Felipe Larraín: "Si somos gobierno, en dos a tres años podemos revertir baja en clasificación de riesgo"

Felipe Larraín

Pese a que considera que el daño que la actual administración le ha hecho al país "es muy severo", confía en que la situación económica y social es remontable si Sebastián Piñera vuelve a La Moneda. De hecho, en ese escenario, anticipa ya para 2018 un repunte del crecimiento a entre 3% y 3,5%. Asimismo, critica duramente la reforma de pensiones de la Presidenta Bachelet.




En lo económico, la última semana estuvo marcada por el lanzamiento de la reforma de pensiones del gobierno y por la rebaja en la nota crediticia del país que concretó una segunda clasificadora internacional. El coordinador económico del programa de Sebastián Piñera y ex ministro de Hacienda, Felipe Larraín, analiza ambas materias (la propuesta previsional en la página 6) y plantea los desafíos y metas de su sector si ganan la elección de fin de año. De partida, apuesta por una importante recuperación del dinamismo de la economía y por la capacidad de dar vuelta la caída en la clasificación de riesgo de Chile.

Crecimos 0,5% en el primer semestre, pero el ministro Valdés insiste en que hay señales de recuperación y que en el cuarto trimestre la economía puede expandirse en torno a 3%, ¿comparte ese optimismo?

Las proyecciones oficiales y los brotes verdes que se han visto en distintos momentos, se han marchitado en forma consistente. Ahora, que vaya a haber un mejor segundo semestre después del deplorable primer semestre, no es ninguna gracia. Vamos a terminar con un crecimiento inferior a 1,5% este año. Nos quedamos cortos en cuanto al peor escenario que se podía esperar hace cuatro años para la economía chilena.

¿Por qué nadie pudo prever la profundidad de esta desaceleración?

A mediados de 2013, cuando la candidata de la Nueva Mayoría dio a conocer su programa de gobierno, yo salí a decir que iba a parar el crecimiento, la inversión, el empleo, y me salieron a pegar de vuelta. Lamentablemente no me equivoqué. Lo que sí no anticipé, fue la intensidad del daño. Es que en ese momento uno sabía lo que decía el programa, pero la aplicación práctica ha sido peor todavía. Uno no sospechaba la cantidad de chapucerías y errores que iban a tener los proyectos de ley, el deterioro en la calidad de las políticas públicas y el ambiente de desconfianza que se sembró. Este ha sido un gobierno con un discurso que ocasionalmente le hace algún guiño al crecimiento, pero el guiño queda en el discurso y, en la práctica, lo que se hace es implementar una cantidad enorme de iniciativas, proyectos de ley, reformas, que apuntan contra las bases del crecimiento. Esa inconsistencia el país la sufre y fue graficada muy bien por las palabras de Ricardo Lagos cuando dijo: "Aquí lo que hay que hacer es recuperar el crecimiento y lo demás es música". El daño que se le ha hecho a Chile es muy severo y no es algo que vamos a arreglar de taquito. Esto requiere un trabajo profundo, serio, y no se va a dar en forma inmediata. En ese sentido, gran parte de la razón por la cual la economía puede mejorar el segundo semestre es por la expectativa de un cambio de gobierno.

Pero ha habido un alza en el precio del cobre, ¿eso también debiera influir en un mejor desempeño?

Sin duda. Yo siempre he sido claro que en el frenazo de la economía chilena no todo es interno, pero el grueso lo es. Alrededor de dos tercios del daño es "made in Chile", unos 2 a 2,5 puntos menos de crecimiento en este período, mientras que un punto viene de afuera.

La Presidenta Bachelet en una entrevista en abril dijo: "Sabemos que en 2018 habrá un mayor crecimiento, así que el Gobierno que llegue no diga que es así porque llegó". ¿Está asegurada esa recuperación?

No. De hecho, si los candidatos que proponen continuidad o profundización de lo que hay hoy día tuvieran un mejor posicionamiento y se percibiera, antes de la elección, que poseen una opción mayor, eso deterioraría la economía. Esas palabras que dice la Presidenta son para ponerle la vara más alta al gobierno que viene y para no reconocer lo que ha ocurrido. Aquí no están sentadas las bases de nada, el partido no está jugado y por eso estas elecciones son tan importantes.

¿Qué tan crucial es de verdad esta elección, porque por ejemplo José De Gregorio acaba de decir que el país tiene una institucionalidad sólida y que no nos jugamos la vida en ella?

Es extremadamente importante y nos jugamos el destino de Chile como país, qué modelo queremos. Los intentos de redistribución en los países estancados fracasan, porque son juegos de suma cero.

¿Cómo analiza las propuestas de Alejandro Guillier y Beatriz Sánchez, los candidatos que más le compiten a Piñera?

Más allá de la simpatía personal que tengo hacia Guillier, es el candidato de la continuidad del gobierno. Por su parte, Beatriz Sánchez tiene un sabor sesentero, yo diría de sueños utópicos: más tributos, más Estado, y esa es la receta para que Chile siga no creciendo y divorciándonos de la situación de otros países.

Si uno de ellos dos llegara a la presidencia, ¿qué pasaría con la economía?

En ese caso ni siquiera con un precio del cobre de US$ 3 la economía podría remontar, porque hay un tema de desconfianza, de incertidumbre, y lo dicen los analistas de afuera. Pero yo creo que eso no va a pasar, porque la mayor opción la tiene Piñera.

¿Ve posible ganar en primera vuelta?

No digo que sea imposible, pero es muy difícil.

¿Y con quién cree que se enfrentarán en segunda vuelta?

Pienso que, a pesar de todo, nos vamos a enfrentar con Guillier. Si bien es una candidatura con una serie de problemas, tiene más poder de convocatoria para ir a votar.

Si Piñera es el próximo Presidente, ¿cuánto puede crecer la economía en 2018 y en su período?

2018 sería un año mucho mejor, porque se produciría un shock positivo de confianza. Pero no hay que creer que solo la confianza y las expectativas van a mejorar la situación. Aquí hay que enmendar las reformas, sin espíritu de retroexcavadora, sino que de arreglar lo malo que se ha hecho. Para 2018 es posible un crecimiento de 3% a 3,5% y para los cuatro años hemos planteado una expansión promedio entre 3,5% y 4%.

¿Cuáles son las dos o tres medidas prioritarias si vuelven a ser gobierno?

Cualquiera que llegue va a tener que hacer algo sobre la reforma tributaria. También habrá que trabajar en el tema laboral, sobre todo en lo referido a servicios mínimos y a la regulación de los grupos negociadores que quedó en el aire. A eso agréguele los cambios a las pensiones.

¿Cómo van a corregir la reforma tributaria sin disminuir la carga impositiva y la recaudación?

Buscamos la simplificación e integración del sistema tributario, y rebajar el impuesto a las empresas al nivel promedio de la OCDE, en torno al 25%. Estamos revisando todo el sistema para ver dónde hay espacios. Nuestro compromiso es que sea neutral en materia de recaudación. Pero también hay que considerar el efecto del crecimiento, cada punto anual son US$ 600 millones de ingresos.

¿Cómo hacer para que el próximo período de gobierno no se vaya sólo en enmendar reformas de la administración anterior?

No es que vamos a dedicarnos solo a enmendar, sino que habrá un énfasis en productividad, trámites más expeditos para aprobar proyectos de inversión, que no se demoren 4 o 5 años. Trabajar en eso, más el área fiscal, va a generar un círculo virtuoso que nos va a permitir alcanzar las tasas de crecimiento de las que estamos hablando.

¿Qué errores no deben cometer si regresan al gobierno?

Un error que no debemos cometer es sembrar expectativas exageradas. Y segundo, tener mayor coordinación con los partidos políticos. Hemos aprendido de los problemas que tuvimos en nuestro gobierno. También debemos generar un ambiente de inclusión para sectores independientes.

En su primer gobierno apostaron a crear un millón de empleos, ¿cuál será la meta esta vez?

Va a ser un poco más modesta, porque estamos pensando en un crecimiento del PIB de 3,5%-4%. Pero un mensaje a las 800 mil personas que han quedado desempleadas en este gobierno y a las más de 200 mil personas que han tenido que trabajar en cuenta propia: nos vamos a preocupar de que puedan acceder a un trabajo de calidad. Lo que tenemos es una precarización mayúscula del empleo. Acá no es solo cantidad, sino que también calidad.

Ahora Fitch le rebajó la clasificación a Chile, ratificando lo hecho por S&P. ¿Qué tan complejo lo ve?

Parte importante de su argumentación habla explícitamente de la debilidad económica de Chile. El desprecio por el crecimiento económico que ha tenido en los hechos este gobierno nos vuelve a pasar la cuenta. Aquí hay dos temas: uno que es el fiscal, pero el comunicado abre con la debilidad económica, que se traduce también en una debilidad fiscal que ya sabemos. Entonces, no es solo el menor precio del cobre. Es un elemento, pero el tema esencial es la sobreexpansión del gasto en el período 2014-2015, casi 7% anual cuando la economía crecía al 2%.

¿Debemos esperar una tercera rebaja, esta vez de Moody's?

Espero que no, que no tengamos más downgrade, pero la verdad es que esto es casi la crónica de una muerte anunciada. El balance fiscal se debilita por tres razones: por el precio del cobre, pero más importante es el efecto conjunto de la sobreexpansión fiscal y del frenazo económico. En una circunstancia como la que había en 2014 y 2015, lo que correspondía era una política fiscal con un crecimiento del gasto más moderado.

Pero ellos podrían argumentar que la lógica de la regla fiscal es que el gasto público sea contracíclico.

Por eso mismo es que hemos terminado con un déficit estructural que es tres veces el que recibieron en 2013. Yo me atrevo a calificar particularmente lo de 2014-2015 como una irresponsabilidad histórica. Eso no es fácil de revertir, pero tampoco es imposible. Es más, creo que si somos gobierno, en dos a tres años vamos a lograr revertir esta baja en la clasificación de riesgo.

¿Y ese desafío cómo se cumple, porque es más de que no nos vuelvan a bajar la nota?

Tenemos la experiencia, a nosotros nos mejoraron la clasificación de riesgo cuatro clasificadoras. Había una opinión unánime de que Chile estaba haciendo las cosas de forma responsable y eso estaba citado en los comunicados. Esa responsabilidad puede ser traída de vuelta.

¿Dado el escenario de estrechez fiscal ello implica reasignar, cortar programas para poder financiar otros?

Sí, porque tener holguras negativas quiere decir que el gasto comprometido es mayor que el necesario para cumplir las reglas. Eso va a generar un esfuerzo de reevaluación de gastos, de programas. Va a ser extraordinariamente desafiante el manejo de las finanzas pública, la herencia es extrema.

José Luis Daza señaló que la meta fiscal ya no era creíble, ¿comparte esa visión, que harán con ella si son gobierno?

La meta se ha ido cambiando año a año, es parte del problema. Se debe recuperar su credibilidad y para eso hay que cumplirla y no jugar con sus cálculos. El próximo gobierno va a partir con un déficit estructural de 1,5% del PIB. Habrá que hacer un esfuerzo creíble para reducirlo, pero llegar a cero es algo que va a depender de las condiciones. Personalmente me gusta la idea de comprometer una tasa de reducción año a año, por lo que al final deberíamos estar en un determinado porcentaje.

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