Daño en cerebro impide que mujer sienta miedo

Un estudio publicado el jueves en línea por la revista Current Biology descubrió que un órgano del cerebro llamado amígdala es el responsable del sentimiento de temor en las personas.




A SM, una mujer de 44 años, bien se le podría llamar la intrépida.

No teme manipular serpientes. No le tiene miedo a la más espeluznante película de terror. Cuando visitó una casa encantada, fue un monstruo el que se asustó de ella.

SM no es una sicópata ni heroína capaz de dominar sus emociones. Es una mujer común, madre de tres hijos, que tiene un impedimento sicológico particular, resultado de una enfermedad genética muy inusual que le dañó un órgano del cerebro llamado amígdala.

Su caso demuestra que la amígdala desempeña un papel clave en atemorizar a la gente en las situaciones amenazantes, dicen los investigadores.

Pero la historia de su vida también demuestra que vivir sin temores puede ser peligroso, dijeron.

Un estudio publicado el jueves en línea por la revista Current Biology, de la investigadora Justin Feinstein y colegas en la Universidad de Iowa, detalla el caso. Como es habitual, el informe sólo la identifica como "SM". Feinstein no aceptó una entrevista con la Associated Press aduciendo la política del laboratorio sobre la confidencialidad.

Una experta no vinculada con el estudio advirtió que no se extraigan conclusiones apresuradas sobre la amígdala porque en su propio estudio con una mujer con daño cerebral similar no halló tal condición. Pero otro experto dijo que las nuevas conclusiones son coherentes.

SM ha sido estudiada durante más de veinte años y se han publicado muchos informes sobre sus anormalidades. Entre éstas se cuenta su dificultad para reconocer el temor en las expresiones faciales, por ejemplo.

En otro experimento, publicado en 1995, le hacían sonar una bocina estruendosa cada vez que aparecía un cuadro de color azul en una pantalla. Pese a la reiteración del hecho, nunca desarrolló el temor asociativo que un sujeto siente cuando le muestran el cuadrado del color vinculado con el bocinazo.

Otros exámenes demuestran que SM tiene resultados normales en inteligencia, memoria y lenguaje y que experimenta otras emociones aparte del temor. Lleva una vida independiente.

La mujer recuerda haber sentido miedo de niña, como una vez que fue acorralada por un perro. Pero quizá fue antes de que su enfermedad la despojara de la amígdala a ambos lados del cerebro, opinan los investigadores.

Al parecer no ha sentido temor de adulta, ni siquiera hace quince años en un incidente descrito por los investigadores. Un hombre se levantó de un banco de plaza, le puso un cuchillo al cuello y la amenazó "Voy a cortarte". SM, que oyó el canto de un coro que practicaba a la distancia, lo miró fríamente y le respondió: "Si vas a matarme, tendrás que pasar primero por los ángeles de mi Dios". El hombre la dejó ir, y ella no salió corriendo sino caminando.

"Su falta de temor pudo haber amedrentado al individuo", dijo Feinstein.

Pero también la colocó en esa situación, advirtió. SM se había acercado al hombre cuando éste se lo pidió, aunque era tarde por la noche y ella estaba sola, y aunque pensó que el hombre estaba dopado.

Para el estudio, los investigadores la sometieron a situaciones atemorizantes, como las serpientes, escenas de películas de terror y la casa encantada.

Aunque SM dijo que aborrecía a las serpientes y las arañas y trataba de eludirlas, en una tienda de animales sostuvo una víbora durante tres minutos, acarició sus escamas y tocó su lengua intermitente. Y quiso tocar algunas de las serpientes más grandes y peligrosas, aun después que los dependientes le advirtieron sobre el peligro. Tuvieron que impedir que tocara a una tarántula.

En una casa encantada la llevaron junto con otras mujeres, que respondían con gritos de miedo a la aparición repentina de las "apariciones". Los "monstruos" no solamente no la pudieron asustar, sino que ella se acercó a ellos y tocó a uno en la cabeza para ver qué se sentía.

David Amaral, profesor de siquiatría en la Universidad de California en Davis, que ha estudiado este tipo de daño cerebral en monos, dijo que el nuevo estudio "confirma algo que sabíamos bastante bien desde hacía tiempo... que la amígdala es un detector de peligro".

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