Biógrafo de la familia real española: "Felipe VI ha ofrecido señales inequívocas del ejercicio de su poder"

A un año de su proclamación, "los españoles han vuelto a considerar al Rey como pieza fundamental del Estado democrático", dice Fermín Urbiola a La Tercera.




De príncipe a rey en sólo 18 días. Tras la sorpresiva abdicación del rey Juan Carlos, ocurrida el 2 de junio de 2014, ese fue el tiempo que pasó antes de que su hijo Felipe fuera proclamado -el 19 de junio- como nuevo monarca de España. Experto en la Casa Real española, el periodista y escritor Fermín Urbiola traza en esta entrevista con La Tercera un balance de cómo ha sido el primer año del reinado de Felipe VI.

A un año de la proclamación de Felipe VI como nuevo rey ¿Cuál es el balance que usted hace de su gestión? 

Es evidente que el balance del primer año de Felipe VI en el ejercicio de la jefatura del Estado de España es muy positivo. Todas las encuestas registran la recuperación del prestigio de la institución monárquica en España, así como una muy alta valoración de Felipe VI por parte de los españoles. Y creo que la clave ha sido que el nuevo rey ha ofrecido señales inequívocas del ejercicio de su poder, de la voluntaria asunción de su responsabilidad, en el ámbito más definido de las competencias que tiene atribuidas. La primera de esas señales se refleja en los cambios introducidos en la propia Casa del Rey, acordes con el código de valores que reclama la sociedad española actualmente. Valores como el de la transparencia (la nueva web de la Casa del Rey es prácticamente un periódico digital), la austeridad (ha rebajado el presupuesto anual y ha hecho públicas las asignaciones a cada miembro de la familia), la proximidad al español medio (presencia activa en las redes sociales, la convocatoria de “nuevos” colectivos ciudadanos a las recepciones, su propia vestimenta de calle) o, por el contrario, su distanciamiento público -al menos- de cualquier manifestación de sus preferencias religiosas. De hecho, cabría añadir, en estos 12 meses el Rey ha dirigido sus mensajes mucho más a los colectivos sociales, a los españoles de a pie, que a los estamentos institucionales. En este contexto, me parece muy importante destacar también que el rey Felipe VI ha fijado muy claramente sus prioridades como jefe del Estado: ejercer su función constitucional como árbitro y moderador de los poderes del Estado, defender la unidad de España en los términos que la define la Constitución, asumir el Estado del bienestar como una conquista irreversible y promover la regeneración política como antídoto indispensable para erradicar la corrupción.

Tras los escándalos en que se vieron involucrados varios miembros de la Casa Real, incluidos Juan Carlos y la infanta Cristina, uno de los desafíos del nuevo rey era mejorar la imagen de la monarquía ¿Lo ha logrado? 

Efectivamente, como he apuntado anteriormente, uno de los indicadores de referencia que permiten valorar muy positivamente su primer año en el ejercicio de la jefatura del Estado es el reflejo de la valoración pública que han expresado los españoles durante este período. El resultado ha sido espectacular, si me permite la expresión, porque -por un lado- la valoración de la institución monárquica ha recuperado seis décimas; y más del 70% de los españoles expresa una valoración positiva o muy positiva del nuevo Rey. Tenga en cuenta que esta valoración se produce en España al mismo tiempo que un importante sector de la población ha respaldado opciones políticas muy poco partidarias de la monarquía como forma de gobierno, lo que pone de manifiesto que los españoles han vuelto a considerar al Rey como una pieza fundamental del Estado democrático, por encima de la discusión entre los partidos políticos.

¿Cómo calificaría el rol que ha jugado Letizia este año? 

La reina Letizia ha seguido fielmente los pasos de la reina Sofía, desempeñando un papel de apoyo al monarca, desde la discreción, pero asumiendo un cierto protagonismo en aquellos aspectos que pueden visualizar el impulso de la corona española al desarrollo y el progreso social, a la atención a los más necesitados, a la cultura. No quiero decir que la reina siga miméticamente los pasos de su antecesora, porque ella tiene y expresa su propia personalidad. Creo, además, que desempeña ese rol por convicción propia. Y además, si se tiene en cuenta que la reina Sofía ha sido y es la persona mejor valorada de la Casa del Rey, incluso en los peores momentos de la institución monárquica, parece lógico que la reina Letizia haya querido seguir los pasos de su “maestra”, por convicción propia y porque es consciente de que es lo que quieren los españoles.

¿Felipe VI ha sido determinante en el bajo perfil que hoy tienen el resto de los miembros de la familia real, incluido Juan Carlos?  

Juan Carlos, que representa un valor importante en España y fuera de España, ejercerá sus funciones con total lealtad a su hijo, con obediencia y fidelidad, al margen de consideraciones sobre su mayor o menor protagonismo en el escenario público. Le recuerdo, por ejemplo, que Juan Carlos había asegurado que un rey debe “morir con las botas puestas”; es decir, que no tenía en mente la opción de la abdicación. Y sin embargo, en enero de 2014 consideró que su situación personal, sus problemas de credibilidad y su propia salud aconsejaban todo lo contrario. Si fue capaz en ese momento de impulsar una sucesión ordenada, estoy seguro de que ahora es el primer colaborador de su hijo independientemente del protagonismo que éste le otorgue.

El diario El País sostiene que la consolidación de la monarquía pasará por la consulta popular. ¿Lo ve así? ¿Cree que el nuevo monarca logrará asentar la monarquía? ¿El felipismo llegará a sustituir al juancarlismo?  

Es verdad que en España siempre se ha dicho que había pocos monárquicos y muchos juancarlistas. Tras la proclamación del rey Felipe VI parece evidente que la institución monárquica está consolidada en España. No existe este debate. O, en su caso, es extraordinariamente minoritario. Ni tiene sentido ni existe necesidad alguna de volver a plantear en España algo que ya quedó resuelto, y bien resuelto, en 1978. La inmensa mayoría de los españoles miran al futuro con esperanza, sobre todo después de la grave crisis económica y social por la que hemos atravesado, con un orden de prioridades mucho más ambicioso que el que representa una revisión del pasado reciente.

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