Centro Cultural La Moneda preestrena cinta de Cristián Sánchez

Tiempos malos es el primer largometraje del chileno desde 1998.




Conocido, además de reconocido, como autor de una obra muy personal en lo temático y lo estilístico, los últimos dos largometrajes de Cristián Sánchez (1951-) toman prestado de la literatura chilena. Si en 1998, el guionista y director presentó su adaptación de Cautiverio feliz, basada en Núñez de Pineda, su siguiente película se basó en Chicago chico, de Armando Méndez Carrasco (1962). Un clásico de los bajos fondos que se ambienta en los años 30 y que incluye un set de rufianes, prostitutas, traficantes y otros seres que pueblan la "cáfila hampona" descrita por el autor.

Dice el director de Los deseos concebidos que había en el libro de Méndez Carrasco un origen, pero que cabía actualizar. Y así nació Tiempos malos. Mostrada en una versión semi-terminada en el Festival de Valdivia 2009, un año antes había estado en el Bafici, ocasión que permitió a la revista argentina El Amante manifestar su entusiasmo: "Tiempos malos está hablada en chileno, en un chileno del hampa, y con espacios y planos secuencia y cierta algarabía vital que recuerdan a Renoir y Berlanga. Seguramente, unos cuantos, al ver una película de Sánchez, no verán más que un cine precario o clase B. Pero desde aquí les adelantamos que Sánchez es cine chileno con denominación de origen; Sánchez es un autor chileno y Tiempos malos es un regreso incandescente".

Y ahora se diría que el regreso es completo. Para mayo o junio ve posible Sánchez la llegada a cartelera de una cinta que hoy, a las 19.30, tiene preestreno en el Centro Cultural La Moneda. Ahora, con la mezcla final de sonido y un soundtrack a cargo del joven jazzista Nicolás Vera en el que interviene Camilo Castaldi (Los Tetas).

El protagonista de Tiempos malos es Angel (Diego Bizama), adolescente cuyo padre muere en un tugurio. Su madre y hermana se van al sur. En el velatorio del papá, un hampón conocido como "El Diuca" le deja claro que puede contar con él: "Cualquier cosa", le advierte, "El Diuca le pone el pecho a la bala".

Como si atravesara un espejo, Angel entra al espacio liderado por Eulalio (Fernando Farías), rufián de la vieja escuela que se resiste a incursionar en la pasta base, lo que, a su vez, lo enfrenta a su impulsivo hijo (Rodrigo Muñoz). Angel se hace habitué del night club Diosas (nombre de un local donde se rodó la cinta, en Bellavista), así como de la gran casa familiar, donde despierta el interés de una hija y una nieta de Eulalio.

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