Ola nacionalista y nuevo rol de EEUU ponen en jaque el orden mundial

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Rusia y China son vistas como las principales potencias que alteran el modelo surgido tras la posguerra.


A fines de los 90, el influyente politólogo estadounidense Francis Fukuyama sorprendió al mundo con su polémica tesis del "fin de la historia". A su juicio, tras el colapso de la Unión Soviética y el término de la Guerra Fría, la democracia liberal había triunfado como forma de gobierno en el mundo, razón por la cual la evolución ideológica tocaba un punto final. Pero tras la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, la salida de Reino Unido de la Unión Europea y el auge de los nacionalismos populistas, el propio Fukuyama, según The New York Times, ha sugerido la posibilidad de instaurar un nuevo obituario: el del "orden mundial liberal".

"Lo que estás viendo ahora es realmente insidioso, porque está viniendo desde dentro de las democracias", dijo Fukuyama en una entrevista citada por el Times. "No es solo Estados Unidos, sino también Hungría, Turquía, Polonia y Rusia, donde tienes un líder democráticamente elegido que está tratando de desmantelar las partes liberales de la democracia liberal. Estamos viendo un nuevo tipo de amenaza que realmente no creo que haya visto en toda mi vida", subrayó.

Un análisis que el autor del libro "El fin de la Historia y el último hombre" (1992) también dejó de manifiesto en una entrevista con la BBC, donde se declaró especialmente inquieto por lo que ocurre en EE.UU., debido a la importancia que este país tiene en el orden mundial. "Trump representa una amenaza, no tanto a la democracia sino al liberalismo", afirmó Fukuyama.

Y es que, según el Times, el modelo que dominó los asuntos geopolíticos durante más de 70 años "parece cada vez más frágil". "Los principios del orden mundial surgidos tras la Segunda Guerra Mundial están siendo cuestionados por una ola de nacionalismos, y sus instituciones se ven atacadas por algunos de los mismos poderes que las construyeron, en particular Estados Unidos y su Presidente Donald Trump", destaca.

Ya en su campaña presidencial, Trump amenazó con sacar a EE.UU. de la Organización Mundial del Comercio (OMC), órgano al que calificó de "un desastre". Luego, instalado en Washington, retiró a su país del Acuerdo de París contra el cambio climático y mostró su apoyo equívoco a la OTAN, institución a la que llamó tanto "obsoleta" como "nuestra alianza", hechos que en Europa suscitaron interrogantes sobre la confianza que se puede tener respecto del aliado norteamericano. Una visión que parece haberse reforzado tras la decisión de Trump de imponer aranceles sobre el acero y aluminio, reavivando así el fantasma de una guerra comercial con China.

Pero Estados Unidos no es la única potencia que hace temblar los cimientos del orden mundial de la posguerra. La decisión de Reino Unido de abandonar la Unión Europea ha sido vista como un duro golpe para un proceso de integración que era referente mundial.

Sin embargo, Rusia y China son vistas como las principales potencias que hoy atentan contra el orden mundial, según los analistas. "Ambos están alterando el orden mundial (...). Rusia y China son potencias nacionalistas en ascenso en el siglo XXI, que afirman su influencia económica y militar tanto cerca de sus fronteras como más allá. Es por eso que lo llamo un regreso a la Política de los Grandes Poderes", explica a La Tercera Derek Shearer, ex embajador de EE.UU. en Finlandia durante la administración de Bill Clinton.

"Rusia y China sienten agravios por el siglo XX (...). Nadie que entienda la historia debería sorprenderse de que a medida que estos grandes países vuelvan a ponerse de pie, estén ejerciendo influencia y buscando objetivos nacionalistas", agrega Shearer (ver entrevista).

Hal Brands, profesor de asuntos globales en la Universidad Johns Hopkins, coincide con esa visión. "El orden posterior a la Segunda Guerra Mundial está bajo amenaza tanto desde dentro como desde fuera. Las potencias revisionistas autoritarias, a saber, Rusia y China, están reduciendo los principios rectores y los fundamentos geopolíticos de ese orden desde Europa del Este hasta el Mar del Sur de China", comenta a La Tercera. "Ambos países quieren hacer que el mundo sea seguro para el autoritarismo. Y ven el liderazgo y el dominio de un EE.UU. democrático como una barrera para estos objetivos", sostiene.

Sin embargo, Brands advierte que "en la medida en que Trump define el nacionalismo en oposición a la tradición del internacionalismo estadounidense, podría desestabilizar aún más el orden internacional".

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