El desafío multicultural de Surcorea

En los últimos años, Seúl se ha visto en la obligación de revisar sus estrictas políticas de inmigración para atraer mano de obra desde el extranjero.




La homogeneidad étnica y el hermetismo cultural que caracterizan y enorgullecen a muchos surcoreanos se han transformado en preocupaciones para el gobierno de Seúl. Ahora Corea del Sur busca un cambio con políticas enfocadas en la multiculturalidad, o "tumunhwa", como ellos le conocen.

Así, las autoridades están apostando sus cartas a programas de aprendizaje de la cultura extranjera y ponen programas de inmersión cultural a disposición de los inmigrantes.

La decisión de Corea del Sur por abrazar a nuevas culturas tiene una razón de peso. En el país asiático, la población extranjera crece enormemente cada año y ya llegó a alcanzar al 3% del total nacional. Una cifra impensada hace algunos años.

Además, el gobierno de Seúl tiene en sus manos un problema que otros países envidiarían: su alta tasa de población con alta educación ha dejado al país con escasez de mano de obra trabajadora. El 97% de los coreanos de cualquier grupo etario se ha graduado del colegio. Mientras, el 82% cuenta con estudios universitarios, según la revista The Diplomat. Los coreanos ya no quieren los trabajos peor pagados, lo cual ha provocado que los inmigrantes aprovechen de buscar una entrada al país asiático.

Sin embargo, hasta ahora, las políticas inmigratorias de Corea del Sur no han sido amigables con los extranjeros. Los trabajadores sólo pueden renovar su visa por tres años. Durante ese período, no tienen la posibilidad de llevar a vivir consigo a sus familias, lo que lleva a muchos de estos trabajadores a vivir en soledad. Luego de este tiempo, el gobierno obliga a los trabajadores a dejar el país. Las condiciones de trabajo implican extensas jornadas, que a veces llegan a alcanzar turnos de hasta 16 horas, durante seis días a la semana.

Para aquellos extranjeros que, por ejemplo, ven en Corea del Sur una posibilidad de instalar un pequeño restaurante de comida típica de su país, la ley no se los permite. A quienes quieran invertir, el país les exige un piso mínimo de US$ 100 mil para instalar sus negocios.

Sin embargo, el gobierno premia a quienes logren asimilar su sistema de vida al país oriental. Recientemente, Surcorea abrió la posibilidad de postular a una residencia permanente a todos aquellos que ya hayan trabajado por al menos un año en el país y cumplan con una serie de requisitos ligados al salario, educación, edad y competencias que el país considere necesarias. Un elemento fundamental dentro de este proceso es haber obtenido un buen resultado en el Test de Competencia en Corea (Topik, por sus siglas en inglés), algo que parece un sueño lejano para muchos de los inmigrantes, que poco entienden del idioma.

Otra cifra que puso la alerta en Corea del Sur es la alta tasa de divorcios entre coreanos y extranjeros. Casi un 40% de estas relaciones termina en divorcio, con un promedio de 4,9 años de duración, en comparación con los 14 años que suele durar un matrimonio entre una pareja de coreanos que se separa.

Además de enfrentar problemas de comunicación y diferencias culturales, los hijos de estos matrimonios suelen tener problemas de integración, según expertos en temas asiáticos. Así, por ejemplo, a algunos los llaman "amerasians" (hijo de un americano con un asiático). Inicialmente, ese término se refería a los niños nacidos de una mujer coreana y un estadounidense, que por lo general eran soldados. Ahora se refiere a cualquier hijo de un coreano con un extranjero.

A estos jóvenes se les restringía su entrada al servicio militar surcoreano, que es obligatorio para el resto de la población masculina, de acuerdo con un artículo de The Asia-Pacific Journal. La ley fue modificada recién en 2006, permitiéndoles a estos ciudadanos alistarse voluntariamente.

Pero a pesar de que Corea del Sur sí cuenta con programas de inmersión para que los extranjeros aprendan el idioma, las políticas culturales a veces han quedado estancadas en la tradición. Por ejemplo, de acuerdo con la revista The Diplomat, los programas de educación carecen de explicaciones del funcionamiento del sistema legal, que puede ser muy confuso para un inmigrante que no cuenta con la preparación.

Pero Surcorea parecería estar dispuesta a terminar con su hermetismo característico, que también es un rasgo de Japón. En 2012, la coreana nacida en Filipinas Jasmine Lee ganó un asiento en el Parlamento. Y en algunas universidades están aceptando profesores extranjeros de distintas ramas del conocimiento para promover sus culturas. Los coreanos ahora piden la opinión de los extranjeros en reuniones donde el multiculturalismo es el tema central e, incluso, muchos se ofrecen en voluntariados para enseñar su idioma y su cultura a los extranjeros, algo que los migrantes agradecen.

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