Alberto Fuguet: "No Ficción es lo más lejos que puedo llegar antes de escribir mis memorias"

El autor de Missing publica un libro sobre la relación no consumada entre dos hombres. Cruzando biografía y ficción, compone un relato franco sobre la intimidad homosexual.




Fue un verano, de noche. Estaban en la Plaza Las Lilas. Alberto Fuguet (1964) conversaba con un desconocido, un abogado que contactó por internet. Conversaban y bebían cerveza. Fuguet le habló de una relación pasada, una relación de ocho años con otro hombre: una amistad que era más que una amistad pero que nunca pasó más allá. No se definió.  El otro no lo podía creer (¡ocho años y nada!), pero se fascinó con la historia. Una historia de complicidad, cine, libros, noches juntos, y sin sexo. Un amor frustrado. “Da para una novela”, le dijo el otro. Y esa es ahora la etiqueta que acompaña a No ficción, el nuevo libro de Alberto Fuguet: “Hay relaciones ambiguas que dan para novela”.

Después de 10 años con las energías concentradas en el cine, desde Se arrienda (2005) hasta Invierno (2015), Fuguet retoma su obra literaria con una novela arriesgada, vigorosa y provocativa. En el camino publicó Missing, una investigación, y Tránsitos. No ficción se mueve en la delgada línea que separa lo real de la ficción, la memoria de la imaginación, y se nutre de ambas. Alex, escritor y cineasta, llega una noche al departamento de Renzo. No se veían hace tres años, después de ocho de intensa amistad. “Voy a escribir de ti, hueón”, le advierte.

El libro se desarrolla como un diálogo de toda una noche. Un diálogo directo, fuerte, a veces descarnado. Hay tensión, orgullos lastimados, heridas aún frescas. Alex y Renzo tienen visiones distintas de lo que fue su amistad. En uno hubo amor y deseo; en el otro, cariño, confusión, y acaso ganas de no ver. “Sabías que tenía que escribir de ti, que al final esto fue una historia. Tuvimos un cuento”, dice Alex. “¿Un cuento? ¿Así le dices? Tú todo lo transformas en ficción, Alex, no puedes controlarte”, responde Renzo. “Pero acá todo fue verdad, hueón. Esa es la diferencia. Fue no ficción”, replica el escritor.

No ficción es un quiebre. Al menos en dos sentidos: es el libro más frontal de Fuguet sobre la intimidad, y es su comienzo en un nuevo sello editorial. Después de 20 años como autor de Alfaguara, se estrena en el catálogo de Literatura Random House.

Alex le dice a Renzo que escribirá sobre él. ¿Eso hiciste? ¿Pediste permiso?

Un escritor no pide permiso; a lo más perdón. Es un canalla y siempre lo ha sido. De eso se trata, ¿no? El novelista que no es un vampiro es un escribidor. La idea, el impulso, es traicionar y molestar y provocar. Si no rockeas, terminas cantando covers de baladas. Paso. No es lo es mío. Esto no es una transcripción de un diálogo porque ese diálogo no ocurrió. La novela se basa en una fantasía: qué pasaría si pudiera conversar tranquilo con un ex y aclarar las cosas... Creo que ya tengo suficientes libros para haber colgado los guantes. Si vuelvo a escribir después de mi etapa cine es porque encontré unas historias y un tono que no había trabajado antes y que sentía que no existían novelas parecidas. Con No ficción me siento volviendo al ring, aunque con shorts más cortos, de esos Adidas vintage.

¿Cómo se originó el libro?

A partir de historias que me han pasado, que le han pasado a otros y lo que logro poner/inventar de mi cosecha, que no es poco. No todo es verdad, como algunos ya creen, pero la idea es que sí crean que lo es y que se lea como tal. No ficción es quizás lo más lejos que puedo llegar antes de escribir mis memorias. Esta novela, como es corta y quizás “resumible”, se la  narré verbalmente a un desconocido y me dijo: “No te creo, no te la compro, no mientas”. Luego, cuando le conté que era un escritor, me dijo entre asqueado e intrigado, que debía escribirla.

¿El título es un juego?

Algo así. Sí, eso es. Obvio. Es la idea de estirar la cuerda de la novela e incorporar el morbo y el cotilleo y transformarlo en materia prima literaria. Ya que van a pelar (yo partí con un cuento llamado Pelando a Rocío), es darle munición “al resto”, pero a mi manera. Una novela de dos hombres con un lazo raro donde un personaje se parece mucho a mí gana con el título de No ficción y pierde si se llamara Departamento o Sábado. Creo que provoco cosas, intrigo, se dicen cosas de mí y de todo tipo. Sé que soy leído y que a algunos les gusta lo que hago y que otros no me tragan, les parezco un huea, un poser, un cuico, un facho, un gay que no escribe temas gay, etc. Me pareció atractivo un título pensado para la plaza local y de ahí salió No ficción...

Pero no es un título cualquiera. Estás diciendo: “Esto es verdad”.

Cierto pero no es tan verdad. Hay tantos novelistas, en el mundo y en Chile moviéndose en el límite entre lo que es ficción y lo que no, que sentí la necesidad de extremar el recurso, de llevarlo al límite. No ficción es una ficción y como toda ficción tiene mucho de no ficción.

Alex escribió y dirigió los mismos libros y películas que tú. Alex perfectamente eres tú. ¿No le temes a este juego de exponerse?

Sé lo que estoy haciendo y me he divertido en el proceso. Siempre digo: si no duele, no vale, pero también vale si uno se entretiene a morir. Igual quizás alguien suponga que el protagonista soy yo. ¿Soy yo? Casi, o a veces. Sí. Algo. El resto de los personajes no son reconocibles ni para mí mismo, porque tienen de muchas personas reales y otro tanto de mi propia invención. Alex ha dirigido y escrito cosas parecidas a las que he hecho yo, pero no necesariamente soy yo. Alex es como un avatar. Y es un tipo más paciente que yo.  Yo soy más inquieto. ¿Qué habría de temer? No ando usando dineros públicos.

¿No sientes pudor al usar a otros?

No, es parte del oficio y de la tradición. La tía Julia y el escribidor ya es un clásico. Y es verdad y es mentira. Julia Urquidi escribió una respuesta literaria que no tuvo el peso literario de la novela de Vargas Llosa. Como todos los autores que me interesan, yo uso gente como base. Nunca he pronunciado esa frase (“voy a escribir de ti, hueón”) y nunca he ido a un departamento a pedir permiso. Y si alguien considera que soy un chacal, un asesino, un traidor, un hijo de puta, solo puedo decir que no es primera vez que me lo dicen (llevo como diez libros que han herido a otros y a mí) y que pediría perdón si pudiera, pero tal como no se puede pedir perdón por amar o sentir deseo por otro, tampoco puedo hacerme cargo del herir. Es parte de mi trabajo. Un gato pelecha, un escritor transforma lo que tiene cerca. Yo al final soy fiel a mis personajes y a mi planeta.

La editorial lo presenta como una exploración del mundo gay. ¿Qué significa eso?

No sé del todo. De más, puede ser. Quizás tiene que ver con la orientación sexual de los protagonistas. Al menos la de uno. Y es una exploración, no es la última palabra o un tratado militante. O sea, la novela explora sus maneras de relacionarse, de convivir, de compartir la ducha o la cama o la ropa o sus proyectos, y cómo dos tipos se manipulan y convencen a través de las palabras. Yo creo que un lazo así de íntimo es homosexual y que lo físico es lo extra. Necesario pero extra. La novela para mí es una suerte de lucha libre entre dos tipos. Ojalá desnudos y sudados, claro. Cada uno quiere al otro, pero uno quiere más. Esto sucede en todos los ámbitos y orientaciones pero me encanta que en este caso se da entre hombres. Según mi editor, el tema de esta novela es “muy chileno”, porque más allá de si es gay o hétero, lo que aborda es esa forma de sexualidad tan tramitada o contenida que es “típica chilena”. El famoso “sí pero no, no pero sí”.

Alex y Renzo tienen impresiones distintas sobre su relación: a Renzo le gusta hablar de hermandad o de bromance; Alex bromea con bad romance. ¿Cómo la definirías tú?

Amor. Y el amor lleva sexo. A veces parte con sexo pero lo que sí es innegable es que un lazo de amor termina con carne. A Renzo le gusta el bromance porque le parece que lo protege, para no asumir que se amaban más que la cresta. Al parecer los perritos-zorrones se están quedando sin palabras para denominar al cariño. Los hombres (algunos más que otros) le tenemos miedo a esas palabras. Yo que me dedico a las palabas a veces reconozco que se me pasa la mano. Me dicen que hablo demasiado. Puede ser.

En un minuto Alex dice que no sabe cómo contar esta historia: ¿Cuáles fueron tus opciones? ¿Por qué decantaste por el diálogo? 

Las opciones no fueron muchas. Es un diálogo en la medida que esta historia necesita de los dos. No existiría un Alex sin un Renzo. Son las respuestas dadas, los silencios, las miradas, las preguntas, la tensión en la conversación, los chistes, coqueteos, pelambres. Cómo se relacionan Alex y Renzo es clave para entender No ficción. Y está el factor Puig, claro. Este libro bebe y traga de Maldición eterna a quien lee estas páginas, que es puro diálogo entre dos hombres y, de otra manera, en la cosa dialéctica, de El beso de la mujer araña.

No ficción está escrita en un lenguaje directo, duro. ¿Por qué esa opción? 

No creo que sea duro. Es directo. Es franco. Es como se habla en privado. La idea es no pensar en lo políticamente correcto y dejar que cada uno hable desde su visión. Quería que fuera verosímil y para hombres. No una fantasía para todos. Hay muchas cintas en que los gays son encantadores pero pareciera que no tuvieran líbido. No conozco de esos. También quería algo de humor. Y volviendo a Puig: hay algo de apuesta y de “representación”. No es que hablemos siempre así... Esta era una conversación evitada, postergada, no cerrada, contenida... obvio que cuando te atreves a tenerla, es porque quieres sacar todo. ¿Puede sonar descarnado? Ojalá. Es acerca de la carne, de la piel. Uno de los temas subyacentes es eso: cambiar de piel, sentir la piel.

¿Cuáles son tus expectativas?

Quizás la respuesta real es “no sé”. ¿Uno sabe? Quizás es “para que salga de mi computador”. Es para expurgar. Me sucede siempre: la felicidad final es quedar liberado. Superar Por favor, rebobinar, superar Velódromo, superar No ficción. Quedar libre. La expectativa final es que le interese al lector. A uno al menos.  Con eso basta. Que ojalá alguien subraye una frase o le regale el libro a otro o sienta cosas. Si No ficción puede transmitir la experiencia de un amor no correspondido entre dos hombres, esa sangre de amor no correspondido a la que alude Puig, puta, genial. Si un hueón confundido agarra coraje para lanzarse y meterse con su mejor amigo/perrito, genial.

¿En qué medida lo sientes un libro necesario? 

Si no fuera necesario no lo hubiera escrito ni menos publicado. Supongo que este libro se transforma en “necesario” en la medida que ya estaba bueno de escribir de lazos entre hombres o tensión homoerótica sino ya de amor. Hay lectores que me decían: cuándo van a agarrar algunos de tus personajes. Nunca había escrito una historia de amor porque nunca me había enamorado. Y cuando entendí que las mejores historias de amor son las que no resultan, comprendí que tenía un libro listo para escribir.

Tanto por el tema como por el lenguaje, este es lejos tu libro más jugado. ¿Estás en otra etapa de vida y de autor?

Ojalá. Puede ser. Yo siento que cada uno de mis libros es jugado, sólo que los temas cambian y el contexto. Quizás es más una depuración. Mala onda fue considerado radical y arriesgado. Por favor... lo es, me consta… No sé… soy malo para captar en qué momento estoy. Estoy lanzando este libro. Y lo estoy pasando bien. Quedarse pegado es horrible. Es clave crear pensando siempre que puedes destrozar tu carrera. Sé que puedo perder lectores pero ojalá gane otros. Creo que la etapa en la que estoy me permite escribir (con nervio igual) de lo que quiera... De lo que tenga ganas. Entonces, sí. Estoy en una etapa de la vida en que estoy contento con las decisiones tomadas, entre ellas, el atreverme, después de varios años a hacer cambios en mi vida profesional: hacer una película de cinco horas, cambiar de editor, de editorial, etc... Cambiar de agente fue clave. Hacer más deporte es clave. Me gustan los combos, dar patadas, sudar. Son cosas que hablan de cambios.

¿Cómo sientes que dialoga este libro con otros de  sensibilidad gay? ¿Sientes empatía  con Pablo Simonetti?  

No ficción dialoga desde que hay una historia de amor gay y creo que en ese sentido dialoga con lo que hace Pablo. El cuento Santa Lucía es un relato clave, un clásico, eso se sabe. Para muchos chicos es un cuento liberador y fundacional para sus vidas. Obviamente uno se siente cercano a aquellos autores que te cuentan o cosas nuevas o cosas cercanas. Pablo habla de un mundo que me es cercano en los sentimientos y deseos, pero algo más lejano en cuanto a sus jerarquías sociales. Simonetti tiene su mundo y yo el mío. No siento que tenía que pedirle permiso para ingresar. Pensándolo, creo que No ficción dialoga mucho con mis libros y mis personajes masculinos y con mi sensibilidad. El mundo gay es ultra amplio y mientras más diversidad mejor, ¿no?

Para muchos representará tu salida del clóset. Otros lo leerán como un ajuste de cuentas...

No lo siento así. A mí me sacaron a la fuerza hace tiempo, justo para Mala onda, algo bien penca y violento y traumático, y no quiero hablar de ello. Punto. Un poco de misterio es bueno y además es parte de mi personalidad. Que ahora hable de esto es porque el tema lo amerita y por el título, si no jamás. No necesito que todo el mundo sepa mi parada. Quizás este libro es más frontal, más explícito, pero es porque solo podía contar la historia de ese modo. Esta novela no puede ser discreta o de buen gusto y quizás por eso se considere una salida o una apertura, pero lo que digan u opinen es secundario. Creo que este libro sale cuando ya me siento más cómodo con el adjetivo fuguetiano. Y me parece que la novela es super Fuguet. O Fuguet reloaded. Potenciado. Yo sigo siendo un poco fóbico, tímido y paranoico, pero esta novela es un ajuste de tono en mi narrativa, pero no en mi vida personal. Tanto No ficción como la próxima Sudor, que sale el próximo año, son relatos escritos desde el campo de batalla o desde la trinchera. ¿Si es un ajuste de cuentas? Obvio. Todo libro potente lo es.

¿Te sientes entonces un escritor gay? 

Me considero un tipo gay que escribe. Espero ser diverso. No quedarme pegado. No sé de qué escribiré a futuro, pero Sudor sí es acerca de las noches de verano en el Santiago gay de hoy. No sé que haré después. Que yo apoye la causa o admire Iguales es un  tema; lo que escriba es otro. Y donde voy a bailar también.

¿Por qué cambiaste de sello?

Me pareció que el catálogo de Literatura Random House era increíble. Un honor estar ahí. Me pareció atractivo cambiar de sello con dos novelas nuevas. En todo caso, es solo un sello. No es un cambio de casa.

¿Alfaguara no se interesó en los libros?

Sí, pero tenía ganas de cambiar. El libro se publica ahora en Chile, después en Perú, Colombia, México… Me invitó Claudio López, el director literario del sello, y acepté.

Sudor se inspira en un famoso escritor de Alfaguara, ¿no molestó eso en la editorial?

No sé, lo dudo. Sudor es una novela sobre un divo de la literatura. Y ese personaje se inspira en Carlos Fuentes. Pero esa es otra historia. La ropa sucia se lava mejor fuera de casa en todo caso, pero esa frase ya no sirve porque todo es la misma casa. Penguin Random House está apoyando mucho tanto mis libros con Random, como los que aún tengo en Alfaguara. Es lo mismo.

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