El secreto de la niñera fotógrafa

[hallazgo ] Por 40 años Vivian Maier cuidó niños en Chicago, EE.UU., a la vez que registraba algunas de las mejores imágenes callejeras del siglo XX. De su segunda labor nadie se enteró hasta después de su muerte en 2009, cuando un historiador compró 10 mil de sus fotos en una venta de garage. El documental Finding Vivian Maier, nominado al Oscar 2015, narra su historia.




Dicen que era excéntrica y reservada, más alta que el promedio de las mujeres estadounidenses y de un caminar tosco. Que se vestía con ropa de hombre, grande y pasada de moda, que tenía un exagerado acento francés y que la única exigencia para un empleo puertas adentro, era poder colocar una chapa en su habitación que le diera total independencia del resto de la casa. Vivian Maier estaba lejos de ser una niñera corriente, pero ninguno de los que la describió como una de las personas más misteriosas que hubiesen conocido, dudó en confiarle a sus hijos.

Durante cuatro décadas, Maier cuidó niños ajenos en Chicago y Nueva York, pero no fue lo único que hizo. También tomó cientos de miles de fotografías que resguardó celosamente durante toda la vida. De hecho, aunque todos recuerdan la cámara Rolleiflex que solía llevar colgada al cuello, nadie hasta ahora se había preguntado por el resultado de esos disparos.

Vivian Maier mantuvo muy bien oculta su afición y sólo tras su muerte se revelaría de forma azarosa: en 2007, parte de su archivo de imágenes llegó a remate, debido al no pago del arriendo de la bodega donde las guardaba. El archivo fue a parar a manos de John Maloof, un historiador aficionado de 27 años que realizaba una investigación sobre la ciudad de Chicago. Compró 30 mil copias y negativos por 380 dólares, claro que luego de googlear el nombre de la fotógrafa y no encontrar nada, Maloof pensó que había hecho mal negocio y se olvidó del material. Varios meses después decidió escanear los negativos: halló un tesoro.

Las fotografías de Maier resultaron ser una sensible radiografía de la cotidianidad de los Estados Unidos de los años 50 y 60, que Maloof comenzó a desplegar en un blog en internet con éxito de visitas. En ese mismo periodo, en el que sus fotos salían por fin a la luz, Maier moría a los 83 años, en el anonimato de una residencia para ancianos, en Oak Park, donde la acogieron luego de haberse resbalado en la nieve, golpeándose la cabeza.

El historiador sabría de todo esto años después, cuando su propia obsesión por Vivian Maier ya daba frutos. Fueron varias muestras en galerías de arte de Chicago y Nueva York, entrevistas en televisión y diarios, y hasta una película: Finding Vivian Maier, dirigida por Maloof y Charlie Siskel, nominada a Mejor Documental en la próxima ceremonia de los Oscar este día domingo.

En el documental, Maloof explica cómo luego de comprar el primer lote de negativos, dio con los últimos empleadores de Maier, quienes accedieron a venderle el resto de las cajas que tenían: en total suman 100 mil en rollos sin revelar, además de películas en super 8, cintas de audio y objetos personales como cartas y ropa. En 2009, el historiador logró hacer la primera exposición con la obra de la niñera en una galería de Chicago que obtuvo gran repercusión en la prensa: los críticos de arte quedaron deslumbrados y definieron a Maier como un talento perdido, a la altura de Robert Frank, Diane Arbus y Helen Lewitt.

Retratos callejeros, cándidos y posados, son el fuerte de la película, pero hay más. Maloof revela que la niñera fue una apasionada de los viajes, que recorrió América Latina, Europa y Asia, registrando cientos de instantáneas aún desconocidas. También se dan ciertas luces de su personalidad contradictoria: era juguetona y curiosa - una especie de Marie Poppins sin poderes- y al mismo tiempo distante e incluso cruel, capaz de fotografiar la caída de uno de "sus" niños antes de ayudarle a levantarse.

Más allá del descubrimiento artístico, el caso Maier ya tiene un pie en lo judicial. En junio pasado, un abogado y ex fotógrafo, David C. Deal, presentó una demanda contra la comercialización de las fotos por parte de los actuales propietarios. Maloof , dueño del 90% de la obra (el otro es el coleccionista Jeffrey Goldstein), ya había logrado rastrear a un primo de Maier en Francia, el supuesto único heredero, comprándole los derechos de las obras. Sin embargo, ahora Deal asegura haber hallado a otro pariente, que podría reclamar la herencia. Una cosa es segura: sea quien sea el que haga el mejor negocio, la obra de Maier ya es parte del acervo cultural del siglo.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.