Aterriza en Chile la muestra más grande y personal de Yoko Ono

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Dream come true es la exposición de la artista japonesa que abre el 23 de junio en el CA660. Son 80 obras con las que se reivindica a la viuda de John Lennon como una de las creadoras más revolucionarias del siglo XX.




Esta historia de amor se inicia con una obra de arte. El 9 de noviembre de 1966 John Lennon -vocalista de The Beatles y por esos días el músico más popular del planeta- fue de visita a la prestigiosa Indica Gallery en Londres y se encontró en una de sus salas con una inusual escalera que llevaba a ninguna parte. Curioso, el músico siguió las instrucciones de la artista: "Sube la escalera. Observa la pintura del techo con una lupa y encuentra la palabra sí". Lennon quedó de inmediato prendado del mensaje, entre misterioso y positivo, y más tarde no podría evitar también caer rendido ante la figura de la autora, la japonesa Yoko Ono. Con ella viviría un intenso romance para luego casarse y convertirse en una de las duplas artísticas más creativas de la época.

Para algunos, sin embargo, mientras más se unían John y Yoko, más se separaba la banda de Liverpool: la artista quedó para siempre eclipsada por la popularidad del cantante, quien murió trágicamente, cuando un fanático le disparó cuatro veces afuera del hotel Dakota en Nueva York, en diciembre de 1980.

Desde entonces la artista, hoy de 84 años, se concentró en su trabajo en solitario, aunque para la mayoría del mundo fuese simplemente la viuda de John Lennon. Desde el 23 de junio en el Centro de las Artes (CA) 660 se podrá ver una exposición que intenta acabar con la leyenda negra de Ono y al mismo tiempo reivindicar su papel como una de las artistas más revolucionarias y multifacéticas del siglo XX.

Artista multimedial, performer, cantante, compositora y activista por la paz, Yoko Ono llega ahora a Chile con su muestra más grande y personal: Dream come true, que ya estuvo en Ciudad de México y Buenos Aires, con la curatoría de Agustín Pérez-Rubio, director del Malba, y Gunnar Kvaran, director del Museo Astrup Fearnley, en Oslo.

La muestra está enfocada en las llamadas Instrucciones, uno de los conceptos artísticos más radicales instalados por la artista a inicios de los años 60, que se deshace por completo del objeto de arte para realzar el valor de la idea, la imaginación y la interacción con el público. Y entre ellas la pieza La pintura de techo (pintura del sí) también está incluida.

"La idea nació a fines de los 50, cuando post Segunda Guerra Mundial la vanguardia artística comienza a volverse en contra de la política norteamericana y donde la cultura zen y las nociones del budismo empezaron a tomar fuerza", explica Gunnar Kvaran a La Tercera. "En ese contexto, Yoko Ono inventa esta nueva noción de obra, una fusión entre los haiku, poemas tradicionales japoneses y la obra visual. Sus primeros trabajos eran instrucciones que se transformaban en pinturas, pero luego ella desmaterializó el objeto y este ya no era necesario para la obra de arte, en ese sentido fue mucho más allá de lo hecho por Duchamp con sus readymades", agrega el curador.

La exposición en el CA660 reúne la mayoría de sus piezas icónicas de los 60 hasta las realizadas en los últimos años, a través de fotografías, videos y las propias instalaciones para que el público pueda participar creando una obra de arte. Está la primera Instrucción que realizó: Pieza de encender, otoño 1955 (Enciende un fósforo y observa hasta que se consuma), que se complementa con el registro en video de una de las acciones de 1966; le siguen Pintura para clavar un clavo, de 1964; Pintura para el viento y Pintura para apretón de manos, ambas de 1961, así cómo Pieza de limpiar de 1996 y Fanatismo espiritual, de 2000.

Instrucciones para el público

Nacida en Tokio en 1933, Yoko Ono es la hija única de una de las más adineradas familias de Japón. Su padre, cristiano, banquero y pianista, y su madre, una socialité y practicante budista, le dieron desde temprano una vida de privilegios y estímulos intelectuales.

Eso no impidió que en 1945 la familia sufriera los embates de la guerra. Durante la explosión de la bomba atómica, la familia Ono se protegió en Tokio en un búnker, en la localidad de Azabu; más tarde fueron enviados a un campo de concentración, donde la artista, según ha declarado, comenzó a desarrollar su conciencia política, una actitud más "agresiva" y la sensación de ser una "outsider".

Las influencias familiares hicieron que Yoko retomara al año siguiente su educación, en una escuela situada cerca del Palacio Imperial de Tokio, donde sería compañera del príncipe Akihito, futuro emperador de Japón. Años después toda la familia se mudaría a EEUU, donde Yoko Ono se fascinó con el arte y la movida bohemia.

"Su procedencia adinerada y esa sofisticada niñez es un punto importante para comprender a la artista", dice Gunnar Kvaran. "Ella tuvo la posibilidad de educarse a la par que los hombres. Cuando ella conoció a John Lennon no se mostró para nada admirada de su situación de rockstar, para ella no era nada especial, eran los lugares donde ella había estado desde siempre".

Antes del encuentro con el músico, Yoko Ono ya tenía una carrera en el mundo del arte, que partió con su huida de la universidad con el que sería su primer marido, el compositor japonés Toshi Ichinagi, una estrella de la comunidad experimental de Tokio. Ono daba sus primeros pasos en esa escena: fue parte de Fluxus, el grupo experimental que reunió a músicos y artistas, entre ellos Joseph Beuys, Nam June Paik y Wolf Vostell. También trabó amistad con John Cage, quien se convirtió en uno de sus mentores y quien la animó a profundizar y llevar más allá sus ideas sobre las piezas de Instrucción.

Para Agustín Pérez-Rubio, co-curador de la muestra, aunque la obra de Yoko Ono es diversa e incluye una prolífica carrera en la música, las Instrucciones son clave. "Es el corazón de su trabajo, lo que vertebró su obra desde los 50 y lo que sigue haciendo hoy", dice. "Además, el mensaje que hay detrás de estas obras es la esencia de la persona que es Yoko Ono, ella es una activista política, una feminista comprometida, su mensaje no ha cambiado, es consecuente. Por ejemplo, la acción de meterse a la cama contra la guerra de Vietnam que hizo con Lennon, es totalmente Yoko Ono, es su estilo y lo que querían era que la gente despertara y se manifestara", agrega.

La artista acaba de ser acreditada legalmente como coautora del tema Imagine, luego de décadas de omisión, que recibió el galardón a Canción de Siglo de la Asociación Nacional de Editores de Música de Estados Unidos.

Aunque la octogenaria artista no viene a Chile -hace varios años decidió no moverse de su departamento en Nueva York- sí estará permanentemente atenta a lo que sucede con su muestra. Por ejemplo, en Dream come true se exhibirá la pieza Teléfono, de 1964, que recibirá la llamada inesperada de la autora y que puede ser contestado por cualquier persona. En Rising, invitó a mujeres latinoamericanas que hayan sufrido violencia de género a compartir sus testimonios junto con una foto de sus ojos, hasta el 8 de octubre, las que serán expuestas en la muestra, y en Water event invitó a otros artistas a crear una obra conjunta: ellos realizarán un recipiente que ella llenará de agua para quienes lo necesiten. Entre los artistas que participaron en el Malba están Liliana Porter, Tania Bruguera, Runo Lagomarsino, Alfredo Jaar, y acá se sumarán otros dos chilenos más: Cecilia Vicuña y Enrique Ramírez.

"Hay que entender que lo trascendental es que la obra es entre ella y el público, no hay obra si no pones atención, si no participas. Es una invitación al público a hacer o a imaginar, porque muchas de las piezas no requieren una experiencia física; eso es lo revolucionario de lo que hace Yoko", resume Agustín Pérez-Rubio.

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