El rescate de un viejo teatro

El municipal de San Bernardo está esperando fondos para ser comprado y destinado a la cultura. Los vecinos evitaron su demolición.




Lo hacen a menudo. Van a la Plaza de Armas y al volver por calle Arturo Prat, casi llegando a Victoria, se paran frente a la gran mole azulosa que alguna vez fue el Teatro Municipal de San Bernardo.

"Yo venía a ver seriales como El Fantasma o El Capitán Maravilla, además de las noticias del mundo que leía Sergio Silva", recuerda don José Soto, de 80 años.

"La primera que vinimos juntos debe haber sido una de Joselito", intenta recordar su esposa, doña Frida Olave. Dicen que el teatro abría los sábados y domingos, además de los miércoles, que eran los populares.

El edificio parece descontextualizado de las bajas edificaciones de la cuadra, y de San Bernardo en general. Hasta hace poco fue un imán para vagabundos y okupas, pero hace 75 años el inmueble construido por Alberto Risopatrón, un ejemplo de arquitectura modernista, congregaba a los amantes del cine.

"Un día al mes, eso sí, se destinaba para graduaciones o ceremonias de los colegios del sector y los domingos para actos políticos de los radicales", señala Dino Rojas, miembro de la Coordinadora Rescatacultura, agrupación que desde febrero pasado junta firmas para recuperar el recinto.

En 1982 dejó de funcionar y se convirtió en discoteca. "Esta causó más daños que el terremoto: destruyeron el piso y apilaron las butacas debajo del escenario. En 2000 cerró y el edificio quedó abandonado hasta ahora", cuenta otra integrante del grupo, Romina Duarte.

Llevan 6.000 firmas de apoyo y ya han tenido tres reuniones con la municipalidad. En ellas ha participado Alexis Becerra, administrador municipal, para quien la idea de recuperar el edificio ronda en las cabezas edilicias desde hace año y medio: "Hemos tenido reuniones con los actuales dueños y están dispuestos a venderlo a precio de mercado", cuenta.

Uno de sus tres herederos, Bruno Arenillas (hijo del particular que lo compró en 1960) dice que el teatro cuesta 750 millones. "He recibido ofertas de una multitienda, un supermercado y templos evangélicos. Sólo estos últimos garantizan mantener la estructura en pie", dice.

En el municipio planean conseguir fondos con la Gobernación Regional y el Consejo de Cultura. "Este año tenemos que hacer un proyecto y presentarlo a distintos fondos seccionales", señala Becerra.

Para Bernardita Almarza, miembro de Rescatacultura, recuperar este espacio es una necesidad para la ciudad: "Estamos perdiendo identidad como sambernardinos. En la esquina de la Plaza de Armas, por ejemplo, había un castillo con torreones y fue demolido para levantar un restorán de comida china. Con la Maestranza de trenes aún no se sabe qué pasará. Queremos rescatar el cine para que sea un espacio libre para la ciudadanía", afirma.

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