Desde ahora las mujeres podrán manejar tanques

A partir de este año, y por primera vez en la historia, el Ejército incluirá la especialización en armas de combate para el componente femenino.




Una situación inédita ocurrió esta semana, cuando,  tras un año de análisis por aparte del Estado Mayor del Ejército, se aprobó, en el marco del Plan Estratégico para 2015-2018, una norma inédita: la incorporación del personal femenino a las armas de primera línea. “Desde ahora están totalmente integradas a la institución, porque a partir de este año podrán optar a las armas de combate, como infantería y caballería blindada, que era lo que faltaba”, señaló a La Tercera el comandante en jefe del Ejército, general Humberto Oviedo. Este cambio beneficiará a distintas uniformadas destacadas que ya cuentan con especialidades en armas de apoyo de combate.

Muchas de ellas visten de uniforme casi todos los días para servir en su labor, de manera que realizan trabajos de alta disciplina como disparar proyectiles de gran tamaño y también desenvolverse en campos minados.  Sin embargo, esto no les impide usar maquillajes en tonos sobrios y llevar las uñas esmaltadas, estilos que están bajo sus protocolos. Así lo cuenta la cabo primero Valeria Montano (30), quien realizó una misión de paz en Haití y una comisión de servicio en El Salvador.

“Mi experiencia en el Ejército ha sido muy buena, cuenta. Ella obtuvo el premio a la mejor profesora militar por su trabajo como instructora de alumnos de primer año de la Escuela de Suboficiales, en Maipú. “A mis alumnos les enseño desde disparar un arma hasta cómo peinarse”, añade.

Al igual que Valeria, la capitán Patricia Seguel (32) también trabaja en la sede de Maipú. Se desempeña como comandante de la compañía de la Escuela Matriz. Además, es la primera instructora de desminado en el país. La experta en explosivos comenta que “son pocas las mujeres que están en esta área. A mí me encanta la adrenalina, uno arriesga la vida por la vocación”.

Otra arma importante es la artillería. la que Javiera Maureira (33), eligió como especialidad, siendo parte de la primera promoción de cuatro años de mujeres artilleras. En la actualidad se encuentra trabajando como instructora en la sede militar de San Bernardo. Además, es mamá y está embarazada, factor que “no ha sido un impedimento para mi carrera. La institución me ha apoyado bastante”.

Otra artillera es la capitán Lorena Arriaga (32), que al igual que Valeria, realizó una misión de paz pero en Bosnia y Herzegovina. Actualmente, es profesora en el Centro de Liderazgo del Ejército, en La Reina. A diferencia de las otras, el ser militar no siempre fue su prioridad: “Quería ser periodista, pero me  ganó la aventura de este oficio”.

La institución castrense detalla que el objetivo es llegar a la igualdad de oportunidades. En el Ejército hay 44.547 trabajadores militares y civiles, y de este universo el 15% corresponde a mujeres. Sin embargo, la cifra va aumentando cada año. Sólo en la dotación de las militares  hubo un incremento de un 39% desde el 2013 a la fecha.

En relación a los salarios, el comandante en jefe de la institución destaca que “no existen diferencias de sueldos, sólo depende del cargo que se ocupa”. Una soldado, quien pidió no identificarse, dijo que “nunca he sido discriminada. Nosotras cumplimos los mismos deberes que los hombres”.

Uno hito importante de la inclusión femenina sucedió en 1995, cuando por primera vez se incorporaron mujeres a la Escuela Militar y a la de suboficiales. Así lo recuerda la comandante Ilse Bottner (42), quien fue instructora en ese tiempo. Recuerda que “era extraño,  porque siempre estuvo conformada la escuela sólo por hombres”.

Los cambios han sido paulatinos. Uno de ellos es el proyecto de ley presentado por la propia institución al Ministerio de Defensa el año pasado, que fue remitido finalmente a la Cámara de Diputados, y que busca cambiar la denominación del escalafón del servicio femenino militar y crear el servicio de personal (mixto), para evitar discriminación.

Al respecto la subsecretaria  para las Fuerzas Armadas, Paulina Vodanovic, explica que “no es sólo un cambio de nombre, sino que también significa que se puede ampliar la base de mujeres coroneles, lo que es un efecto positivo en el  avance de materia de género”.

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