Fernando Chomalí: "Quieren promover el aborto como método para controlar la natalidad"

Frente al anuncio del Ejecutivo de legislar para ciertos casos, el Arzobispo de Concepción dice que "el debate en Chile es sobre aborto a secas". "El tema de fondo es si una sociedad se puede permitir o no, bajo ciertas condiciones (...), eliminar vidas", sostiene.




"El tema de fondo es si una sociedad se puede permitir o no, bajo ciertas condiciones, dramáticas por cierto, eliminar vidas humanas", plantea el sacerdote Fernando Chomalí, arzobispo de Concepción, profesor de bioética y miembro de la Pontificia Academia para la Vida.

El religioso es una de las principales voces de la jerarquía de la Iglesia Católica en Chile que ha planteado argumentos contrarios a la posible despenalización de la interrupción del embarazo. Tras el anuncio del Ejecutivo, de que se legislará sobre el aborto voluntario para tres situaciones (riesgo de vida de la madre, inviabilidad del feto y violación), el arzobispo Chomalí manifiesta su preocupación y entrega su visión general sobre el tema.

"Después de escuchar a la Presidenta el 21 de mayo, y de leer el discurso de la ministra del Sernam en las Naciones Unidas, está claro que quieren promover el aborto en Chile. Y no sólo en los tres casos planteados, sino como método para controlar la natalidad. Están siguiendo la misma estrategia que se usó en Europa en los años 70. Llamar la atención sobre los abortos clandestinos y sobre casos muy complejos que, en la práctica, se dan rara vez. El debate en Chile es sobre el aborto a secas, como método para controlar la natalidad.

El gobierno ha dicho que se asumirá el tema desde un punto de vista científico y desde la salud de la población. ¿Está de acuerdo? 

La Iglesia Católica, amparada por la ciencia, confirma que la vida de un nuevo ser humano comienza en el momento de la fecundación. Amparada por la razón, sostiene  que se trata de un ser humano, tal cual fuimos cada uno de nosotros. Y asimismo, amparada por la fe, que nos dice que sólo Dios es el dueño de la vida, plantea que toda vida humana, sana o enferma, en la etapa de desarrollo en la que se encuentre, merece ser respetada. Y que nadie tiene derecho a decidir qué vida merece ser vivida.

De acuerdo a cifras del Minsal, durante 2013 un total de 152.646 mujeres fueron atendidas en procesos de parto en recintos públicos. También se atendieron 17.434 abortos naturales. Expertos dicen que existiría una cifra "negra", de abortos ilegales, muy superior. ¿Cree que legislar sobre el aborto terapéutico podría entregar más garantías de la salud a la población?

Todos los datos confirman que las políticas públicas, basadas en la distribución de todo tipo de anticonceptivos y la "píldora del día después" han fracasado. Ahora quieren ir más lejos, promoviendo el aborto.

El ministro vocero de La Moneda, Alvaro Elizalde, dijo que "el mensaje de la Presidenta fue claro. Cuando se produce un aborto, es porque la sociedad está llegando tarde, y eso requiere de una serie de medidas de prevención y de educación para evitar que se produzcan abortos". ¿Está de acuerdo con esta afirmación? 

La única medida para evitar embarazos es educar, reconocer el valor del otro y la urgencia de responder por los actos realizados. El señor Elizalde pone la confianza en un pedazo de látex, en una píldora para prevenir embarazos y, en último término, en el aborto, para que no continúen. La Iglesia pone la confianza en la conciencia de las personas, en la posibilidad de una educación en el amor, en el reconocimiento del alto valor que tiene toda vida humana y en el deber, como sociedad, de respetarla.

¿La Iglesia Católica va a solicitar una audiencia especial con las autoridades de gobierno para plantear su postura?

Nuestra postura es ampliamente conocida y siempre estaremos dispuestos a explicarla desde el punto de vista de la ciencia, la razón y la fe. El tema del respeto a la vida tiene que ver con la sociedad que queremos construir. Los débiles, ¿serán o no prioridad? Para nosotros siempre lo han sido y lo seguirán siendo. Creemos profundamente en el diálogo que busca con sinceridad la verdad, especialmente en estos temas que tocan el corazón de la vida de un país. La experiencia de los países donde el aborto es parte de la vida cultural de la sociedad ha sido desastrosa. Chile tiene la posibilidad de recorrer otro camino. Esa es nuestra invitación.

El grueso de la población votó por el programa de la Presidenta Bachelet. ¿Le parece que es un argumento válido para legislar sobre esta materia?

La Nueva Mayoría no es la gran mayoría del país que está a favor de la vida. Pero el tema de fondo, que no ha sido tratado, es si podemos permitir y promover un mal tan grande, de eliminar una vida, para salvar o promover otros valores. Nosotros creemos que no podemos permitirlo, porque cuidar la vida es el primero y primordial de todos los derechos. Estamos en esta discusión porque nuestras madres pensaban como yo. Si hubiesen pensado como quienes abogan por el aborto, tal vez no estaríamos participando del debate.

En base al avance del conocimiento científico, la Iglesia ¿debería discutir si un aborto terapéutico podría ser una acción para proteger la vida y no para destruirla?

La Iglesia plantea que no hay razón alguna para terminar con la vida de un inocente. Si el médico hace todo lo posible por salvar ambas vidas y, en ese contexto, muere uno de los pacientes o ambos, no estamos frente a un aborto, sino que frente al curso de la naturaleza. Son dos cosas muy distintas.

¿Es posible que la Iglesia Católica, al defender su postura, no esté escuchando lo que espera una parte importante de la población?

La Iglesia escucha a las personas, las conoce mucho y sabe que las personas en Chile están a favor de la vida. Escucha también a la ciencia, que dice que desde el momento de la fecundación se da inicio a una nueva existencia humana. Y ello nos obliga a cuidarla. La evidencia científica es muy clara, especialmente en el ámbito de la genética. Reitero que la vida comienza desde el momento de la fecundación. Por eso, echo de menos en el debate a los científicos verdaderamente competentes en el tema, que, claramente y sin ambigüedades, dirán que la vida humana, única e irrepetible, comienza desde la fecundación.

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