Arquitectura y poesía: los nuevos proyectos de Cazú Zegers

La profesional diseñó el Centro Cultural de Puente Alto. Trabaja en el desarrollo de espacios sustentables en La Araucanía.




Hace 10 años se inauguraba en Puente Alto la Iglesia Espíritu Santo, diseñada por la arquitecta Cazú Zegers. Fue su primer vínculo con la comuna. Entonces las autoridades del municipio le propusieron hacer un centro cultural en la antigua casa del ex alcalde Juan Estay, declarada con valor patrimonial. El proyecto pasó por diferentes etapas, sufrió retrasos, cambios inesperados y ahora, una década después, está próximo a inaugurarse.

La historia del Centro Cultural Alcalde Juan Estay está cruzada de imprevistos: en principio sería un centro para jóvenes hiphoperos, pero cuando se iba a construir se quedó sin presupuesto; fue postulado al Consejo de Cultura para integrar la red de nuevos centros culturales y Cazú Zegers lo reformuló, con un teatro para 500 personas. Pero el terreno dispuesto se vio disminuido y otra vez tuvo que rediseñar, ahora con el teatro bajo tierra. “Lamentablemente nos tocó la salida de Bachelet y este proyecto se perdió nuevamente porque el gobierno de Piñera no le tuvo fe”, cuenta.

Para ella el proyecto tiene mucho sentido porque la arquitectura queda al servicio de un hecho social real, que es el que los espacios públicos en municipios altamente densificados se vuelven una necesidad, son la expansión de las viviendas estrechas, lugar de encuentro y de expresión. “La cultura genera riqueza, saca a los niños del riesgo social, dignifica al ser humano, pero la constructora que se asignó el proyecto no respetó ningún detalle constructivo y se terminó haciendo todo a la barata”, cuenta la arquitecta. Y aún cuando el centro, de 2.300 metros cuadrados, está en fase de término, ella no se siente conforme. “Tanto esfuerzo para hacer una obra de esta envergadura, que se termina empobreciendo por malas decisiones, que no sigue una continuidad debido a los cambios de gobiernos, de alcaldes, y porque no se respeta el trabajo de la gente”, dice.

Considerada entre las 20 mejores arquitectas mujeres del mundo por la revista World Architecture (2008) y premiada como autora del mejor hotel de 2012 por su diseño del Tierra Patagonia, Cazú Zegers está más entusiasmada con sus proyectos en La Araucanía.

En 2013 conoció la zona y comenzó a pensar la Ruta Pehuenche. “Me quedé con la idea de armar una ruta de refugios de altura para poder hacer esquí de travesía en invierno y trekking, cabalgatas y bicicleta en verano para recorrer los volcanes. Si uno quiere comunicar la Araucanía Andina había que armar una ruta que conecte los volcanes, entonces armamos un lema que invitaba a esquiar cinco volcanes durante siete días”, cuenta.

Para ella es clave pensar de manera inclusiva, de la mano de los pueblos originarios.“Junto a Tomás Sánchez Valenzuela hicimos toda una ruta de Araucanía Andina y luego hicimos una que se llama Ruca tu Ruca en el Lago Budi”, cuenta. Con esa experiencia armó el seminario Territorio Poético, que ya suma dos versiones. “Lo que plantea es cómo construimos el Wallmapu, que muestra un territorio mestizado con un nuevo planteamiento. Esto provocaría un desarrollo de las comunidades aledañas por el uso de estos parques, reservas y belleza escénica”, explica.

El proyecto propone, junto a la ruta, el desarrollo  del primer parque de nieve mapuche o intercultural, en Pata de Choique, a 2 km de Arenales. “Implica pasar de un desarrollo industrial, que agota sus recursos en materias primas a un desarrollo de turismo sustentable de la mano de los pueblos originarios, que son los que más saben del territorio y para ellos es sagrado y lo respetan. Se trata de no seguir depredando el paisaje que es nuestro gran patrimonio. Hay que sumarse y no tratar de conquistar. Hay que poner en valor lo que ya existe. Es una nueva mirada que nos incluye a todos y que no polariza”, enfatiza.

Casa de la Mujer

Para Cazú Zegers, lo que unió estos dos proyectos fue conocer al coreógrafo samoano Lemi Ponifasio cuando vino a Teatro a Mil  2013 y vio su obra Birds with skymirrors, donde plantea estos mismos temas. “Me di cuenta que hacíamos lo mismo, él desde el teatro, yo desde la arquitectura. Existía una resonancia con su trabajo increíble. Ahí fui y me presenté, lo invité a tomarse un café a mi casa”, cuenta.De allí nació una amistad que derivó en que este año fue invitada por Ponifasio  a desarrollar la Casa de Mujer, instalación parte de su obra Lagi Moana para la Bienal de Arte de Venecia. “Cuando estábamos desarrollando el proyecto, me acordé del monolito de 2001: una odisea en el espacio, de Kubrick, que aparece siempre cuando la humanidad está lista para vivir un cambio cultural, una transformación profunda. Es un poco lo que pasa hoy con la tecnología y la comunicación digital. Vivimos en espacios contemporáneos pero completamente aislados. Estamos entrando a otra dimensión donde tenemos que adaptar el cuerpo y la mente”, dice. No se trata de volver atrás, sino “de incorporar la dimensión ritual, la naturaleza y lo poético a la vida”, concluye.

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