Raúl Figueroa Salas, ministro de Educación: “Donde más va a pegar esta crisis es en la educación pública”

08 Octubre 2020 Entrevista al Ministro de Educacion Raul Figueroa. Foto : Andres Perez

A su juicio, es clave que los sostenedores hagan el esfuerzo de retomar las clases presenciales: “No les neguemos la posibilidad a los alumnos de reencontrarse en las escuelas”.


Un escenario que ningún ministro había enfrentado le tocó al abogado Raúl Figueroa, al mando de Educación desde febrero pasado: 3,6 millones de alumnos sin clases en 11.462 colegios durante meses. Todo debido a la pandemia de Covid-19, que aún tiene un fuerte impacto sanitario y económico en todo el mundo. Pero ya con el desconfinamiento gradual de las ciudades, el secretario de Estado explica a La Tercera que se duplicaron las solicitudes de colegios que quieren reabrir a nivel nacional (pasaron de 136 el 22 de septiembre a 209, el jueves pasado). También aborda la relevancia de que los sostenedores hagan esfuerzos para reabrir en zonas ya en desescalada.

Ya volvieron 86 colegios a clases, ¿cuál es su evaluación, tomando en cuenta que son 11.500 a nivel nacional?

Los efectos de la prolongada suspensión de clases presenciales son dramáticos, así lo recoge la evidencia nacional e internacional. Las brechas de aprendizaje se van a incrementar, el deterioro en ellos es evidente y el riesgo de deserción se multiplica. Podríamos tener tasas de deserción casi tres veces más altas que después del terremoto de 2010. Ante ese escenario, el Ministerio de Educación ha hecho todos los esfuerzos por acompañar el proceso de educación a distancia y mitigar estos efectos. Pero también ha quedado en evidencia que en la medida de que las condiciones lo permitan, recuperar la experiencia escolar es fundamental y debe ser prioritario. En ese contexto, evaluamos positivamente que diversos establecimientos pongan a disposición de los alumnos sus establecimientos. En las últimas dos semanas se duplicó el número de solicitudes para abrir escuelas a nivel nacional y en la Región Metropolitana se quintuplicó esa cifra. Por supuesto que estamos recién empezando y es un número acotado en relación al universo de colegios.

¿La mayoría son particulares y subvencionados?

A la fecha, un 30% de las peticiones para reabrir corresponden a colegios municipales. Lo que es complejo, porque donde más va a golpear esta crisis es en la educación pública, que también es la que se ha visto más perjudicada por la interrupción de las clases en periodos anteriores. Hay un dato: si no se vuelve a clases presenciales de aquí a marzo, un alumno del sector público va a llevar, en promedio, 15 meses sin ir a la sala de clases. Esto, tomando en cuenta la pandemia y que después de octubre de 2019, los alumnos dejaron de tener actividades, a lo que se sumó el paro docente.

Algunos plantean que el empresariado ha empujado a reabrir escuelas para que los padres puedan ir a trabajar. ¿Qué piensa?

Desde el punto de vista del deterioro de los aprendizajes, del desarrollo socioemocional de los jóvenes e incluso de la salud, las consecuencias de mantener las escuelas cerradas son evidentes. Me parece que bordea en el insulto pretender que las escuelas se deben abrir por razones distintas a las pedagógicas, teniendo evidencia tan fuerte en Chile y el mundo de lo negativo que es la suspensión de clases. El secretario general de la ONU (António Guterres) calificó la situación educacional como una catástrofe generacional, y, por lo tanto, pensar que los esfuerzos que las comunidades están haciendo para reabrir las escuelas tienen un objetivo distinto de entregar lo mejor a sus alumnos significa desconocer la realidad. Es ofensivo para quienes hacen ese esfuerzo.

¿Qué sucederá si hay un brote de Covid-19 en las escuelas?

El plan para abrir las escuelas se basa en los pilares de la seguridad, voluntariedad y gradualidad. Todos los establecimientos deben cumplir con exigentes protocolos sanitarios y solo pueden hacerlo en territorios donde las condiciones lo permiten. En la medida que se cumplan las exigencias, los riesgos están controlados.

Si hay un brote, ¿se deberían suspender las clases?

El criterio lo fijó el Ministerio de Salud: todos los que tuvieron contacto estrecho con un caso deben ser aislados y se toman las medidas necesarias: cerrar un curso, cerrar varios o bien el establecimiento. Lo importante es tener claro que se toman las medidas de manera acotada, para combinar la seguridad con la necesidad de que la mayor cantidad de alumnos posibles accedan a la escuela.

Algunos alcaldes plantearon que no volverán a la actividad presencial este año...

Es fundamental que no les neguemos a los alumnos la posibilidad de reencontrarse en la escuela. Pensemos en los alumnos de cuarto medio: necesitan los aprendizajes para acceder a la educación superior y, sobre todo, cerrar un ciclo. Todos los sostenedores tienen una obligación: hacer el máximo esfuerzo para, cumpliendo las condiciones sanitarias, volver a estar a disposición de sus comunidades y permitir que sean los padres los que elijan si quieren o no recuperar la experiencia escolar. Cualquier sostenedor que por razones distintas de las pedagógicas o socioemocionales decida mantener cerrada una escuela, dándose las condiciones necesarias, creo que comete un tremendo error y perjudica el derecho a la educación.

El Colegio de Profesores es muy crítico de esta decisión.

La autoridad sanitaria ha señalado que en determinados territorios se dan las condiciones para abrir las escuelas. En esa línea, los establecimientos deben cumplir exigentes protocolos para dar seguridad a los alumnos. Así se ha hecho en los colegios que han abierto y en la gran mayoría de los países, que poniendo el interés superior de los niños, han decidido volver a abrir las escuelas.

¿El Mineduc podría obligar a la apertura de los colegios?

Nuestro plan tiene como ejes la seguridad, voluntariedad y gradualidad, y así vamos a seguir trabajando. Quiero destacar que hoy existe consenso respecto de lo importante que es recuperar la experiencia presencial y la necesidad de hacer el máximo esfuerzo para que los establecimientos estén disponibles.

¿Cuándo se cierra el año escolar?

El año escolar sigue su curso y hay que aprovechar al máximo el tiempo que queda para evaluar adecuadamente a los alumnos, desde el punto de vista de sus aprendizajes y en lo socioemocional. Y nivelar los aprendizajes en la lógica de la priorización curricular. Hemos dado orientaciones respecto de la forma en que deben hacerse las evaluaciones. Recomendamos hacerlo basado en la retroalimentación con los alumnos y eso debe verse reflejado en una nota.

¿Cómo se aprecia el 2021?

Nuestros esfuerzos están puestos en aprovechar al máximo este año escolar, para reforzar aprendizajes y centrarse en áreas fundamentales. El próximo año será distinto: deberemos dedicarle, sobre todo la primera parte del año, a reforzar los aprendizajes y cumplir con lo que se espera en cada nivel. El sistema ha aprendido a usar herramientas tecnológicas que son un complemento, pero el foco deberá estar en recuperar, reforzar y seguir avanzando.

¿Qué rescata de los países que han regresado a clases?

Existen diversas maneras de enfrentar el Covid-19, pero hay algo común, que es que la educación volvió a ser una prioridad. En esas naciones se puso la continuidad del sistema como elemento central en su política, al punto de que la regla general es que las escuelas deben estar abiertas y que las medidas restrictivas son específicas, llegando a la lógica de que si se restringen ciertas actividades, los establecimientos son la última opción para un cierre.

¿Se podría ordenar un regreso presencial aunque sea solo algunos días a la semana?

Estamos trabajando este año en el plan anunciado. Nos parece fundamental que, dado que la educación es central para cerrar brechas, el país tenga una mirada de Estado.

Según estudios, la conectividad de alumnos con sus escuelas no es buena, siendo más baja en sectores pobres. ¿Qué análisis hace?

La conectividad es útil para que los alumnos mantengan la educación a distancia, pero no todos tienen el mismo acceso. Nos preocupa que cada día que pasa son más los alumnos que pueden abandonar el sistema por la pérdida del vínculo con la escuela. En agosto pasado, el 10% de los alumnos no tuvo ningún tipo de contacto con su establecimiento y el 20% que le sigue tuvo un contacto bajo. La educación a distancia se ha llevado adelante con distintos mecanismos: plataformas online, mensajes de texto, entrega de guías y otros. Por eso, la suspensión de clases amplifica las brechas de aprendizaje. La escuela es, por definición, un lugar donde las brechas disminuyen y lo que vemos hoy es que un factor que primó este año es el capital cultural de las familias, que se transmite a los alumnos. Uno de los riesgos más grandes es que las brechas se amplifiquen. Esto es significativo, que en un momento en que la equidad está en el centro del debate público, aún existan ciertas resistencias a volver a abrir las escuelas, que es un mecanismo para combatir la desigualdad.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.