Round de estudio

piñera
Foto: Rudy Muñoz

No hay votos para una retroexcavadora que demuela cimientos, pero sí una buena motosierra para machetear los efectos de las reformas de Bachelet.  Si se pueden rasguñar votos en el Congreso, se irá por ellos. Si se puede avanzar más rápido por la vía del "decretismo", que se haga por decreto entonces. Si se hace necesario, a más de alguna política o institución le cortarán el presupuesto.


Como en el box, los primeros minutos de un partido de fútbol sirven para ver cómo el entrenador para el equipo en la cancha. Lo mismo pasa en la política. En las primeras semanas de gobierno, uno puede ir viendo cómo se desenvolverá el equipo del Presidente Piñera.

La idea central de juego de Piñera se intuye, pero como reclaman algunos intelectuales de derecha, el "relato" de este gobierno aún no termina de perfilarse. Crecimiento económico parecería estar en el ADN de la administración Piñera, pero aquello es solo el inicio, y más encima, de fuertes componentes cíclicos. Si Bachelet revolucionó la economía en materia energética, aún está por verse cuál será el aporte del Presidente Piñera.

¿Qué más, aparte del crecimiento? Combate a la delincuencia asoma como candidato. El gobierno obtuvo un pase gol impensado recién iniciado el partido: la renuncia del General Villalobos y la reorganización de Carabineros. A partir de ahí, Piñera hizo otra demostración de mano dura, y anunció estrictas modificaciones a la Ley Antiterrorista.

Crecimiento y mano dura, sin embargo, no dan para relato. No es del todo nítido aún, pero pareciera ser que el sector de Blumel y Evópoli desea asociar la eficiencia en el gobierno ("la nueva forma de gobernar") a políticas públicas más concretas y ciudadanas. Por ahí se enmarcan los temas de infancia, "poner a los niños primero" y SENAME. Pero no se ha perfilado con fuerza aun.

Ahora, no todo es filosofía de juego, el gobierno también debe tener quite y marca. Y es allí donde más se ha notado la nueva administración. Es decir, en aquellos temas donde debe reconquistar espacios, aquellos donde Bachelet corrió el cerco. En dos semanas, se echó al tacho la discusión de la nueva Constitución, se quitó la urgencia a la ley de identidad de género, se modificó el decreto sobre objeción de conciencia institucional en materia de aborto, se detuvo la licitación del Transantiago. Se anuncian rebajas tributarias a las empresas y se esperan modificaciones a la reforma laboral, además de una incierta y desganada implementación de la gratuidad en la educación.

El estilo de quite y marca es duro. No hay votos para una retroexcavadora que demuela cimientos, pero sí una buena motosierra para machetear los efectos de las reformas de Bachelet.  Si se pueden rasguñar votos en el Congreso, se irá por ellos. Si se puede avanzar más rápido por la vía del "decretismo", que se haga por decreto entonces. Si se hace necesario, a más de alguna política o institución le cortarán el presupuesto. Y si la cosa sigue difícil, el árbitro, en este caso el Tribunal Constitucional, también puede ayudar. Así ocurrió con la ley del SERNAC o con la prohibición del lucro en la educación superior a través de empresas controladoras.

Los jugadores también muestran sus aprontes. En dos semanas, el corazón del equipo es claro: Piñera, Chadwick, Larraín, Cecilia Pérez. Blumel se tiene fe y pide los tiros libres, pero con Larroulet en el Segundo Piso –encima, literalmente—habrá que esperar ver cómo le va en el Congreso.

De los ministerios sectoriales, en general se ve un grupo de jugadores disciplinados, que siguen la planificación del DT. Hay dos jugadores, sin embargo, que entraron cancheritos: Varela y Valente, en Educación y Economía. Habrá que ver cómo se manejan, pero hasta ahora, pareciera que en sus declaraciones han pasado siempre un cambio de más.

¿Y la unidad nacional? El juicio en la La Haya ha favorecido al Presidente, sin duda. Pero su llamado genérico a la unidad hasta ahora no ha sido acompañado de mínimos detalles como para entrar en un genuino diálogo. Es decir, el llamado a la unidad hasta ahora no pasa de ser una consigna, casi como "hay que seguir trabajando en la semana".

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