una sociedad desarrollada. Para ello, debe compatibilizar el debate de los nuevos temas sociales con la consolidación de las bases fundamentales para el progreso, que consisten en asegurar a todas las personas una base de dignidad en su vida, fundada en una vivienda digna, en acceso a salud oportuno y educación de calidad, y en un entorno que acompañe a las familias en momentos de fragilidad como falta de empleo, enfermedad o vejez.

Quedan algo menos de 10 días para la primera cuenta presidencial en este segundo mandato del Presidente Sebastián Piñera. La instancia constituye sin duda una excelente oportunidad para darle relevancia a la política social y convocar a la unidad para enfrentar el combate a la pobreza y a la falta de vivienda digna.

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