El milagro de Recoleta

Recoleta

Futbolistas y cuerpo técnico del Club Deportes Recoleta entregan a La Tercera las claves del equipo que más rápido ha conseguido hacer la transición del amateurismo al profesionalismo en toda la historia del fútbol chileno. De los potreros al olimpo.




Puede parecer una obviedad, pero no lo es tanto. La mejor receta posible para llegar al fútbol profesional es actuar con profesionalismo. Desde el principio. Son las cuatro de la tarde en el corazón de la comuna de Recoleta, en el sector norte de Santiago, y el termómetro bordea ya los 35 grados. En una piscina anexa al Estadio Municipal, los jóvenes del barrio combaten el insoportable calor capitalino. A sólo algunos metros se encuentra la cancha, desaseada, poco más que un desolado potrero sobre el que brotan, de forma anárquica, pequeños islotes de césped.

Pero las descuidadas infraestructuras y el aire vetusto y añejo que domina todo el lugar, no es más que una fachada. Porque bajo ese velo de polvoriento amateurismo se esconde un modernísimo club de fútbol que apela a las raíces populares de su comuna como forma de identificación social, pero que trabaja como una entidad deportiva de primer nivel. Su nombre, claro, se lo ha dado su gente; Club Deportes Recoleta.

Ataviados con su uniforme habitual de trabajo, de riguroso azul oscuro, los seis integrantes del cuerpo técnico del club irrumpen en el pequeño habitáculo que hace las veces de sede. A la cabeza se encuentra Fabián Marzuca, el director técnico, de apenas 25 años, uno de los verdaderos responsables del milagro Recoleta. Le siguen Matías Núñez (preparador físico), José Osorio (analista de partidos), Fabián Carvajal (asistente de campo), Sebastián Gajardo (ayudante técnico) y Carlos Arias (preparador de arqueros y mundialista chileno Sub 20 en 2005). Todos tienen el título de entrenador. Ninguno ha venido a pasear esta tarde.

Fundado oficialmente en el año 2014, nadie podía imaginar, probablemente ni siquiera ellos, que el CD Recoleta podría llegar a quemar tan rápido todas las etapas. "Nuestro objetivo era subir al fútbol profesional, pero nunca imaginamos que iba a ser posible tan rápido. El primer año la meta era terminar entre los ocho primeros. Y estuvimos a un gol de ascender. Al año siguiente subimos inmediatamente con un récord histórico en la división y éste último logramos el segundo ascenso como subcampeones", explica, con voz pausada y rictus serio, Fabián Marzuca, licenciado en educación física y DT del equipo recoletano desde los 21 años.

Escuchándolo hablar, con tanta mesura, se diría que el conjunto que dirige no ha conquistado todavía nada, pero ésa es, después de todo, otra de las consignas; hacer la historia sin llegar a creerse el cuento. Aunque en sólo tres años de vida hayan caído ya dos récords. "En Tercera B, el año del ascenso (2015), hicimos récord histórico de puntos ganados. Perdimos dos partidos en todo el año, empatamos otros dos y ganamos 30. El otro récord es que nunca antes un equipo recién creado, habiendo empezado desde abajo, había sido capaz en sólo tres años de llegar al profesionalismo", asegura el estratega, y Mauro Bravo, coordinador general, formado como dirigente "en el fútbol de barrio" y sentado ahora a su derecha, asiente con la cabeza.

Los marcianos

A Fabián Marzuca, recoletano de cuna, no le fue mal en la PSU ("pude haber estudiado una ingeniería o algo de mayor prestigio social"), pero tenía otros planes muy diferentes. Quería ser entrenador. "Al principio mis padres se querían morir, pero luego me dieron su apoyo. Y cuando les dije: me voy a gastar toda la plata que he juntado para ir a una gira a Europa, me dijeron: Hazlo", rememora el DT.

Y claro que lo hizo. Deportes Recoleta militaba entonces aún en Tercera B, pero Fabián necesitaba ver de primera mano cómo trabajaba un club de élite para hacer funcionar el suyo. Todo lo pagó de su bolsillo. Invirtiendo en su futuro: "Me fui en enero de 2015 y estuve un mes y dos semanas en el Olympique de Marsella, donde pude conocer el trabajo del profesor Marcelo Bielsa. Fue una pasantía, sin remuneración, pero pude colaborar con él en el análisis de otros clubes, en las rutinas de entrenamiento y en los partidos de local y de visita. Fue una gran experiencia".

Del ex seleccionador chileno, a quien define como una persona "esquiva y lejana al principio, que en lo humano no se muestra mucho y que no te va a conversar sobre la vida ni sobre los hobbies, sólo sobre trabajo", Marzuca asegura haber obtenido importantes enseñanzas sobre este oficio: "Trabajar con Bielsa era sentarte a las 8 de la mañana e irte a las 2 del otro día a dormir. El trabajo era a la vez extenso e intenso. Y si una estaca tenía que estar a 10 metros y estaba a 10 y medio, era un error garrafal. Eso aprendí de él, que todo tiene que ser perfecto todos los días".

Tras abandonar Marsella, el joven aprendiz hizo escala en España, y conoció "toda la metodología del trabajo de fútbol joven del Atlético de Madrid", llegando a asistir incluso a los entrenamientos del primer equipo. Después, se dispuso a llamar a la puerta del Rayo Vallecano (paradigma de club con conciencia de clase en el fútbol profesional español), pero no le hizo falta, pues se encontraban abiertas. Y pudo conversar largo y tendido con su entrenador, Paco Jémez (hoy en Cruz Azul). Aquel descubrimiento le abrió los ojos. "El club no cerraba nunca las puertas a su gente, a su comunidad. Y eso me llamó la atención porque me di cuenta de que, salvando las proporciones, Recoleta era un club así. Y eso es algo que desgraciadamente se está perdiendo", confiesa.

La gira de Marzuca fue tan enriquecedora que este año, entre el 31 de enero y el 16 de marzo, el DT y tres integrantes más de su cuerpo técnico viajarán de nuevo. El Dinamo de Kiev ucraniano y el Rubin Kazan ruso ya les han dado el visto bueno. El Sevilla de Sampaoli también figura en la agenda. "No tengo otro trabajo, soy sólo entrenador, porque para realizar bien mi trabajo tengo que estar 100% dedicado a él. Acá no puedes ver a tus rivales por la tele, acá tienes que viajar para ver a tus rivales", justifica. "Cuesta abrirse paso en este mundo porque eres joven y porque no fuiste futbolista. Cuando mezclas esas dos cosas eres un poco como los marcianos, como nos dicen a veces, como si no viviéramos en este planeta", añade.

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Saavedra (izquierda) y Meneses con el trofeo de campeones de Tercera B. Foto: Javier Salvo.[/caption]

ADN recoletano

Fue en diciembre del pasado año cuando el CD Recoleta logró su último ascenso, el que le pemitirá jugar la próxima temporada en Segunda División, pero el desfase existente entre el inicio y el término de los torneos ANFA y ANFP le impedirán saltar a la cancha hasta junio. "Son seis meses sin competir y tres o cuatro sin entrenar. En lo deportivo te condiciona mucho, porque los jugadores están sin club y buscan otras alternativas. Pero en lo administrativo nos ayuda, porque tenemos que buscar dónde jugar (el Chacabuco, donde lo hacían hasta ahora, no cumple ya los requisitos), conformar la Sociedad Anónima y juntar la plata para pagar la inscripción del equipo", enumera Mauro Bravo, coordinador del club.

Pero el proyecto deportivo nació además con un sesegundo fin, convertir al CD Recoleta en el verdadero equipo de los recoletanos. Hoy el 80% de los jugadores son oriundos de la comuna. "Nuestra política era hacer pruebas masivas para formar un plantel competitivo que representara a la comunidad. Y de momento lo logramos ", destaca Bravo.

Uno de esos futbolistas es Jorge Meneses (21), quien llegó al club con 17 años y se convirtió en el máximo goleador de Tercera B en dos temporadas consecutivas. "Soy del barrio La Obra, en el Salto, a la orillita del cerro. Llevo acá desde la fundación. Llegué con mi hermano mayor, mi primo hermano y mi hermano chico. No hice series menores, sólo jugué en el puro barrio, porque veía difícil ir a probarme afuera, por los gastos. Mi sueño era llegar a ser futbolista profesional y aunque parecía imposible, acá estamos", confiesa, con una perenne sonrisa, el puntero izquierdo.

A su lado está Sebastián Saavedra (26 años), central y capitán del equipo, quien compatibiliza los entrenamientos con su trabajo en el restaurant Los Hornitos de la Vega, regentado por su madre. Los 200.000 pesos promedio que gana mensualmente un jugador amateur no alcanzan para demasiados lujos. "Pero aquí la clave es el trabajo serio", apunta el oriundo de Lampa, quien al igual que el alcalde de la comuna, que se fijó como objetivo clasificar a la Copa Libertadores en 2020, prefiere soñar a lo grande:"El que juega en Recoleta tiene que saber que acá se viene a luchar por el ascenso. Todos los años. Nosotros no venimos a jugar por jugar, sino a pelear algo".

A las seis de la tarde, el calor sigue siendo asfixiante en el sector norte de Santiago, pero los protagonistas de esta historia ni se inmutan. Cómo hacerlo si el sol brilla hoy más que nunca en la comuna de Recoleta.

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