Espejismo




Nocivo, peligroso, engañador. El diagnóstico que se hace del fútbol chileno está completamente influido y lleno de distorsiones. La selección chilena adulta y sus dos Copas América nublan el análisis y equivocan las conclusiones. No es verdad que el balompié nacional esté bien y, aunque todos tienen claro que La Roja no es el reflejo de nuestro campeonato, ya es hora de decir que la realidad es peor. La selección chilena es una isla en medio de un océano desolador, una excepción respecto del mediocre fútbol que nos convoca. Ejemplos sobran.

Por de pronto, la humillación sufrida por la Unión Española frente a The Strongest no hace otra cosa más que ratificar el pésimo momento que viven nuestros clubes a nivel internacional desde hace muchos años, demasiados. Lo peor es que ahora hasta el nivel de los bolivianos nos queda grande.

No hay que olvidar que hace pocos meses, Católica, flamante campeón nacional, no pudo pasar la llave frente a un discreto Real Potosí. Colo Colo no llega a octavos hace más de una década, los fracasos se suceden. Salvo lo hecho por la U en la Sudamericana 2011 y sus dos semifinales en la Libertadores, los equipos nacionales van de papelón en papelón en el concierto continental.

Las selecciones menores tampoco escapan a este negativo panorama. El fracaso de la sub 20 este año, la discreta campaña de la sub 17 en el Mundial jugado en Chile y las constantes eliminaciones confirman el preocupante momento.

El torneo, que premia rachas y no un rendimiento sostenido, ayuda poco. La gran cantidad de extranjeros permitida también es un problema, igual que la absurda calendarización igualada con Europa. Esto último ha perjudicado notoriamente la actividad, pero ayudó mucho a los negocios de los representantes y empresarios. Los grandes beneficiados de esta organización errónea y mediocre.

El público sigue asistiendo, dicen algunos, pero sería bueno que en ese argumento tomen en cuenta una comparación con otras empresas de la industria del espectáculo. El cine y los malls, por nombrar dos, atraen a mucha más gente. Basta de mentirnos. El fútbol chileno vive un triste momento, retrocediendo cada año más respecto de sus rivales sudamericanos, con clubes llenos de problemas económicos y apostando por sobrevivir. El inmenso rendimiento de la selección chilena es producto de una generación maravillosa, tal vez la mejor de la historia, y no una consecuencia del trabajo hecho. Un bálsamo mágico que se transforma en cortina de humo y nos impide ver muchas miserias.

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