La brigada "antigrafitis" de Valparaíso

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El equipo depende del Departamento de Pintura y Fachadas del municipio, y acicala lo que otros ensucian.


A las 9.00 de cada día salen a recorrer las principales calles de Valparaíso. Sin falta. El objetivo es uno: buscar y eliminar los rayados que la noche anterior dejó en los edificios y monumentos emblemáticos de la ciudad puerto.

Se trata del Departamento de Pintura y Fachadas, perteneciente a la Dirección de Gestión Patrimonial, de la Municipalidad de Valparaíso, que reúne a una decena de funcionarios de la brocha y del rodillo.

Paola Jara es una de las mujeres que compone la unidad, creada en septiembre de 2016 bajo la administración del exalcalde Jorge Castro. Ella es sordomuda y con el tiempo ha logrado mejorar la relación con sus compañeros y aprendieron a comunicarse. "Ella es súper trabajadora y nosotros la ayudamos en todo lo que podemos", dice Bernardo Cabrera, encargado de la bodega de calle San Ignacio.

En ese lugar, entre tiestos de plástico y pinturas, el equipo comienza su día.

"Entre todos la acompañan e interpretan lo que dice, la van orientando, y a pesar de su dificultad comprende muy rápido. Muchas veces con gestos le aplaudo su labor o le digo que no es así", acota el encargado del departamento, Esteban Barra.

Pepa, otra de las funcionarias, lleva siete años en el municipio y al igual que sus pares fue destinada al equipo a través del programa de generación de empleos. "Vi en esta labor una oportunidad para salir de la calle. Yo soy cocinero, soy trans y trabajaba en la calle. Pasaba frío. Ahora tengo este empleo y dignidad", asegura, mientras arregla la fachada del edificio de la conocida plaza Aníbal Pinto.

Cementerios

Los lugares son diversos. A la mantención de los exteriores de los cementerios 1 y 2 del cerro Panteón, el eje de las calles Esmeralda, Condell, y algunas plazas, esta unidad ha comenzado a añadir las fachadas de ascensores, como el Polanco y el Reina Victoria, donde grupos de desconocidos actúan por las noches dejando rayados y consignas.

"No queremos que nuestros hijos vean tanto desorden. Aquí hay turismo, muchos porteños viven de eso, y hay que tratar de cuidarlo", comenta Pedro Cerda, mientras camina por el pasaje Dimalow, con brocha y pintura en mano, hacia uno de los funiculares.

Esteban Barra, el jefe, explica que este departamento, el cual se creó con fondos aportados por la empresa privada, actualmente se financia con dineros municipales y con la colaboración de los mismos locatarios afectados por rayados, quienes en algunos casos compran su pintura y la guardan, para que el municipio aporte con la mano de obra.

"Ojalá la Cámara de Comercio y otros organismos hagan programas así. Podemos tener la ciudad más limpia; no solo barrerla, sino que también limpia de contaminación visual", subraya Barra.

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