Eterni.me: por siempre conectados

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La internet ha resuelto viejas necesidades de la humanidad, incluyendo algunas que ni siquiera sabíamos que teníamos. Pero ¿puede la internet resolver la vieja obsesión por sobrevivir a nuestra muerte física? Un nuevo emprendimiento originado en el Instituto Tecnológico de Massachusetts dice que sí.




Un clásico himno religioso dice en su coro "Vida abundante Jesús ofrece", lo que es un sintético recordatorio de que durante siglos la idea de trascender nuestra existencia física ha caído exclusivamente en el ámbito de la fe en poderes sobrenaturales. Pero vivimos una época de milagros que ya no vienen del cielo, sino de corporaciones. Y que no nacen de la mano de un dios, sino de los circuitos de un computador.

Todos los que han pasado algún tiempo en redes sociales habrán visto el siguiente fenómeno: una persona fallece (un amigo, un pariente, incluso un animador de televisión) y su cuenta en Facebook o Twitter adquiere un tono fantasmagórico. Sus mensajes de apoyo, sus saludos de cumpleaños e incluso sus chistes quedan congelados en Internet, manteniendo la ilusión de vida en los timelines y permaneciendo como una especie de eco electrónico de la personalidad de los difuntos. A veces, sus perfiles quedan abiertos y sus contactos dejan mensajes en una perturbadora segunda persona: "Otro año sin ti. Te echamos de menos".

A este fenómeno algunos le llaman "e-death". La muerte digital, gemela no reconocida de la defunción biológica. Apela, por supuesto, a la necesidad humana de mantener el contacto con aquellos que partieron. Necesidad que ahora parece a punto de obtener una respuesta mucho más específica que un simple perfil abandonado en Facebook.

El proyecto se llama Eterni.me (esa es también su dirección web) y surgió de un programa de emprendimientos del famoso MIT, el Instituto Tecnológico de Massachusetts.

Según ha explicado en distintas entrevistas su co fundador Marius Ursache, la idea es muy sencilla: se trata de crear un avatar online a partir de nuestra presencia en web (mails, fotografías, mensajes, posteos de blogs, chats, comentarios en perfiles ajenos) para que tras nuestra muerte, ese avatar interactúe con los deudos.

Ursache ha sido cuidadoso a la hora de aclarar que Eterni.me no pretende reemplazar al muerto, sino más bien almacenar sus memorias en una "biblioteca virtual" que pueda ser consultada por aquellos que reciban autorización. Pero es bastante obvio que el gran gancho de su idea es justamente la posibilidad de legar un clon digital a nuestros seres queridos. ¿Qué tan eficiente será ese avatar a la hora de imitar nuestra personalidad y vocabulario? Depende de la cantidad y calidad de la información con la que se le alimente. La idea puede sonar absurda, pero tiene numerosos antecedentes en la breve historia de la Internet. Desde sitios como Second Life, que permitía al usuario habitar un mundo virtual pleno de detalles, hasta los numerosos servicios que ofrecen hosting para homenajes online a los familiares difuntos.

También es bueno recordar que la Internet ha sido particularmente dúctil a la hora de reproducir espacios de la vida diaria: la cháchara de oficina (Twitter), las juntas con amigos o sobremesas familiares (Facebook) y las fotos de las vacaciones (Instagram). Era cuestión de tiempo para que la vida diaria ya no le bastara y alguien ideara una forma eficiente de incluir el post-mortem en el flujo online.

Eterni.me –cuyo sitio aún está en marcha blanca- da un paso hacia una frontera que se veía venir desde la aparición de tecnologías como el Siri de Apple. En el fondo, si podemos enseñarle a Siri a llamarnos por nuestro nombre de pila y si podemos instruir a chatbots para que simulen mejor la conversación con humanos, la idea de poblar un programa con nuestros rasgos personales era un avance inevitable.

Tan inevitable que, de hecho, los creadores de Eterni.me sólo están llevando a la práctica la premisa de "Be right back", el primer episodio de la segunda temporada de Black Mirror, la serie inglesa de ciencia ficción que es una especie de Dimensión Desconocida en clave distópica. En ese episodio, un hombre adicto a las redes sociales muere en un accidente de tránsito. Desconsolada, su viuda acepta probar un servicio que usa toda la información online del muerto para crear un gemelo virtual. El experimento se vuelve más audaz con el paso del tiempo hasta que la mujer decide apostar por el último modelo del servicio: una réplica sintética del difunto, un robot que tiene la apariencia, el cuerpo y las memorias del hombre que perdió.

"Be right back" no termina nada bien, como ocurre con la mayoría de los episodios de Black Mirror. Como tampoco terminaba bien Trascendence (2014), donde la conciencia de Johnny Depp era "cargada" a un entramado de terabytes que la resucitaban como un software capaz de conquistar el mundo.

Pero el pesimismo es el terreno de la ciencia ficción y Eterni.me tiene una retórica mucho más colorida y optimista. La homepage de su sitio abre con la frase "¿Quién quiere vivir por siempre?", para luego prometer una instancia donde nuestros pensamientos, historias y memorias serán preservados "para toda la eternidad". Lo que abre un nuevo flanco al proyecto: la posibilidad de que estos avatares virtuales que dejaremos tras la partida no sólo sirvan de consuelo a nuestras parejas, amigos o hijos, sino que también sean heredados a futuros descendientes que jamás habríamos conocido en forma física.

Imaginemos un tataranieto que en el año 2140 pueda hablar con nosotros y preguntarnos por cómo era la vida en el siglo XXI. La idea marea un poco, aunque en el fondo no es más que la extensión natural de lo que hace un deudo cuando revisa los álbumes de fotos de sus abuelos. Lo que sí produce un poco de vértigo es otro aspecto de la oferta de Eterni.me, que es la curatoría que el usuario hace de los datos personales que elige dejar a disposición de sus futuros deudos. En el fondo, es la vieja obsesión humana de reinventarse: si elegimos que la data usada para crear nuestro avatar postmortem sea aquella donde somos más nobles, más amables o más inteligentes, estaremos sentando las bases para una versión de nosotros mismos que será, a la larga, una completa ficción. Un espejo deformante, tal como aquellos perfiles de Tinder que mienten en la foto, en la descripción y en las intenciones.

Hasta ahora, más de 33 mil usuarios se han inscrito vía mail para usar la versión beta de Eterni.me cuando el sitio entre en funciones. Según el correo de respuesta que llega tras inscribirse, la invitación será enviada a los usuarios "en los próximos meses". En el intertanto, el sitio no sólo tiene que poner en marcha su infraestructura interna, sino además completar su modelo de negocios. Porque una cosa es segura en el mundo y no cambia incluso en las insondables aguas de la internet: nada es gratis. Y la inmortalidad será una aspiración muy noble, pero no por eso va a ser barata.

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