Curiosity, tres años en Marte

Esta noche, el rover de la Nasa está de aniversario. Tres científicos de la misión hablan de sus logros y los desafíos que aún tiene por delante.




Antes de que el mundo estuviera pendiente del paso de una nave por Plutón o de la llegada de una sonda a un cometa, el 6 de agosto de 2012 el rover Curiosity nos hizo madrugar para saber si lograba pasar los siete minutos de terror: tiempo que tardaría su amartizaje.

La nave del tamaño de un auto, llegó a la atmósfera marciana -tras ocho meses de viaje- a 21.000 kilómetros por hora y desplegó su paracaídas para frenar hasta los 320 km/h o menos. Disparó cohetes para seguir frenando y, durante los últimos segundos de aterrizaje, bajó en posición vertical a través de una correa de sujeción, como de una grúa, a 35 metros de la superficie. Superó la prueba y desde entonces se ha convertido en una de las misiones más exitosas de la Nasa en Marte. También, la más popular: fue la primera en relatar en primera persona, y por redes sociales, su recorrido. Incluso fue postulada a personaje del año por la revista Time.

“Los tres primeros años de la misión de Curiosity han sido tan emocionantes y exitosos como esperábamos, aunque no podríamos haber predicho la forma en que se desarrolló”, dice a La Tercera Ashwin Vasavada, jefe científico de la misión.

Al aterrizar se pusieron como meta la exploración del monte Sharp, una montaña de 5 mil metros de altura en el centro del cráter Gale, pero el mismo lugar de aterrizaje parecía tener muestras interesantes de estudiar, por lo que la misión cambió. Terminaron confirmando que la zona albergó un antiguo río y lago, que había evidencia de que en el pasado hubo agua dulce y los ingredientes químicos usados por la vida como la conocemos, “incluyendo moléculas de carbono orgánico y las posibles fuentes de energía para la vida”, agrega. “Esto nos llevó a concluir que este sitio habría sido capaz de soportar la vida, si es que alguna vez estuvo presente, hace unos 3.500 millones de años. Este es el primer sitio que se haya descubierto fuera de la Tierra”, enfatiza.

Paul Mahaffy, jefe del Laboratorio de Medioambientes Planetarios en el Centro Goddard, de la Nasa, e investigador principal de SAM -el instrumento que analiza las muestras de Marte-, dice que estos tres años han sigo inmensamente productivos.

Para Curiosity ha sido cerca de un año y medio marciano, en el que ha trazado los cambios estacionales en la atmósfera y la forma en que el dióxido de carbono se queda en las regiones polares en invierno. “De gran interés para nosotros son las condiciones climáticas que existían miles de millones de años atrás y que podrían haber sido más favorables que las de hoy para la vida microbiana superficial. Hace más de tres mil millones años el cráter Gale era un gran lago, evidencia revelada por la química y la geología”, dice a La Tercera.

Javier Gómez-Elvira, director del Centro de Astrobiología de España (CAB), a cargo del instrumento REMS -la estación de monitoreo medioambiental-, dice que haber estado un año marciano completo ya es un éxito fundamental. "A lo largo de ese año se ha podido seguir la evolución de la presión a lo largo de las estaciones, se ha detectado el paso de alguna tormenta de polvo que se ha desplazado cerca del cráter Gale. Igualmente se ha comprobado la evolución de la temperatura del aire y del suelo, así como la humedad relativa", explica a La Tercera.

Los nuevos retos

La misión, a pesar de su éxito, no ha estado exenta de problemas. El rover puede sortear obstáculos de hasta 75 centímetros de alto, pero las rocas afiladas han desgastado sus ruedas. “La buena noticia es que estamos aprendiendo a ser más inteligentes sobre cómo conducimos para evitar daños tanto como sea posible”, dice Mahaffy.

Después de llegar a la base del monte Sharp (septiembre 2014), el rover ha comenzado a subir. “El terreno se ha vuelto más duro y por supuesto no hay carreteras, ni siquiera malos caminos”, dice Vasavada. Uno de los retos de los próximos años, agrega, será utilizar las imágenes de los satélites en la órbita de Marte para hallar rutas seguras para el rover. “El altiplano puede dar una idea bastante buena de cómo es el cráter Gale: un vasto desierto, viento, frío, pero también de gran belleza”, dice.

“La exploración no está terminada”, dice Mahaffy. “Nuestro reto es conducir hacia algunas de las capas en el monte Sharp, que eran la motivación original para ir al cráter Gale, y explorar estas interesantes rocas, que preservan la historia de Marte primitivo”.

La marcha será lenta, eso sí, advierte, por la gran cantidad de diversidad y sitios interesantes en el camino para explorar. “Pero Curiosity está saludable y estamos a la espera de otro gran conjunto de observaciones en los próximos meses”, señala.

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