Cerca de 800 mil personas asistieron a fiesta religiosa de Lo Vásquez

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La cifra entregada por Carabineros es similar a la de 2018, y consideró los visitantes del 30 de noviembre hasta hoy.


Este domingo 8 de diciembre se podía transitar, sin mayores dificultades, en los alrededores del Santuario de Lo Vásquez, en la Región de Valparaíso. Usualmente, la celebración de la Inmaculada Concepción congrega, durante dos días, a entre 800 mil y un millón de personas. Pero este año fue diferente.

"La concurrencia, durante el sábado y el domingo, es aproximadamente la mitad de lo que tenemos normalmente, porque el resto ha venido en los días anteriores", explicó el gobernador provincial de Valparaíso, Gonzalo Le Dantec.

Así, la autoridad estimó que "que vamos a llegar a la misma cantidad de gente que hemos tenido otros años, pero ya no en dos días, sino en casi nueve días (…). La gente se distribuyó en días anteriores para poder visitar, de mejor forma, la iglesia en esta fecha".

El prefecto de Carabineros de Valparaíso, coronel Óscar Alarcón, indicó que entre el sábado 30 de noviembre y sábado 7 de diciembre se habían contabilizado 400 mil asistentes. El oficial añadió que solo hoy se sumaron otros 400 mil fieles. En este sentido, Alarcón explicó que "la compresión del día domingo se diluyó entre sábado, viernes, jueves".

De esta manera, en total la celebración reunió a cerca de 800 mil personas, cifra similar a la del año pasado.

Motivos

El cambio en la forma de visitar el santuario, registrando menos visitas este fin de semana, "responde a que la gente entiende que el país no está en una condición de normalidad, además ha recibido el llamado que hizo la Iglesia, a que vinieran con tiempo (…). Probablemente la próxima semana siga viniendo gente a visitar", añadió el gobernador Le Dantec.

De todas maneras, "la atención pastoral ha sido intensa y sin duda alguna, parcelada", afirmó el rector del santuario, el sacerdote Andrés Valenzuela. "Tuvimos, el fin de semana pasado más atenciones que lo normal (…). De ahí no hemos parado", agregó.

Respecto a la disminución de asistentes este sábado y domingo, el administrador apostólico de Valparaíso, Pedro Ossandón, señaló que "solo el hecho que se haya podido realizar la fiesta (…) ya es algo que Chile, verdaderamente, tiene que agradecer (…). El peregrino sabe que Cristo en la cruz le da esperanza. Entonces, en las crisis el peregrino muestra su fe".

La situación del país también fue considerada por Ossandón en su homilía del mediodía. "Chile necesita mucha esperanza, y la esperanza viene cuando profesamos una fe en un dios que nos enseña que es posible reconciliarnos, pedirnos perdón, y juntos, unidos, escuchar el grito de los pobres, la deuda social, y juntos proyectar un país que se comprometa con el bien común", señaló.

Peregrinaje

Previo a la celebración de Lo Vásquez, las autoridades evaluaron no cerrar la Ruta 68, tal como se realizaba desde hace 173 años. Lo anterior, pues no se contaban con las medidas necesarias para resguardar a los peregrinos. Sin embargo, tras aumentar el contingente policial con efectivos de la Región Metropolitana, se logró dar curso a la ceremonia tal como años anteriores.

Según el prefecto Alarcón, no se registraron personas detenidas ni "denuncias de robos por sorpresa o robo con violencia. Eso habla muy bien de la gente que ha venido al lugar".

El rector del santuario había señalado en los días previos que los peregrinos se las iban a arreglar para llegar. Y eso ocurrió. A eso del mediodía, cientos de personas esperaban en la puerta del templo, algunos de rodillas, otros recostados boca abajo arrastrándose hacia la Virgen, para cumplir o pedir por sus mandas.

Manuel Carrasco era uno de ellos. "Siempre entro de rodillas, por mis hijos, que presentaron complicaciones en el embarazo. Nacieron sanitos los tres, así que es una manda de por vida".

Otro grupo, conformado por Luis González, Claudio Acuña y Claudio Donoso, asiste a pie y en bicicleta hace más de 30 años para pagar juntos sus mandas. Siempre a las 12.00 del día 8 de diciembre suben al templo recostados de espalda y boca abajo, sosteniendo velas en sus manos, que encienden apenas cruzan el umbral del santuario. Todos piden por sus familiares.

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