Chile queda atrapado

Chile, Vidal, Alemania

La Roja igualó 1-1 ante Alemania en el segundo partido del Grupo B. Alexis Sánchez abrió la cuenta y se convirtió en el goleador histórico. El equipo de Pizzi necesita de un empate para pasar a semifinales.




Chile no encontró premio a todo lo que buscó ante Alemania. La Roja hizo quizás el mejor partido en mucho tiempo e igual terminó cediendo ante la paciencia y mejor sostén físico de los teutones, que desde un lugar menos protagónico encontró la fórmula para frenar los intentos del equipo de Pizzi. Porque si hubo un equipo que tenía más claro cómo ganar el partido fue justamente el seleccionado chileno, sin embargo, tamaño despliegue físico y táctico no se vio reflejado en el marcador.

El 1-1 representa un aviso para el equipo de Pizzi, más desde lo sicológico que de lo futbolístico. Porque desde el juego no hay mucho que reprocharle a la Selección. Tuvo pasajes brillantes, especialmente en el primer lapso, donde le dio una lección táctica al actual campeón del mundo. Es cierto que los nombres que tiene esta Alemania distan mucho de los que aparecerán en el Mundial del próximo año, pero no dejan de ser futbolistas de una primera línea, trabajados bajo el nuevo paradigma germano, más cercano al de la escuela holandesa que al que abrazó durante el siglo pasado.

Chile rozó a ratos la perfección en diversos aspectos del juego. La presión alta fue de manual. Así nació la apertura de la cuenta de Sánchez, luego de un robo de Vidal a la salida del área defendida por Ter Stegen. La decisión de Pizzi de darle al mediocampista del Bayern Múnich la misión de salir a buscar rápido a los zagueros germanos, daba resultados casi inmediatos. Desde ese movimiento, la Roja comenzó a dominar el partido. Alemania no salía con comodidad. El despliegue de los pupilos de Macanudo para achicar espacios y atacar la segunda pelota, dejaba en claro que no se había dejado escapar detalle alguno.

La Roja no le daba respiro al equipo de Löw. La ventaja no le quitó intensidad a la recuperación en el campo rival. Entre Vidal, Sánchez y Vargas, incomodaban la salida del fondo europeo. La pizarra de Pizzi parecía funcionar a la perfección.

En otras circunstancias, cualquier otro técnico habría ajustado el libreto o derechamente variado el plan de juego. Pero Löw no movió una hoja del libro. Al contrario, siguió intentando salir a ras de piso desde los pies de Ter Stegen. Y esa búsqueda tuvo su premio en la primera distacción de Chile en la presión alta. Porque una vez que los germanos rompieron la primera línaea de presión de la Roja, tuvieron cincuenta metros para conducir el balón sin que les saliera nadie al cruce. Y aquella invitacióna llegar al gol fue aprovechada por Stindl para conectar un centro desde la izquierda sin marca alguna.

Chile sintió el golpe. No tanto en el juego, porque siguió prevaleciendo desde la posesión y la profundización, pero ya no era el equipo corto de los primeros minutos. Entonces, empezó a recuperar el balón más lejos del área germana, lo que obligaba al equipo a recorrer más metros. Y sin tantas piernas ni menos ideas, la Roja no encontró los caminos en el segundo tiempo para hacer daño.

Chile jugando en su máxima expresión, física y futbolística, no pudo quebrar a esta Alemania. Y esto es una señal no sólo para el futuro en esta Copa, sino que además de cara al Mundial en caso de clasificar. Hoy Chile tiene cómo hacer daño y maniatar a potencias. Pero sigue quedando en deuda en cuanto a la fórmula para romper la resistencia. Y eso sí merece revisión.

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