El enterrador de números uno

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En sendas tandas de penales, Chile arruinó los reinados de Messi y CR7. El argentino renunció a su selección luego; el luso se marchó del torneo.




Cristiano verá el domingo el tercer y cuarto puesto entre Portugal y México por televisión. Desde su casa de Madrid. Junto a sus mellizos recién nacidos. Esos que vinieron al mundo el 8 de junio, nueve días antes del arranque de la Confederaciones, pero cuyo nacimiento sirvió como pretexto al futbolista, 20 días más tarde, para abandonar la concentración antes de la conclusión del torneo. Apenas unas horas después de caer eliminado ante la Roja.

Una repentina reacción -el último desaire a un certamen que, en vista de los acontecimientos, tan solo Chile parece haberse tomado en serio-, que recuerda a la protagonizada por otro futbolista de excepción 367 días antes. También tras una tanda de penales. Y también tras claudicar ante el combinado chileno.

"Se terminó para mí la selección. No es para mí. Lamentablemente lo busqué, era lo que más deseaba y no se dio", proclamaba, el 26 de junio del pasado año Lionel Messi en la zona mixta del MetLife Stadium de Nueva Jersey, tras consumarse la derrota ante Chile en la final de la Copa Centenario. Su tercera definición perdida con la Albiceleste en otros tantos años. Demasiado incluso para una estrella que acababa de cumplir 29 años y llegaba con su quinto balón de oro bajo el brazo. Y todo por culpa de un penal enviado a las nubes de la costa este estadounidense (el primero de su equipo en la serie) y de un puñado de incansables gladiadores chilenos. Un bombazo, su confesión, que terminó viéndose reducido a berrinche cuando 45 días después de su caprichosa automarginación anunció públicamente su regreso a la Albiceleste. En aquella Copa Centenario, Chile consiguió dos hitos. Proclamarse bicampeón continental ante la Argentina de Messi (a la que ya había derrotado en la final un año antes) y desquiciar y eclipsar a su estrella más rutilante como nadie lo había hecho nunca. Fue en aquella no tan lejana noche donde la Pulga se sintió por vez primera del tamaño de una pulga.

Menos traumática que la de Messi (por redundante), pero igual de dolorosa, fue la caída ante Chile de Cristiano Ronaldo, Balón de Oro vigente en 2016 (y que salvo cataclismo se llevará también en 2017), y aceptado como el icono y la megafigura de esta Copa. A la que llegaba en su año más redondo y exitoso, le faltaba la Confederaciones, la guinda. Pero el portugués, en otra de sus decisiones sin precedentes, reaccionó a la derrota ante la Roja como lo hiciera Messi, esfumándose.

Aunque en su caso (lo que tampoco habla demasiado bien de su Federación) con permiso de sus jefes. "Estoy muy feliz de poder conocer por fin a mis hijos. He estado al servicio de la selección, como siempre, en cuerpo y alma, incluso sabiendo que mis dos hijos habían nacido", explicaba en su perfil de facebook, horas antes de abandonar Rusia. "Pese al nacimiento de sus hijos, Ronaldo se preocupó de quedar al servicio de la selección, en un gesto muy noble (...). Ante la imposibilidad de ganar la Confederaciones, el presidente de la FPF y el seleccionador nacional entienden que deben liberar al jugador", se excusaban, por medio de un comunicado, desde el organismo. Y el delantero correspondía colgando ayer, desde Madrid y en su cuenta de Instagram, una foto con sus mellizos.

El astro portugués, que a diferencia de Messi no llegó a patear un penal ante Chile (se reservó para el quinto, el de la gloria, y éste nunca llegó, como ya le ocurriera en la Euro 2012), fue el centro de los dardos de la prensa internacional. "Lo dejó en Chilencio", abría ayer el diario peruano Depor, acompañando la frase de una imagen de CR7 con la boca cerrada.

Y mientras The Sun y Daily Mail hacían hincapié en la invisibilidad de Cristiano incluso en la tanda ("Cristiano se fue sin tirar siquiera su penal"), el alemán Bild iba un paso más allá: "¿Y Cristiano? No apareció". Pero los titulares más lapidarios sobre la noche negra del 7 y su reacción los firmó el español Mundo Deportivo , con dos sintéticas sentencias: "Bravo echa a Cristiano de la Confederaciones" y "Cristiano se va de vacaciones sin finalizar el torneo".

En las redes sociales, su desempeño fue también motivo de escarnio, alternándose las críticas más feroces con referencias históricas cargadas de sarcasmo. "La derrota es por culpa del entrenador de Portugal; no ha sabido colocar a Cristiano donde más rinde, que es animando desde la banda", rezaba uno de los mensajes más retuiteados, ironizando por el papel del luso, tras lesionarse, en la final de la pasada Eurocopa.

Cristiano y Messi, dos números uno lapidados por un solo equipo, Chile, a los que el domingo podría haberse sumado alguna víctima más si Alemania (en un alarde de soberbia) no hubiera decidido dejar a sus estrellas en casa.

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