El afiche: popular y persuasivo

Se decía que tenía que ser un "grito en la muralla" o "un puñete en el ojo": el afiche político debía impactar en pocos segundos. Sin embargo, en 40 años su uso ha mutado, desde la ideología partidista a las causas sociales más universales.




Eran finales de los 70 y Julián Naranjo (1956) llegaba a California, Estados Unidos, dispuesto a insertarse en el competitivo mundo de la publicidad. Egresado de Diseño de la U. de Chile, Naranjo se había formado bajo la estela dejada por la gráfica de la Unidad Popular: grupos como la Brigada Ramona Parra y el muralismo latinoamericano legaron una estética de colores fuertes, el trazo negro grueso, el uso de la caricatura y la serigrafía como técnicas esenciales. Naranjo estaba aburrido de eso. “Sentía que era una gráfica trasnochada y llegué a Estados Unidos aprendiendo todo como una esponja. Estaba entusiasmado y quería abrirme camino cómo fuese en ese mundo, tratando de diseñar lo más gringo posible, pero de a poco los clientes me hicieron ver que esa identidad latina que se colaba en mi trabajo era lo más especial. Lo que yo veía como una debilidad era una fortaleza”, cuenta hoy el diseñador, quien por estos días celebra 33 años de carrera con la exposición Retrovisión: Pensamiento político visual  1981-2014), que reúne 80 de sus creaciones en el Centro Cultural La Moneda.

Luego de una década viviendo y trabajando en Estados Unidos, Naranjo volvió a Chile para “ser profeta en su tierra”, cuenta. Ganó dos veces el premio ChileDiseño, es académico de la U. de Chile, la UDP, la U. Finis Terrae, Inacap y ha creado algunos de los logos más recordados, como el de Cerveza Cristal, Austral y CTC.

Sin embargo, es el afiche el soporte que más le apasiona. “Ahí encuentro mi refugio, a través del afiche puedo opinar, denunciar, informar. Hablar de las cosas que importan sin que dejen de verse bellas”, dice. En esta última década se ha volcado al afiche más social y contingente, con trabajos dedicados a causas tan disímiles como la reconstrucción tras el terremoto de 2010, la igualdad de género, los derechos humanos de los presos en Guantánamo y la energía sustentable. “El afiche es el ejercicio de abstracción y sustracción más potente, tienes que trasmitir una idea en una sola imagen, impactante y cautivadora. Dentro del diseño es lo más cercano al arte”, dice Naranjo.

La trayectoria del diseñador representa la de muchos otros colegas que se quedaron prendados del poder popular y persuasivo del afiche político.  Una parte de esta historia es la que se narra en la exposición 40 años de afiche político en Chile 1970-2011, que se inaugura este sábado en el Museo de la Solidaridad y que resume visualmente la investigación publicada por Mauricio Vico y Rodrigo Vera en un libro homónimo editado este año por Ocho Libros. “Nos hemos enfocado sobre todo en el trabajo político de izquierda. Es curioso, porque existieron afiches en dictadura apoyando a Pinochet, pero casi no hay registros. Desde 2006 empezamos a buscar afiches perdidos en persas, con coleccionistas y con los mismos autores, y logramos reunir muchos que ahora se exhiben por primera vez”, cuenta Vico, autor también junto a Vera de Un grito en la pared y Cartel chileno, 1963-1973.

Política sin partido

La muestra en el Museo de la Solidaridad se divide en cuatro etapas históricas,  la Unidad Popular, la clandestinidad durante el régimen militar, el plebiscito y la transición democrática, y los actuales movimientos sociales. Según el investigador Mauricio Vico, en los años 70 el afiche tiene mucha influencia de la sicodelia, el pop art, y de grabadores como Santos Chávez o Carlos Hermosilla. En esta época destacan autores como Waldo González, Luis Albornoz y Vicente Larrea.

El afiche realizado en clandestinidad es menos pulcro técnicamente, se usa más la fotocopia y los colores monocromos. En democracia el estilo se vuelve más suave, se vincula a lo publicitario y las tecnologías se actualizan. Mientras que en esta última década, hay una vuelta del afiche por recuperar lo artesanal como la serigrafía.

“En los movimientos que nacieron desde la marcha de los pingüinos de 2006 hay una admiración hacia momentos históricos como Mayo del 68, hay una revaloración de lo hecho a mano, de una estética más informal y espontánea. El afiche está ahora mismo en una transición, porque  los medios más recurrentes son las redes sociales; pero sí, hemos visto una vuelta al uso del afiche político y con propuestas muy interesantes”, señala el diseñador.

Para Julián Naranjo el afiche ha mutado junto con la política. “Hoy ya no tiene tanto peso la afiliación partidista, yo tampoco me muevo por ahí. Antes las causas eran ideologizadas, pero hoy lo que importa es el pensamiento individual. El trabajo de las generaciones actuales reconoce lo identitario de la historia del diseño, pero también hay mucho humor e ironía”, remata Naranjo.

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