Alberto Fuguet: "Ahora es mejor pasar piola que ser un escritor superventas"

El autor de Mala onda reedita su segunda novela, Por favor, rebobinar. Una historia coral sobre los años 90, su relato más arriesgado y menos exitoso.




A fines de 1991, Mala onda salió a la calle. Era la primera novela de Alberto Fuguet y venía impulsada por el éxito de Sobredosis, su libro debut. La historia de Matías Vicuña fue el fenómeno de las vacaciones. Pero mientras la novela viajaba en la mochila de miles de lectores, su autor estaba encerrado. Angustiado, con resaca. "El verano 91-92, en que salió Mala onda no viajé a ninguna parte. O quizás sí: a sitios muy oscuros, pasé casi todo ese verano en que el libro era nuevo tirado en la cama o un sofá, sudando, jalando, durmiendo, leyendo, viendo tele, comiéndome las uñas", relata.

"Por favor, rebobinar emergió de todo eso, de ese estado de ánimo, de ese pavor", escribe en una nueva edición de la que sería su segunda novela. Publicada en 1994, Por favor, rebobinar es la novela de un escritor de 30 años que probó las veleidades del éxito: "Los dos primeros vendieron mucho, me expusieron mucho y fueron muy mal criticados", recuerda hoy.

Por favor, rebobinar fue el intento de Fuguet por ganarse a la crítica, por legitimarse. Y en ese intento, el libro se perdió. No tuvo el éxito de los anteriores ni agradó a los críticos. Veinte años después, Fuguet lo recupera.

El libro es la historia de una generación marcada por la cultura pop, el cine, los medios, la moda. Un relato de ocho personajes a la deriva, entre ellos un cinéfilo, una estrella de rock, un modelo con ambiciones literarias. El primer título del libro era Juntos y solos.

Las historias se conectaban a través de agregados (entrevistas, recortes de prensa), como bonus track. Pero a su editor de entonces, Carlos Orellana, le pareció poco literario. Le sugirió tachar, cortar y volverlo "menos fuguetiano". Fuguet lo hizo: sacó los anexos, voló un capítulo entero.

Entregó la nueva versión y partió becado a Iowa City. No hizo promoción. "Tú ya tienes un nombre, eres como una marca", le había dicho el editor. No fue suficiente. En 1998, Fuguet publicó la edición original. Ahora agrega un epílogo con la historia.

Ud. dice que este año volvió a leer el libro. ¿Qué le pareció?

Me pareció adelantado a su tiempo. Muchas de las cosas que cuenta ocurren ahora y en esa época eran raras. Por ejemplo, la idea de que un escritor podía ser una estrella, que importa más su físico, o el poder de los agentes; las columnistas de vida social en primera persona, o la idea de que el centro es ondero, cuando en esa época era peligroso...

¿Quería hacer una novela generacional?

Tenía claro que Mala onda era una novela de época, de los 80. Acá quería escribir del presente. Quería hacer un libro para mi generación y no llegó. Mucha gente no lo entendió. "¿De qué está hablando este huevón? ¿Dónde ocurren estas cosas?". Era un mundo que yo veía en Rock & Pop, en la Zona de Contacto...

Es un mundo bien McOndo: mucha influencia de EE.UU., el pop...

Sí, muy McOndo, aunque ese libro fue del 96. Pero hay un personaje acá que dice: "Quiero escribir La casa de los espíritus sin los espíritus", un chiste McOndo. Después, Lucía Santa Cruz escribió en revista Mundo Dinners una columna contra Miami, y yo dije voy a contestarle con una idea divertida: McOndo. Ahí se fue armando la idea y después vino el puto prólogo que me costó mi carrera (ríe).

¿Por qué no se entendió el libro? 

El libro se leyó como un libro fallido de cuentos. Eso es culpa mía, porque le quité los agregados que unían los relatos, eran la columna vertebral.

Impulsado por su editor...

Yo podría haber dicho que no. Pero cuando él me dice: "A la crítica le podría gustar más si lo desfuguetizas", fue música para mis oídos, porque en el fondo yo quería la aprobación de la crítica.

Los lectores tampoco se reflejaron...

En Mala onda la gente se podía identificar, todos los lugares eran reales. Es más: creo que es más agradable recordar, y por eso el éxito de programas como Los 80. Pero en Por favor... era el presente y todo inventado. Además, no tenía un solo protagonista...

¿Con qué sensación se quedó?

Hubiera preferido que Mala onda no funcionara y este sí, porque fue un libro de tabla de salvación. Pensaba: si este mundo era más reconocido, legitimaba mi mundo. Pero de nuevo sigo siendo el freak.

De todos modos, acá hay temas y personajes que después reaparecen en otros libros...

Los personajes de mis películas están sacados de acá: Velódromo, Música campesina... Aeropuertos, Missing, Las películas de mi vida están aquí: son todos huevones sin patria. Este libro es como una matriz. He estado leyendo la biografía de Gerald Martin sobre García Márquez y, sin comparar, a veces el libro más importante no es el que uno cree. En el caso de él no es Cien años de soledad, sino El otoño del patriarca, al que no le fue tan bien. Me di cuenta de que Por favor... es un libro fuerte. Pese a todo, fue un libro resiliente. Para la gente más globalizada, es su favorito.

¿Cómo lo afectó entonces?

Esa era una época muy exitista. Si el libro no era un bestseller, moría. A pesar de que este no murió de inmediato, se hicieron dos ediciones y después salió por Alfaguara, no fue el éxito que se esperaba. Tinta roja lo hice respondiendo a esto y las críticas. Fue un ejercicio para decirle a la crítica: "¿Creís que no puedo escribir como otros huevones? Escribo como otros huevones, aquí está". Hoy no lo haría, pero entonces quise demostrarlo, inspirado en (Alfredo) Gómez Morel y esa gente. Y después no escribí por un buen tiempo.

El libro recupera también la década de los 90. ¿Qué piensa de ella?

Yo soy bastante pro 90. La idea de no estar en dictadura no es poco, aunque la democracia fuera penca. Sobrevalorar la idea de la dictadura y creer que todos fueron héroes, cuando fueron muy pocos, me parece patudo e incorrecto. Todo lo que ocurrió en los 90, hoy se está cosechando: música, cultura popular, drogas, spandex, diversidad, etc.

Veinte años después, tiene a la crítica a su favor...

Me siento tranquilo. Me gusta mucho el no estar expuesto. Puedo escribir libros raros, no soy sólo autor de un libro. Sigo escribiendo y, a la vez, no estoy en la cresta de la ola. Me agrada no ser el bestseller hoy. Todo el mundo sospecha de ellos: que es por género o literatura para viejas. Es mejor ahora pasar piola que ser un superventas.

¿Está escribiendo?

Sí. Acabo de terminar una película, Invierno, que es sobre un escritor, y me dieron ganas de seguir escribiendo. Sentí como que estoy empezando a despedirme del cine. Hice cinco películas en 10 años. Estoy contento, pero es desgastador, sobre todo si se hace con poca plata. Han ayudado mucho Missing, Tránsitos; el feedback es importante.

Cumplió 50 años. ¿Está satisfecho con su obra?

Estoy tranquilo. Más allá de si vendiste o no, el tema es si tu apellido se volvió adjetivo. Estoy contento con mis libros, pero quiero agregar más. Yo no lo esperaba, pero me parece que hay una estética. Mis libros son coherentes y son fuguetianos.

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