Las 48 horas decisivas de Bruno Villalobos: El plan de salida que se precipitó

Bruno Villalobos
Bruno Villalobos. Archivo. Foto: Agenciauno

El sábado 10 de marzo, el General fue hasta su oficina en calle Zenteno, subió hasta el tercer piso y elaboró el oficio con su dimisión. Nadie lo supo, ni su familia ni sus cercanos en el Alto Mando. Recién la mañana del día siguiente, su círculo más estrecho se enteró de que se iba.


Fue la renuncia del General Gonzalo Blu. Cuando el entonces director de Inteligencia, ad portas de ser formalizado por la Operación Huracán y aquejado de una grave enfermedad, le informó el día viernes 9 de marzo que había decidido dimitir y concentrarse en su defensa, el hasta ese minuto mandamás de Carabineros, Bruno Villalobos Krumm, cambió el diseño de su propia partida.

La apuesta de Villalobos era incidir en el nombramiento de su sucesor. Pese a que no tenía vínculos con el piñerismo, sí tenía el poder sobre los ascensos y retiros, y se sentía en condiciones de negociar su propia salida en pro de que el favorito del jefe de Estado, Hermes Soto Isla, pudiera quedar en la quina de mayor antigüedad. Con la decisión de Blu, su amigo de años, ese plan se esfumó. Al dejar el cupo en el alto mando, Soto Isla entró automáticamente a este grupo y fue elegido en cuestión de horas.

Un cercano al General comenta que tras el impacto inicial,  Villalobos se sintió aliviado. A diferencia de lo que ocurrió con la investigación del megafraude, donde no tuvo mayores reparos en descabezar todo el departamento de Intendencia, las irregularidades en la indagatoria sobre las pruebas de la Operación Huracán, lo sacudió. La Unidad de Inteligencia Operativa Especial de Carabineros en La Araucanía fue creada durante su mandato y el supuesto éxito en las diligencias, era un logro en medio de la crisis. La querella del fiscal Luis Arroyo en enero, que dinamitó su gestión, fue imprevista. Sus alcances, también. Cuando partió de vacaciones a Miami a fines de ese mes, Villalobos estaba convencido de que podía ganar el gallito con el Ministerio Público. Y no ocurrió. Los últimos meses estaba cansado y golpeado por las decisiones que debía adoptar, como la determinación de pasar a retiro a Marcelo Teuber, de quien se reconocía cercano. Las cifras globales en Carabineros respecto de detenciones e investigaciones en curso eran mejores que en otros años, pero la imagen pública se había desplomado.

Esa jornada, en la conversación con Blu, Villalobos vislumbró que ya no había margen de acción. Sin embargo, no lo explicitó. "Si yo me voy, esto se hará efectivo", le dijo a Blu. Ambos entendieron que eran un asunto de horas.

El sábado 10 de marzo, el General fue hasta su oficina en calle Zenteno, subió hasta el tercer piso y elaboró el oficio con su dimisión. Nadie lo supo, ni su familia ni sus cercanos en el Alto Mando. Recién la mañana del día siguiente, su círculo más estrecho se enteró de que se iba.

Durante la tarde de aquel domingo 11 de marzo estaba programado el saludo protocolar con el Presidente Sebastián Piñera. Sin que nadie del entorno del jefe de Estado lo previera, Villalobos le entregó el sobre cerrado con que sellaba su partida a uno de los guardaespaldas del Mandatario y, frente a todo el mundo, le tomó la mano y le dijo que le deseaba mucha suerte en su gobierno, que había decidido finalizar su periodo y que los papeles respectivos estaban en poder de su escolta. También le recomendó hacer los cambios que esperaba para Carabineros con la institución. Piñera quedó descolocado. Los medios pudieron captar la respuesta del jefe de Estado: "Vamos a conversar". Ese diálogo nunca existió. Al menos hasta ahora. Se dijo que en el cóctel posterior, Piñera había aceptado la renuncia, pero Villalobos no asistió a ese evento.

A través de Interior, se coordinó dar a conocer la noticia el lunes a las 11 de la mañana. Ese 12 de marzo, sólo comentó los hechos con La Tercera PM. "Me voy tranquilo", sostuvo. Posteriormente, grabó un video donde pidió "perdón por las acciones que puedan haber expuesto la credibilidad de Carabineros".

El martes 13, Villalobos ordenó sus cosas para abandonar definitivamente las dependencias de Carabineros y almorzó en la Fuente Alemana. Sin el uniforme, nadie lo reconoció. Comenzó así, tras 917 días en la más alta jefatura de Carabieros, su vida de civil.

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