Atenas 2004, un oasis para Chile en los Juegos Olímpicos

Dos oros, siete platas, cuatro bronces y 28 diplomas, ha sido el balance olímpico chileno en la historia.




El éxito olímpico chileno es escaso y en Atenas 2004, qué duda cabe, está el hito de mayor relevancia del deporte de alto rendimiento nacional cuando, de forma inédita, Nicolás Massú obtuvo, uno en compañía de Fernando González, los dos primeros y por ahora único títulos olímpicos de la historia nacional.

En sus 21 presencias en las 27 ediciones olímpicas, Chile acumula 13 medallas: cuatro de bronce, siete de plata y dos de oro, sitúandose por debajo de sus pares de la región como Brasil (108), Argentina (70) y Colombia (19).

La primera presea llegó colgada en el cuello del maratonista Manuel Plaza tras su segundo lugar en Amsterdam 1928. Aquel éxito, eso sí, fue irrepetible durante los siguientes 24 años hasta que Óscar Cristi, César Mendoza y Ricardo Echeverría obtuvieran el segundo puesto de la equitación por equipos en Helsinki 1952. En la competencia individual, Cristi repetiría la plata. Las siguientes medallas no tardarían demasiado, ya que en Melbourne 1956, el boxeo le daría a Chile dos bronces y una plata, al igual que la jabalina de Marlen Ahrens.

El segundo lugar en el tiro skeet en Seúl 1988 y el bronce del fútbol en Sidney 2000 parecen también triunfos aislados en una historia poco exitosa en cuanto a la obtención de medallas. De hecho, tampoco el triunfo en dobles y singles del tenis en Atenas, para muchos el punto de inflexión de la historia deportiva chilena, se tradujo en una mayor cosecha de medallas ya que, en los últimos 10 años, sólo Fernando González pudo conseguir otra, merced al tercer lugar obtenido en Beijing 2008.

De cara a los próximos Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, la gimnasia, con Tomás González a la cabeza -quien obtuvo dos cuartos lugares en Londres 2012- es la carta con la que Chile aspira a nuevos éxitos.

El desafío es potenciar la práctica del deporte de alto rendimiento y generar aún más instancias de desarrollo deportivo para que, para las próximas generaciones, las medallas no sean una excepción y Chile pueda, al menos, pelearlas de manera recurrente. Sólo así el éxito de Massú y González no será un hecho aislado recordado por décadas. Por ahora es la reliquia que guardar con cuidado y reverenciar en cada aniversario. Atenas sigue siendo leyenda.

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