El contragolpe chileno en La Haya

El equipo chileno realizó cambios puntuales, pero estratégicos, en los alegatos, luego de que el gobierno de Humala lanzara una dura ofensiva al iniciar el juicio. Piñera mantuvo permanente contacto con La Haya, donde la semana estuvo marcada por acusaciones cruzadas y episodios inéditos para la corte. Un camarógrafo chileno grabó las reuniones por dentro.




"Ya estamos todos acá. Hemos trabajado meses por teléfono y por email. Ahora se inicia el trabajo oficial". A las 11.00 horas del lunes en Holanda, cuatro horas antes que comenzaran los alegatos en la Corte de La Haya, el agente Alberto van Klaveren inició un encuentro con todos los abogados chilenos y extranjeros que defienden al país ante la demanda limítrofe de Lima. En la sala "Senador" del primer piso del hotel Carlton Ambassador, donde se instaló una mesa semicircular con un gran plasma para proyectar material gráfico, Van Klaveren partió la cita repasando parte de los borradores con los alegatos chilenos, que venía preparándose hace al menos seis meses y aún no estaban en imprenta: se había decidido mantenerlos abierto hasta última hora, a la espera de escuchar la intervención oral peruana.

El equipo chileno -cuya primera línea la integran 17 personas- ocupa buena parte de la planta baja y del segundo piso del hotel. Al lado del salón "Senador" está el "Gobernador", en el que se reúnen los equipos técnicos, también llamada "sala de mapas". En una de las siete mesas para cuatro personas del salón se instaló el equipo telefónico con señal encriptada hacia Santiago.

En contraste, la mañana de la delegación limeña había sido más relajada. El "petit comité" del equipo jurídico permanecía desde hace una semana en Holanda. Un equipo de 40 personas -entre abogados, asesores y ayudantes- copaba varios pisos del Hotel Hilton, principalmente el segundo, donde había un sector aislado con puertas de vidrio y dos carteles de "acceso restringido". Al interior hay tres salas, una de ellas destinada a la parte gráfica, donde están los técnicos de International Maping contratados por Lima. Wagner, apegado a las formas, citaba a reunión todos los días a las 9.00 horas.

En esas citas el equipo peruano pasó revista a dos cambios en su estrategia, ya conversadas en las semanas previas. Primero, incluir en los alegatos el reciente fallo de la corte respecto de los límites marítimos de Colombia y Nicaragua, que refrendó la soberanía de Bogotá sobre la isla de San Andrés y varios cayos en el Caribe, pero le quitó buena parte de su territorio marítimo. El martes 20 de noviembre, un día después de que se conociera dicha sentencia, los agentes peruanos y sus abogados extranjeros habían definido por videoconferencia resaltar el fallo en sus alegatos para enviar un mensaje a los jueces de La Haya que decidirán el litigio Chile-Perú: ellos mismos habían redactado el fallo de Colombia y se esperaba que mantuvieran sus criterios de delimitación "equidistante".

El segundo giro de Perú apuntó a adelantar para el primer día de los alegatos la intervención del estadounidense Rodman Bundy, con el fin de centrar de inmediato la discusión en la supuesta "inequidad" y "desproporcionalidad" de la delimitación a través del paralelo, límite vigente hace 60 años.

Minutos antes de que comenzara el alegato limeño, a las 15 horas en La Haya, el abogado estrella del equipo jurídico de Chile, el australiano James Crawford, ironizaba sobre sus expectativas. "Soy profesor de Cambridge, no tengo sentimientos", dijo. En paralelo, el abogado estrella de Perú, Alain Pellet, salía al acceso principal del Palacio de la Paz para recibir a varios estudiantes de su cátedra de Derecho Internacional.

A esa altura ya estaba en Holanda el jefe de la Dirección Marítima boliviana, Juan Lanchipa, quien aterrizó en Amsterdam a las 12.30 y debió apurar el paso para llegar a la corte. El gobierno de Evo Morales quería seguir de cerca los alegatos, con miras a interponer una demanda por su salida marítima.

El ingreso de la "court"

A las 15.03 hora holandesa, 11.03 en Santiago, los 15 magistrados del tribunal ingresaron ataviados con togas negras y en fila al salón de la Academia de Derecho Internacional de La Haya. Un funcionario peruano repartía pequeñas chapitas con la forma de la bandera de su país, la que sólo algunos abogados se pusieron en la solapa del traje. Minutos después comenzó la intervención del agente peruano Allan Wagner.

El ex canciller limeño habló alrededor de 25 minutos, usando argumentos políticos y jurídicos. No abordó episodios de la Guerra del Pacífico, como sí lo hizo su país en la Memoria presentada en 2008, pero afirmó que Perú ha intentado de manera "infructuosa" establecer sus límites con Chile y que las declaraciones de 1952 y 1954 no eran tratados limítrofes marítimos, sino acuerdos pesqueros. Luego vino el turno del jurista francés y líder del equipo de abogados internacionales peruanos, Alain Pellet, quien sería el más duro: en sus 30 minutos de exposición pidió a la corte utilizar un criterio equitativo para delimitar la frontera marítima, dando como ejemplo el reciente caso Nicaragua-Colombia. "No sé a partir de qué alquimia misteriosa Chile transformó acuerdos pesqueros en tratados", señaló. El siguiente en subir al estrado fue Rodman Bundy, quien detalló el método de delimitación "equidistante". Lo siguió el italiano Tulio Treves, quien antes de apuntar a que el tratado de 1952 no es claro agradeció a la corte por volver a escucharlo tras "20 años". Entre los presentes lo acompañaba su mujer e hijos. Luego fue el turno de Sir Michael Wood, quien se refirió a la primera declaración de Chile y Perú sobre límite marítimo realizada en 1947, repitiendo la tesis de que sólo se quería proteger las costas frente al aumento de la pesca y caza de ballenas por parte de potencias extranjeras.

La primera evaluación de la delegación chilena apuntó a que el tono de Wagner no fue del todo duro, pero que había que esperar el resto de los alegatos. Sobre las alusiones al fallo en el caso Nicaragua-Colombia (donde a diferencia del juicio con Perú, no existen tratados firmados), Piñera ya había abordado el tema varias veces con su homólogo colombiano Juan Manuel Santos, quien bajó su popularidad tras la derrota en La Haya. Lo ocurrido permitía a Piñera bajar las expectativas en Chile, donde, de acuerdo con encuestas de La Moneda, el 70% cree que Perú perderá.

Pero más allá de esos alegatos iniciales, en la delegación chilena había incomodidad. El canciller peruano Rafael Roncagliolo había llegado a los alegatos, pese a que, según algunos diplomáticos, había coincidido en los días previos con su par Alfredo Moreno en que ninguno viajaría a La Haya. Esto calzaba con el diseño previo de ambos países para no politizar el diferendo. Sin embargo, Roncagliolo telefoneó a Moreno días antes para notificarle de su cambio de planes, lo que obligó al ministro chileno a hacer lo propio.

En La Moneda, en tanto, el Presidente Sebastián Piñera había seguido los alegatos a través de la transmisión en streaming, que difundía las intervenciones sin traducirlas, en inglés y francés. A su lado estaba Moreno y los ministros Andrés Chadwick (Interior) y Cecilia Pérez (Segegob). En una mesa se instalaron tres mapas, los que Piñera se levantaba a ratos a mirar. Concluida la intervención peruana, el Presidente habló con Van Klaveren, tras lo cual el gobierno chileno resaltó la falta de nuevos antecedentes.

Esa mañana, desde Lima, el Presidente peruano Ollanta Humala había escrito en su cuenta de twitter que "en el gobierno y en el equipo jurídico existe convicción en nuestros argumentos, sin que esto deba confundirse con triunfalismo". En el noticiero de la popular cadena RPP de televisión, la conductora María Inés Ching recogía el llamado de Humala y llamaba a los televidentes a "mantenerse unidos".

Piñera y Humala se habían reunido la semana anterior en Lima, en una cumbre de Unasur. La declaración de respetar el fallo, sea cual sea, había sido bien evaluada en La Moneda. En el mundo diplomático comentaban que los presidentes se entienden bien, que el peruano valoró el encuentro que sostuvieron en Lima cuando él era candidato y que suelen resolver problemas al teléfono.

Por la noche del primer día de alegatos, mientras el equipo peruano se reunía en el Hotel Hilton y Roncagliolo realizaba declaraciones públicas en medio del frío y la llovizna del acceso al Palacio de La Paz, los abogados italianos en el caso Tulio Treves (por Perú) y Luigi Condorelli (por Chile) se preparaban para salir a comer con un juez del tribunal de la misma nacionalidad, Giorgio Caja. Varios comentan que es común que los magistrados reciban a los abogados durante los litigios, con la condición irrenunciable de que asistan las dos partes.

Chile toma nota

El segundo día de los alegatos estuvo marcado por la reacción chilena a la dureza del alegato peruano de esa jornada. Los abogados exhibieron textos chilenos para tratar de invalidar el límite marítimo de 1952. Con ese objetivo comenzó su alegato el inglés Alan Vaughan Lowe, quien aludió -de manera incompleta, como hicieron ver después en el equipo chileno- a un informe elaborado en 1964 por Raúl Bazán, ex miembro de la Cancillería chilena, que señala que el tratado "no constituye un pacto expreso para determinar el límite marítimo". Sir Michael Wood expuso las negociaciones con Bolivia de 1975, conocidas como el Acuerdo de Charaña, que Chile utilizó en la fase escrita. Afirmó que Santiago buscaba "distorsionar la realidad", al sostener que Perú nunca objetó el paralelo fronterizo en la fórmula de un corredor para entregar a Bolivia acceso al mar.

El tono gatilló molestia en el equipo chileno. En el break de 20 minutos, Van Klaveren instruyó al abogado Enrique Barros salir a hablar con la prensa para retrucar las críticas limeñas. Cada decisión era monitoreada de cerca por Moreno, quien siguió desde la Cancillería la primera parte de las exposiciones de Perú, a partir de las 6 horas en Chile.

Cerca de las 13.30, el alegato de Bundy amenazaba con extenderse más allá de lo estipulado. El abogado norteamericano propuso al presidente del tribunal, Peter Tomka, concretar el receso programado para ir a almorzar. Minutos después, el jurista hacía fila en la cafetería del Palacio de la Paz, eligiendo un plato de noodles con pato y pollo, de 13 euros, junto a dos de sus asistentes.

Tras el receso, los litigantes plantearon que Lima había negociado un acuerdo limítrofe con Ecuador en 2011, lo que -a su juicio- fortalecía la tesis de que el pacto de 1952 (firmado y ratificado por los tres países) no era un tratado. También negaron que la frontera marítima se extienda a través del paralelo a partir del Hito 1, señalando que el inicio debería ser el punto de Concordia, ubicado 260 metros al suroeste, lo que modifica también el fin de la frontera terrestre. Fue Pellet, mostrando su estilo histriónico, quien concluyó la jornada: planteó que Chile se ha negado a reconocer el "triángulo exterior" marítimo que solicita Perú y que La Moneda define como una zona de "alta mar".

Van Klaveren y Martabit seguían en inglés y francés a los demandantes, sin recurrir a los auriculares con traducción simultánea.

La decisión les permitía discutir en voz baja algunos puntos con el jurista británico Samuel Wordsworth y el griego Georgeo Petrochilos. Este último es el coordinador de todos los integrantes del bufete Freshfields. Así, durante los alegatos se sentaba detrás de Van Klaveren y hacía circular mensajes escritos entre la delegación chilena con la evaluación de los argumentos exhibidos.

A las 16.30, la corte realizó un nuevo break. Humala aprovechó para llamar varias veces a Roncagliolo, quien había apagado su celular, siguiendo las normas en los alegatos. Un funcionario de la embajada, donde se recibió finalmente la alerta de que el mandatario estaba llamando, advirtió a Roncagliolo. El ministro sólo logró tomar contacto con Humala después de las siete de la tarde, ya que en ese momento estaba ingresando de nuevo al salón para reanudar la audiencia.

Al cierre de los alegatos, cerca de las 19.00, en la delegación chilena aún había molestia por las acusaciones peruanas. Van Klaveren convocó a la prensa chilena para nivelar comunicacionalmente el alegato peruano. Antes, el canciller Moreno lo había llamado desde Santiago para analizar lo ocurrido.

En ese momento, funcionarios chilenos notificaron a la delegación peruana que el agente tenía decidido hablar. Aunque Roncagliolo no tenía interés en hacer una nueva aparición pública, terminó improvisando una. Los equipos de prensa de ambas delegaciones consiguieron en forma inédita -según ratifican en la corte- que se realizara una rueda de prensa al interior del Palacio de la Paz, con las escaleras de mármol de fondo, para evitar la lluvia del exterior.

No fue la única "salida de libreto" en el protocolo de la corte. La organización se vio sobrepasada cuando intentó hacer respetar la prohibición de obtener declaraciones al interior del salón de audiencias. La gran cantidad de reporteros acreditados sorprendió al tribunal, que instaló una carpa adicional para la prensa. El lugar, sin embargo, quedó vacío: tenía mala calefacción. Otro episodio inusual en la corte fue el hecho de que su presidente recibiera a los cancilleres de ambos países, luego de que Roncagliolo solicitara una audiencia con él.

Antes de abandonar la corte, el abogado del equipo chileno James Crawford se acercó al litigante del lado peruano, Alan Pellet. "¿Tienes un minuto libre mañana?", le preguntó el primero. En fuentes diplomáticas señalan que la relación entre el grupo de no más de 20 abogados que integra el circuito de litigantes ante La Haya mantiene estrechas relaciones. Crawford y Pelet, por ejemplo, escribieron un libro juntos y a veces comparten puestos representando a un mismo cliente.

Por la noche se reunió en el Hotel Carlton Ambassador el "petit comité" chileno, integrado por Van Klaveren; los coagentes María Teresa Infante y Juan Martabit; además de los abogados Enrique Barros, Claudio Grossmann y Claudio Troncoso. En la cita, de cerca de una hora, intercambiaron opiniones sobre los recién concluidos alegatos limenos. Algunos expresaron molestia por las acusaciones peruanas de "camuflar" mapas y "distorsionar la realidad". Se discutió endurecer el tono de la presentación de Chile, pero manteniendo los pilares de la defensa. Más tarde el mismo grupo se reuniría con los abogados internacionales.

En paralelo, Roncagliolo invitó a cenar a los personeros más influyentes del equipo limeno -los ex cancilleres Jose García Belaunde, Allan Wagner, Manuel Rodríguez Cuadros, Eduardo Ferrero y la diplomática Marisol Agüero- al restorán "Imperio Romano", en el centro de La Haya. Antes de salir, compartió un pisco sour con la prensa de su país.

El equipo chileno salía poco del hotel. Van Klaveren e Infante preferían caminar las tres cuadras desde el hotel Carlton Ambassador a la estrecha plaza circular Anna Paulowna, para ir a un pequeño restorán. El staff peruano, en cambio, acudía casi a diario a almorzar al centro de La Haya tras las reuniones de trabajo y preferían restaurantes italianos.

Documental y Correa

El miércoles no hubo alegatos. A las 10 de la mañana, sin embargo, los abogados chilenos ya tenían repartidas tareas y funciones específicas. Barros revisó algunos textos en una sala del hotel, luego de que la noche conversara hasta tarde con el abogado David Colson, quien alegaría ante la corte el día siguiente sobre el trazado del paralelo en la frontera.

Otro equipo chileno trabaja para reforzar la respuesta por la alusión al acuerdo de Charaña. El texto circuló entre varios litigantes. A esa misma altura, otro grupo de abogados afinaba la respuesta por la alusión de Lima a los acuerdos con Ecuador. Además de los argumentos peruanos sobre este último punto, en la delegación chilena había provocado molestia la declaración que el mandatario quiteño Rafael Correa firmó con Humala a fines de noviembre, señalando que el límite marítimo había sido "establecido" en 2011, sin aludir al tratado de 1952.

Según fuentes chilenas, el gobierno de Correa alertó en septiembre pasado a La Moneda que haría un "gesto" a Lima. El mensaje se transmitió durante la visita del canciller Ricardo Patiño a Santiago. En dicha oportunidad el ministro firmó una declaracion con su par Alfredo Moreno, reafirmando los tratados de 1952 y 1954, lo que provocó una fuerte molestia en Perú.

Tras el acuerdo de Humala y Correa de noviembre, la presidencia peruana publicó los documentos en su página web. Ecuador no lo hizo y Piñera telefoneó a su par ecuatoriano para conocer los alcances de la iniciativa.

Desde que llegó a La Moneda, el Jefe de Estado chileno ha intentado estrechar vínculos con Quito, consciente de que su posición era estratégica con miras a La Haya. Así se lo planteó a la ex Presidenta Michelle Bachelet en un encuentro el 3 de febrero de 2010, antes de asumir el mando. El 23 de febrero de ese mismo año se reunió con Correa en una cumbre en Cancún y, deslizando que Chile había descuidado la relación con Quito, dejó claro a Correa que él también corría riesgos si no ratificaba los tratados de 1952 y 1954.

Ese miércoles, un día antes de que Chile iniciara su alegato, Moreno aterrizó a las 2 de la tarde en Amsterdam. El gobierno holandés le facilitó un automóvil, una moto de escolta y un guardia personal, tal como lo hizo con Roncagliolo. En el trayecto a La Haya, de 40 minutos, comentó el alegato peruano: consideraba débiles las exposiciones de Michael Wood y Allan Vaughan Lowe, que intentaron reforzar la idea de que los tratados de 1952 y 1954 fueron sólo acuerdos pesqueros.

A las 15.30, Moreno llegó al hotel de la delegación chilena. Tras una ducha, se reunió con los agentes Van Klaveren, Infante y Martabit. Un periodista contratado por la embajada de Chile en Holanda siguió con una cámara de televisión todo el trabajo, preparando un documental con la labor interna de cara al litigio. El trabajo es con condiciones: las grabaciones deben realizarse sin audio y no se puede grabar a ninguno de los abogados internacionales de manera individual, para no interrumpir su labor.

A su llegada, los agentes explicaron a Moreno su visión de los alegatos peruanos. Cerca de las cinco de la tarde se sumaron los abogados Barros, Grossman y Troncoso. Más tarde lo hicieron los litigantes extranjeros. El primero en hablar fue James Crawford, quien dijo que la ofensiva limeña en la corte estaba dentro de lo esperado en este tipo de juicios.

Por la noche holandesa, cerca de las 21 horas, Piñera telefoneó a Moreno. Más tarde el canciller realizó una breve declaración pública y sostuvo una nueva conversación con el Presidente, esta vez a través de una videoconferencia y junto a los abogados chilenos.

El diálogo estuvo marcado por la necesidad que manifestó el Mandatario de defender la integridad territorial y ser enérgicos, pero resguardando la relación con Perú. En La Moneda señalan que Piñera también insistió en la importancia de mostrar con documentos y ejemplos cómo Chile ha ejercido soberanía marítima en la zona impugnada por Perú, como en el control de tráfico marítimo o aéreo. El trabajo terminó ese día con varias conclusiones. Una de ellas apuntó a endurecer el tono del alegato chileno.

Otro de los cambios zanjados fue incluir en el primer día al abogado David Colson, quien hablaría originalmente el viernes. Su tarea era plantear el método de delimitación del trace paralelo, respondiendo a los criterios de equidistancia y "arcos circulares" mencionados por Bundy y Pellet. El jurista Crawford fue el impulsor de dicho cambio.

El trabajo de la delegación se extendió hasta tarde. Van Klaveren afinó su presentación con varios asistentes jóvenes y también la hizo circular entre los abogados senior y el canciller Moreno. Dicho discurso se mantuvo abierto hasta la mañana del día siguiente.

La noche del miércoles partió un equipo logístico a una imprenta en Amsterdam, la misma que había estampado la contramemoria y la réplica de Chile en la fase escrita. El texto impreso esa noche sería entregado la mañana siguiente a los jueces, pero el alegato del agente llegó sólo minutos antes al tribunal.

El día D

Moreno comenzó el jueves desayunando con el abogado francés Pierre-Marie Dupuy, miembro del staff chileno. A esa altura la delegación se preparaba para partir pronto al tribunal, donde comenzaba a las 15 horas holandesa el primer alegato chileno. El canciller llegó poco antes para reunirse con el presidente del tribunal, que ya había recibido antes a Roncagliolo. Por primera vez, Van Klaveren se colocaba en su solapa una chapita de la bandera chilena, que el gobierno usa como distintivo en los viajes oficiales.

El agente inició sus alegados destacando que Chile ha tenido 130 años de paz con Perú. Se trataba de una respuesta armada ante la posibilidad de que Lima aludiera a la Guerra del Pacífico durante el juicio, lo que sería contrastado con la tesis de que no se ha impulsado una relación conflictiva con Lima. El agente, sin embargo, asumió después un tono más duro: acusó a Lima de poca "transparencia" ante las acusaciones lanzadas en los días previos, donde se habló de que Chile "distorsiona la realidad", "camufla mapas" e impone una demarcación "inequitativa". Fue el preámbulo a la línea argumentativa desplegada después por los abogados, quienes dieron cuenta de que, en su demanda, Perú omitió información y entregó datos distorsionados y contradictorios, con el fin de "fabricar" un caso.

La línea argumental apuntó a detallar documentos y actas de las reuniones en que se negociaron los tratados de 1952 y 1954 y apuntar a las contradicciones de Perú. Así, tras Van Klaveren, Dupuy afirmó que dicho pacto fue inscrito en 1973 de manera conjunta por Perú, Chile y Ecuador ante la ONU, en la sección de "tratados".

Luego enrostró a Bundy haber publicado en 1994 un artículo donde reconocía y ponía como ejemplo que el límite entre Chile y Perú es el paralelo. Bundy tomó nota, mientras el presidente de la corte lo miraba levantando las cejas. Dupuy también acusó a Lima de modificar sus argumentos entre los textos entregados al tribunal y los alegatos. Luego vino David Colson, quien en 10 minutos explicó la metodología del trazado de paralelo. James Crawford concluyó el alegato, en el que durante varios pasajes afirmó que Perú omitió información al tribunal.

Durante los alegatos, Allan Wagner instruyó a su equipo no realizar declaraciones públicas. Sólo él habló al final del día, nuevamente en el hall de acceso del Palacio de la Paz. Moreno hizo lo propio minutos después.

De vuelta al hotel Carlton Ambassador, Van Klaveren recibió felicitaciones y abrazos. Había quedado la sensación de que Chile logró establer las contradicciones y omisiones peruanas, y había demostrado la vigencia por década de los tratados y sus límites. La delegación mostraba buen ánimo. El agente y el canciller, sin embargo, pidieron mesura: el martes Lima tiene otra oportunidad y calculan que puede ser una jornada dura.

Por la noche, la delegación se dividió en grupos y partieron a cenar a distintos lados. Moreno había invitado a todo el equipo, pero debió cancelar para atender a los canales de televisión. Cerca de la medianoche, Van Klaveren conversó con un grupo de asesores y abogados, sentado en una sala de estar del hotel. Crawford se asomó vestido con un polerón deportivo, como ha acostumbrado hacerlo en los últimos días. En sus manos portaba algunos alegatos. Le informó a Van Klaveren que partiría a Cambridge la noche siguiente, pero que volvería a La Haya el próximo lunes para ver al día siguiente la segunda ronda de alegatos peruanos. Su último mensaje apuntó a la necesidad de revisar los textos que presentaría el abogado Condorelli al día siguiente.

El cierre de los alegatos

A las 9.45 horas de ayer, en la CIJ, el canciller Moreno conversaba al borde de la testera donde se ubican los jueces de La Haya con su ex homólogo José García Belaunde. Ambos hacían tiempo para el inicio del segundo día de alegatos chilenos. Al diálogo se unió Dupuy. Moreno presentó a "Joselo" ante el jurista diciendo que era el ex canciller de Perú, con quien compartió en el periodo anterior. Un malentendido hizo que Dupuy pensara que se trataba de un ex ministro chileno y comenzó a comentar una de las líneas de alegatos que se desarrollarían durante el día. García Belaunde, sorprendido e incomodo, optó por retirarse.

El encargado de abrir los fuegos para Chile fue David Colson. El norteamericano analizó la resolución suprema peruana de 1955, en que se menciona el paralelo como límite exterior del mar territorial. El turno siguiente fue del sueco Jan Paulsson, quien abordó las actas del 68 y 69, en que ambos países instalaron faros de enfilación para "materializar" la frontera marítima que pasa sobre el paralelo del Hito 1. Con esto, entró de lleno a defender el fin de la frontera terrestre, que Lima ubica 260 metros al suroeste.

La presentación del abogado sueco sorprendió al equipo peruano. Apenas se inició el break de 20 minutos, Wagner dijo que le parecía que Chile se había abierto a ubicar el fin de la frontera en el Punto Concordia. Aunque insistió en que quería pedir la transcripción exacta de los dichos de Paulsson. Moreno y Van Klaveren salieron a precisar que nunca se planteó la idea de negociar el límite terrestre ni se había abandonado la defensa del Hito 1. En privado, algunos integrantes del equipo chileno comentaron que se había planteado a Paulsson que no abordara de esa forma el tema. En todo caso, había confianza en que la evidencia de las actas del 68 y 69 inclinaría la balanza a favor de Santiago en este asunto.

El próximo martes volverá a hablar Perú y el viernes siguiente Chile deberá dar por concluida la fase oral. Luego, se espera el fallo el primer semestre del próximo año. Y una visita de Humala a Santiago en enero, para la Cumbre Iberoamericana.

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