Canal de la Mancha se convierte en nuevo desafío para inmigrantes en Europa

Hubo 30.000 intentos registrados de cruzar el Canal en los 10 meses previos a enero de 2015.




Después de jugarse la vida cruzando el Mediterráneo en unos barcos míseros, muchos inmigrantes de Europa afrontan otra  travesía peligrosa ocultos en camiones para tratar de llegar a Reino Unido.

Meron, un refugiado de Eritrea, tenía sólo 15 años cuando pasó dos semanas  en septiembre pasado en el puerto francés de Calais esperando cruzar el Canal  de la Mancha hasta la localidad británica de Dover, que se ve perfectamente desde el  continente en días claros.

El y dos amigos intentaron hasta 10 veces al día meterse en un camión.  Finalmente, encontraron uno con espacio suficiente, pero sólo para una persona.

Como era el más joven, los amigos de Meron lo hicieron entrar y le dijeron que lo seguirían después.

Se quedó inmóvil durante horas en una brecha entre la carga y el techo del  camión, conteniendo la respiración bajo un fuerte calor -era finales de  verano-, mientras los guardias revisaban el vehículo.

"Mi corazón estaba a punto de estallar", dijo a AFP en un café en el sur  de Londres, cerca de donde ahora está viviendo con una familia de acogida  después de que le concedieran asilo.

"Tenía tanto calor, no había espacio para moverse, estaba acostado. No  estaba seguro de llegar con vida a Reino Unido". Cuando el camión se detuvo, salió y se dio cuenta de que estaba en Londres:  "Me sentí como si hubiera nacido por segunda vez".

Hubo 30.000 intentos registrados de cruzar el Canal en los 10 meses  anteriores a enero de 2015, unos 100 por día y casi el doble del año anterior,  según datos oficiales.

Quince inmigrantes murieron tratando de hacer el viaje el año pasado, según  el diario The Guardian.

Solidaridad con la emigración de Calais, una organización activista, tiene  registradas 17 muertes, incluyendo la de un hombre sudanés que murió aplastado bajo las ruedas de un camión al que se aferraba por la autopista M25, cerca de Londres.

No está claro cuántos inmigrantes logran cruzar ilegalmente, pero Reino  Unido deportó en 2013 a 935 a los países de la Unión Europea en los que habían  presentado sus solicitudes de asilo.

Muchos de los que intentan el viaje son refugiados que buscan asilo en  Reino Unido, el quinto en número de solicitudes de la UE, con un reciente aumento de demandantes de Eritrea y Siria.

Los conductores de camiones se quejan de los enfrentamientos con los aspirantes a polizones. La Asociación de Transporte de Carga (FTA) dice que los  conductores afrontan regularmente peleas, a veces graves.

"Entendemos completamente la frustración de los conductores que se sienten  chivos expiatorios de una situación desesperada", dijo Natalie Chapman, de la  FTA.

Los gobiernos británico y francés se han comprometido a reforzar la  seguridad en Calais, pero el problema es parte de una cuestión más amplia: cómo  responder a la oleada de inmigrantes que llegan a la UE a través del Mediterráneo. El asunto crea tensiones políticas, y Gran Bretaña se resiste a recibir más  refugiados.

"Mi madre lloraría"

El cruce del Canal de Meron fue la culminación de un viaje de cuatro meses  que se inició cuando huyó de Eritrea ante la perspectiva de una vida de  servicio militar.

El y sus amigos pagaron a traficantes para que los llevaran a través del  Sáhara a Libia, donde abordaron un barco lleno hacia Italia que estuvo a punto  de naufragar y del que fueron rescatados.

En cada etapa, el único objetivo era seguir con vida, y decidió probar  suerte en  Reino Unido siguiendo el consejo de algunos compañeros eritreos en  Italia.

"Si hubiera sabido que el viaje era así, no lo hubiera hecho", dijo Meron,  indistinguible de cualquier adolescente normal con jeans negros, una  camiseta de manga larga negra y calzado deportivo.

Le ocultó a su madre la dureza de la travesía: "mi madre lloraría", se  justifica.

Mohammed, de 33 años, profesor de inglés del norte de Siria, sabía que quería venir a Gran Bretaña cuando se fue de su país en junio pasado. No tenía  ni idea de lo que le esperaba.

También cruzó el Mediterráneo en un barco peligrosamente abarrotado, antes  de tomar el tren a Calais, donde pasó cuatro meses durmiendo a la intemperie y  tratando todos los días de conseguir un camión, hasta que lo consiguió  jugándose la vida en la travesía.

"Fue muy peligroso. Pero era la única opción", dijo a AFP por teléfono desde su casa en el centro de Inglaterra, donde espera una decisión sobre su solicitud de asilo. Si se le concede el asilo, podrá empezar a trabajar como profesor y hacer  venir a su esposa que se quedó en Siria. "A nadie le gusta dejar su patria, su país. Pero a veces uno se ve  obligado", lamentó.

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