Bachelet enfrenta su último test en Unasur por bases de EEUU en Colombia

Presidenta entregará mañana en Ecuador el mando de la organización, en medio de la tensión regional por las bases norteamericanas en territorio colombiano.<br />




El 22 de mayo de 2008, en medio del fuerte conflicto que detonó el ataque del gobierno colombiano contra un campamento militar de las Farc en Ecuador, la Presidenta Michelle Bachelet asumió el mando de la Unión Suramericana de Naciones (Unasur). No era el acuerdo inicial de los mandatarios que constituyeron ese día el grupo, en Brasilia. El turno le tocaba a Alvaro Uribe, quien, sin embargo, declinó el ofrecimiento, para no seguir escalando los roces con Quito y Venezuela, que se sumó al rechazo de la operación.

Mañana, 15 meses después, Bachelet llegará hasta la Iglesia San Agustín de Quito para entregar el mando de Unasur a su par ecuatoriano, Rafael Correa. La cumbre, tal como el año pasado, estará marcada por la tensión regional. Esta vez por el acuerdo que selló Colombia con EE.UU. para que ocupen siete bases militares de su país con el fin de combatir el narcotráfico.

En La Moneda y la Cancillería dan por hecho que el tema será reflotado mañana por Hugo Chávez. El presidente venezolano ha levantado un discurso anti EE.UU., advirtiendo que el acuerdo puede suponer "el inicio de una guerra en Sudamérica". Chávez cuenta con aliados: Bolivia, Argentina y Ecuador, que, sin embargo, ha bajado la tensión por la asunción de Rafael Correa en Unasur. A ese grupo se contraponen Perú, Brasil y Chile, quienes no quieren abordar el caso en la cumbre. Uribe optó por marginarse de la cita.

Así, dicen altas fuentes de gobierno, lo central del discurso de la Presidenta en Quito estará resumido en una frase: "La integración es el arte de construir acuerdos". Para lograr ese objetivo, argumentará, se debe tener "respeto" entre las naciones.

En círculos diplomáticos afirman que La Moneda ha sido firme partidaria en los últimos días de no incluir el tema en la declaración de los presidentes (buscan que se refiera a la crisis en Honduras). Y que no exista ninguna modificación al protocolo inicial de la ceremonia. Vale decir, un acto breve, que consista en un discurso de Bachelet, otro de Correa y que concluya con la transmisión del mando. "No es bueno que se discuta, en este escenario, un tema como éste", dicen en el gobierno.

Así estaba contemplado hasta el viernes, según señaló ese día el canciller ecuatoriano, Fander Falconí. El ministro señaló que el debate sobre las bases militares será postergado para un encuentro del Consejo de Defensa de Unasur, a fines de agosto.

Los cancilleres afinarán el acuerdo este fin de semana. "Pero Chávez es imprevisible", advierten en el gobierno, donde existe inquietud de que Bachelet se enfrente a un escenario similar al que vivió en la Cumbre Iberoamericana (noviembre de 2008), cuando el mandatario enfrentó al Rey Juan Carlos. En el Ejecutivo no quieren que se empañe su "despedida" de la presidencia de Unasur, un rol que ha intentado aprovechar para potenciar su imagen internacional.

MARCHA ATRÁS
Paradójicamente, Bachelet había sido una de las impulsoras de que el tema se debatiera en la cumbre. Lo afirmó el jueves 30, tras una reunión en Sao Paulo con Lula. La cita se extendió una hora y media y, de acuerdo con fuentes diplomáticas, estuvo marcada por las quejas de Lula por las bases militares: no compartía la intervención de tropas de EE.UU. en una zona fronteriza en la Amazonía brasileña y que Uribe no se lo hubiera informado con antelación.

Esa vez, junto con decir que prefería no entrometerse en temas de Colombia, Lula señaló que "no me agrada la idea de una base militar americana". Bachelet dijo "compartir plenamente" su postura.

Horas después, la delegación chilena recalcaba la frase en que la Presidenta sólo hablaba de la soberanía colombiana. Hoy, en privado, en el gobierno sostienen que Bachelet había coincidido con la preocupación de Lula, un presidente afín a Chile y que el día de la reunión apoyó la reelección de José Miguel Insulza a la OEA. En altas fuentes de Perú, donde siguieron la reacción de la Mandataria y optaron esta semana por dar un fuerte respaldo a Colombia, señalaron que el "factor OEA" fue clave en la postura chilena.

En el gobierno atribuyeron una "mala interpretación" de los dichos de Bachelet. Y que nunca quiso enemistarse con Colombia, un aliado del llamado "Arco del Pacífico", y EE.UU.

Como sea, la postura chilena terminó de aclararse esta semana, cuando, en medio de una gira de Uribe por la región para explicar el acuerdo con EE.UU. (donde consiguió varios apoyos), lo recibió Bachelet en La Moneda. El gobierno anunció que "respetaba" su decisión. El mandatario argumentó en sus viajes que el pacto con Washington sólo contempla la instalación de equipos militares y no de nuevas tropas, además que excluye su perímetro de acción a otros países.

Uribe no abordó el tema en público, como en los otros países que visitó. Sí lo hicieron Chile y Brasil, que moderó sus críticas cuando Lula lo recibió el jueves. "Bachelet y Lula están jugando juntos", dicen en el Ejecutivo.

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