Don Omar demostró su evolución musical en Viña

Anoche el portorriqueño cerró la segunda jornada del Viña 2010.<br><br>




Podría hacerla fácil. Repetir eternamente la fórmula del "señor de la noche" y dedicarse a holgazanear, como muchos en el reggaetón, para seguir cobrando la renta del ritmo de moda.

Pero no: Don Omar, el portorriqueño que anoche cerró la segunda jornada de Viña 2010, intuye que en la renovación puede estar la clave y se atreve a explorar con ritmos que hablan de un crecimiento o, al menos, de un intento por empinarse sobre la media.

A la una de la madrugada del miércoles, con la galería expectante y el frío calando los huesos, el boricua salió renovado al escenario de la Quinta Vergara. No sólo más delgado y, aparentemente, más consciente del papel de una mujer en una relación (esto a partir de las repetidas frases sobre igualdad de género que lanzó en la medianía de un show de 90 minutos de duración): también más emparentado con ritmos como el hip hop como dejó entrever su primera canción de la noche llamada Blue zone.

Ese primer segmento estuvo cargado de espectacularidad, con cuerpo de baile y una banda sobria, pero competente en llenar el espacio de ruidos y percusión. Allí, en el despegue, también sonaron Virtual diva y Sexy robótica y ya que daba claro de entrada que este hombre no era el mismo de 2007, cuando el fervor y el griterío dificultaba incluso la conversación a un metro de distancia.

Esta vez no fue lo mismo, aunque nadie podría decir que Don Omar no tuvo una velada exitosa. La tuvo, pero con matices. El pulso de su show fue subiendo a medida que aparecían sus clásicos discotequeros, pero tambièn decayó cuando intentó torpemente reinventarse como un baladista o un salsero. Allí no se ve convincente, aunque, ya está dicho, se agradece que intente darle a su show un giro distinto.

Algo en lo que algunos ni siquiera se molestan.

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