32% de los investigadores chilenos trabaja a honorarios

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Encuesta sobre inserción laboral realizada a 744 profesionales con posgrados revela su nivel de precariedad laboral.




El semestre pasado, la rutina de Eduardo Guzmán, psicólogo con postgrado y candidato a doctor, comenzaba a las 8.30 de la mañana con clases en una universidad en Las Condes y seguía con clases a partir de las 14.00 horas, en otra universidad, pero en Santiago Centro. En total, hacía clases en cuatro universidades, además de investigación, para poder hacerse un sueldo mensual adecuado.

Es uno de los llamados "profesores taxi", obligados a hacer clases por horas, en varias universidades que, en su mayoría, no pagan bien. "El tema laboral es bastante inestable, uno tiene que movilizarse a distintos lugares en el día, es bastante precaria la situación", cuenta Guzmán.

El ideal, en su caso y para muchos investigadores de diversas áreas, sería tener un contrato de planta en una universidad, con horas suficientes para hacer investigación y docencia. No obstante, eso no alcanza para todos. Según una encuesta de inserción, realizada por la Asociación Nacional de Investigadores de Postgrado (Anip) y las Redes Chilenas de Investigadores (ReCh) -ver infografía-, un 10,8% de los encuestados (de 744) dice tener dos o más trabajos, y el 32% trabaja a honorarios.

De acuerdo con el sondeo, sólo el 19,2% de los encuestados tiene un contrato de trabajo indefinido, y un 20,5% a plazo fijo, grupo que incluye a quienes están a contrata en una universidad, como quienes hacen trabajos específicos por un período limitado de tiempo. El 5,7% tiene un acuerdo de palabra, lo que incluso sucede en quienes trabajan más de 37 horas a la semana. Por lo mismo, no es raro que el 38,5% califique la inserción en Chile con una nota menor a 4.

El resto de los porcentajes se reparte entre relaciones contractuales ad honorem y convenios.

El estudio, también revela que el 12% está desempleado, casi el doble del promedio nacional de los últimos tres años (6,4%).

"La generación de más de 30 años, que está recién retornando después de sus becas, somos investigadores que nos adjudicamos proyectos de investigación y, además, hacemos clases en otras universidades. Generalmente, es porque el trabajo es precario y la paga es muy baja, así que uno trata de cuidar sus redes también, porque si postulas a un fondo que dura tres años y no ganas otro, te quedas sin trabajo", dice Karla Henríquez, candidata a doctora en Estudios Americanos y secretaria general de Anip.

Natalia Muñoz, coordinadora de la organización Ciencia con Contrato, dice que "Fondecyt (el principal fondo para investigación de Conicyt) nunca ha financiado contratos de ningún tipo, sólo convenios a honorarios. Es el instrumento de financiamiento que instauró la precariedad laboral en ciencias y, pese a los llamados de atención de la comunidad, sigue sin introducir cambios que vayan en la dirección correcta".

Conicyt, por su parte, dice que una referencia importante para evaluar la inserción es la II Encuesta Trayectoria de Profesionales con Grado de Doctor, que hizo el Ministerio de Economía el año pasado, y que señala que el porcentaje de desempleo alcanza un 3,6% en ese sector, y que el 84% de los doctores dice que su empleo principal está muy relacionado con su área de formación.

Problema conocido

"Esa situación existe hace tiempo, sobre todo entre los más jóvenes, que les cuesta entrar a las universidades, por lo tanto, cuando están en una precariedad de ese tipo, tratan de tomar el empleo que les sirva para enfrentar a largo plazo los objetivos que tienen como profesionales. Cada vez ha habido más personas que logran realizar y terminar un doctorado, y el número va a seguir creciendo a medida que existan programas de formación de capital avanzado", dice Horacio González, consultor en temas de ciencia, tecnología e innovación.

Según un estudio realizado por González y Alejandro Jiménez, de la U. Alberto Hurtado, el próximo año habrá 8.500 investigadores con grado de doctor en Chile, casi el doble que en 2014. Esto aumentará aún más la competencia en un escenario donde no hay una política científica a largo plazo.

"Ningún gobierno ha pensado a largo plazo cómo desarrollar la política científica, tecnológica e industrial de innovación", dice González.

Si bien se ha tratado de mejorar, fomentando la preparación de capital humano avanzado, tampoco se hizo con visión de futuro.

En 2009 Conicyt creó el Programa Atracción e Inserción de Capital Humano Avanzado (PAI), que desde 2011 ha adjudicado 294 proyectos que han insertado igual número de investigadores en universidades y empresas. "Conicyt también lleva adelante esfuerzos para fomentar y fortalecer el desarrollo de la investigación científica y tecnológica de excelencia a través de la promoción de jóvenes investigadores con grado académico de doctor. Para ello, cada año se convoca, a través del programa Fondecyt, a los concursos de Postdoctorado e Iniciación en la Investigación", señalan en la institución. A través de esto, se han adjudicado 3.151 proyectos.

Para Natalia Muñoz, estos instrumentos de inserción no han logrado su objetivo y sólo sirven "para patear el problema".

"La precariedad laboral se mejora diversificando las oportunidades", dice Alejandro Jiménez, de la Universidad Alberto Hurtado. "Desde las universidades se puede hacer mucho para acercar la ciencia al sector privado y generar mayores sinergias con el capital humano avanzado", dice. Pero aún no se ha hecho (ver nota secundaria).

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